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Hace unos días, el presidente Javier Milei volvió a lanzar una de sus frases explosivas: “el nazismo era de izquierda“. Una declaración que, si bien ya fue desmentida infinidad de veces, sigue generando debates. Pero, ¿de dónde sale esta idea? ¿Por qué Milei insiste en ella? Y, lo más importante, ¿qué estrategia política hay detrás de estas afirmaciones?
1. El nazismo NO era de izquierda
Si bien “nacionalsocialismo” incluye la palabra “socialismo”, el nazismo no fue un movimiento de izquierda ni compartía sus principios fundamentales. El “socialismo” en el nombre del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP) se usó en un contexto propagandístico. La ideología nazi promovía el ultranacionalismo, el racismo, el antisemitismo y el autoritarismo, lo opuesto a los valores de la izquierda democrática o marxista.
De hecho, los nazis persiguieron, encarcelaron y asesinaron a socialistas, comunistas y sindicalistas en la Alemania de los años 30.
Su idea de “socialismo” no tenía que ver con la lucha de clases ni con la redistribución de la riqueza, sino con un control total del Estado para fortalecer la nación (y, de paso, favorecer a los grandes empresarios que lo financiaban).
2. La estrategia política de Milei: el caos informativo
Milei no es el primero en intentar tergiversar la historia. La ultraderecha global encuentra en la desinformación una herramienta poderosa para instalar debates falsos y distraer de los problemas reales. Como decía Steve Bannon -exasesor de Trump-, la clave es “inundar el campo de mierda”, (“flood the zone with shit”).
En otras palabras: si la gente está discutiendo si “el nazismo era de izquierda”, no está debatiendo sobre el ajuste, los despidos o los incendios en la Patagonia. Es una cortina de humo perfecta.
3. El fascismo no es solo estatismo, es ultranacionalismo autoritario
Milei intenta desmarcarse del fascismo diciendo que él es “libertario”, pero sus discursos y prácticas encajan en patrones históricos del fascismo y la ultraderecha:
- Construcción del enemigo: el fascismo siempre necesita un “otro” al que culpar. Hitler tuvo a los judíos y los comunistas; Mussolini, a los socialistas y anarquistas; Franco, a los republicanos. Milei tiene a “los zurdos”, “los kirchneristas” y “los periodistas ensobrados”.
- Liderazgo mesiánico: se presenta como el único que puede “salvar” al país del “socialismo”.
- Ataques a la democracia: aunque llegó por elecciones, su discurso es abiertamente hostil a instituciones democráticas. Desprecia el Congreso, el periodismo crítico, la justicia independiente y a la oposición política a la que tilda de “casta” indistintamente.
- Violencia simbólica y política: el fascismo clásico promovía la violencia directa. Milei, por ahora, se queda en la retórica, pero su discurso de odio habilita agresiones.
4. ¿Cómo responder a esta estrategia?
Es fácil caer en la trampa de responder a cada una de estas mentiras, pero es clave no perder de vista lo central: no distraernos de lo que realmente importa. No se trata sólo de corregir una falacia histórica, sino de entender el juego político que está en marcha.
Ante la desinformación, la mejor estrategia es seguir desmontándola, pero sin permitir que marque la agenda. No hay que jugar su juego, sino cambiar el eje del debate hacia lo que afecta realmente a la gente: la crisis económica, la desfinanciación de la educación y la salud, la destrucción de los derechos laborales y humanos.
Milei no es Hitler ni Mussolini, pero usa las mismas tácticas de desinformación que la ultraderecha global. La historia nos da herramientas para entenderlo. Ahora, nos toca usarlas para no caer en la trampa.