Con el fin de igualar la balanza se realizarán muestras en el Museo Nacional de Bellas Artes de Neuquén, la Colección Fortabat, la Usina del Arte y Fundación Proa con perspectiva de género; reescribir la “historia del arte” -de varones y para varones- desde el feminismo.
Miles de mujeres dedicadas a la producción artística, a lo largo y ancho del país, elevaron sus voces durante el último año para denunciar la desigualdad y desventajas respecto a los varones en distintos terrenos de las artes en general y en la visuales en particular.
El primer paso fue detectar el problema -de cientos de años, por ende enquistado-. El siguiente continúa con distintas medidas, entre ellas, las exigencias de igualdad de oportunidades en los acerbos patrimoniales de los museos, convocatorias, concursos, premios, etc. Pasa que, según datos cuantitativos precisos de cientos de instituciones nacionales, las mujeres representaron apenas el 15% de las colecciones históricas, siendo minoría en las exposiciones permanentes y mayoría en los depósitos.
El Museo Nacional de Bellas Artes, sede Neuquén, y la Colección Fortabat, entre otros espacios, harán sus muestras de revisionismo histórico con perspectiva de género, mientras cursos, visitas guiadas y exhibiciones individuales buscarán reparar omisiones de larga data. Tratan de sumar páginas a una historia del arte escrita por y para los varones, aun hoy. En los museos, las obras de mujeres representaron apenas un 15% de las colecciones históricas, pero las exposiciones permanentes no suelen reflejar siquiera ese mínimo porcentaje. En la actualidad, se calcula que apenas acceden a un 30% de los premios y las exposiciones.
En el Museo Nacional de Bellas Artes de Neuquén una exposición señala lo que no suele verse: las obras de 34 artistas mujeres que integran el patrimonio nacional pero duermen en los depósitos. Hasta marzo puede visitarse “Sala propia”, que es la primera exposición de rescate del año, curada con perspectiva de género por Kekena Corvalán.
Los datos son contundentes. De los 220 artistas de la colección, 25 son mujeres. Es decir, un 11,4%. En su historial, el museo registra 59 muestras antológicas de una sola persona, de las cuales 45 corresponden a artistas varones y solo 14 a mujeres: Norah Borges, Emilia Gutiérrez, Margarita Paksa, Diana Dowek, Amalia Picca, Marie Orensanz y Liliana Porter, entre otras. El título alude al cuarto propio del que habla Virginia Woolf, en oposición a ese lugar en el que suelen estar confinadas. “‘Sala propia’ es un llamado a sacarlas de allí”, dijo Corvalán. Hay joyas de Raquel Forner y Tarsila do Amaral, pero también obras como la del colectivo Regladetressimple, que plantean una crítica institucional: en una gran pared pintada de negro, dibujaron a escala el espacio que ocupan las obras de mujeres en el acervo; es mínimo, apenas una esquina.
“‘Sala propia’ es el acto de llevar los feminismos dentro de las guardas de los museos, colecciones y espacios de exposición”, señala Corvalán. “Cuestiona el canon, pero no solo desde el feminismo, sino con presencia federal. Aquí está la necesidad de volver la cuestión contra el canon como una máquina de desarmarnos y repensarnos desde el deseo de abrir mundos y de integrarnos más allá de cuestiones de clase”, dice.
El Museo Nacional de Bellas Artes prepara su propia exposición con perspectiva de género para mediados de año: la historiadora Georgina Gluzman curará una exposición que visibiliza las obras de las artistas mujeres activas en Buenos Aires entre fines del siglo XIX y principios del XX.
Gluzman es investigadora del Conicet y autora de Trazos invisibles (Biblos, 2016), que reconstruye la vida de artistas que hoy casi no se conocen pese a la fama que tuvieron en su tiempo. “Se han conservado muy pocas obras con anterioridad a 1890 -explica-. Las adquisiciones comienzan a partir de 1911, con el primer Salón Nacional. Eran un 30 por ciento en las exhibiciones, aunque no ganaban premios (recién en 1924 Raquel Forner obtiene un tercer premio). Pero siguieron participando: se sobreponen a un sistema que las excluye. Artistas activas que vendían en general a precio bajo, pero, como no estaban vinculadas a las vanguardias, cuando se escribe la historia del arte caen en el olvido, por ser mujeres y porque sus postulados estéticos se consideraban pasados de moda”.
La muestra contará con la obra de 20 mujeres, como Emilia Bertolé, Julia Wernicke, María Obligado de Soto y Calvo, Ana Weiss de Rossi y Lía Correa Morales. “A veces encontrás grandes injusticias, artistas de una gran potencia que el filtro disciplinador no dejó pasar, como María Carmen Portela. La historia del arte no es una cosa fija en la que ingresan los que se lo merecen, sino un relato que se construye en un momento histórico, con determinados prejuicios. El canon es políticamente masculino y las mujeres estamos excluidas simbólicamente. La obra de mujeres suele rondar el 15% de los acervos, pero las curadurías ni siquiera lo reflejan”.
La Colección Fortabat tiene en marcha una muestra que se verá a mediados de marzo, curada por Francisco Lemus, con foco en mujeres de los 90: Schiavi, Bairon, Hasper Jitrik, Laguna, López, Herrero y Pastorini. “Son artistas que formaron parte del modelo artístico y curatorial de la Galería del Centro Cultural Rojas. Rastrea afinidades estéticas y afectivas entre las artistas y ese espacio. Indaga en dos proyectos cercanos al Rojas, pero que trazaron una diferencia: “Violaciones domésticas” (1994) y “Juego de damas” (1996). Estas muestras iluminan la potencialidad de las artistas y, sobre todo, una estrategia de visibilidad donde la reflexión sobre el género y el feminismo se encuentran de manera subyacente, operando en los procedimientos artísticos y el discurso”, cuenta el curador.
La ola de rescate tuvo un punto alto con “Mujeres radicales: arte latinoamericano, 1960-1985”, la exposición del Hammer Museum, que estuvo hasta noviembre pasado en la Pinacoteca de San Pablo, con curaduría de Cecilia Fajardo-Hill y Andrea Giunta. “Las exposiciones de artistas mujeres no representan un fin en sí mismo, son una estrategia de visibilización de obras que de modo sistémico el mundo del arte no permite ver, sencillamente porque los espacios que ese mundo deja para las artistas mujeres representa, en el mejor de los casos, el 30% -dice Giunta-. Estas exposiciones son una estrategia de rescate, en tanto permiten revisar la obra de extraordinarias artistas del pasado que han quedado olvidadas u ocultas”. Giunta será la curadora de la Bienal del Mercosur en 2020, con el título “Femenino(s). Diferencia, participación y cultura democrática”.
En la nueva muestra permanente del Malba hay artistas mujeres que brillan por su ausencia. Mónica Mayer, Grete Stern o Liliana Maresca están ahora guardadas a la sombra. De 210 obras solo 32 son de mujeres artistas. Por eso, la historiadora María Laura Rosa propuso dar un curso que las pusiera un poco más a la vista, “Colección permanente en foco: las artistas mujeres”, los viernes de febrero. “A través de cuatro encuentros, tomaremos dos nociones de los estudios de género: mujer nueva y excepciones positivas. La primera refiere a aquellas mujeres autónomas que buscan insertarse profesionalmente entre los años 20 y 40 del siglo XX. La segunda es la mirada excepcional que ha dado la historia del arte tradicional a las pocas mujeres que lograron ingresar a su relato. Por el contrario, los estudios de género han mostrado cómo aquellas figuras excepcionales actuaban en simultáneo con muchas colegas. Analizaremos a las artistas en relación con las compañeras de su tiempo”, explica. De Frida Kahlo a Yente, Lidy Prati, Lygia Clark, Carmen Herrera y a las más contemporáneas Marcia Schvartz, Wanda Pimentel, Mira Schendel y Ana Mendieta.
En marzo, Corvalán inaugura dos nuevos capítulos de esta historia: uno en el Museo Urbano Poggi de Rafaela, Santa Fe, con obras de artistas como Olimpia Aimaretti de Ogilvie o Juana Elena Diz, y otro, una muestra feminista en el Centro Cultural Haroldo Conti. “Investigarlas, ponerlas a dialogar es continuar pensando performativamente la curaduría en tanto un modo específico de la política en acto”, dice.
Marzo, mes de la mujer y lucha feminista, tendrá acciones de todo tipo, como las que harán el colectivo de trabajadoras del arte Nosotras Proponemos, en el Centro Cultural Morán, y las que sumen los propios museos. Por ejemplo, en el Moderno habrá visitas guiadas especiales con mujeres artistas que forman parte de la colección. Nora Iniesta tendrá una exposición alusiva en el Centro Cultural El Más Acá. Entre las internacionales, en Fundación Proa se verá en febrero a la artista y activista Fannie Sosa. El Museo Sívori presentará “Transurrealismo. Arte y diversidad de género”, compuesta por piezas de la colección y artistas argentinos contemporáneos. El colectivo PintorAs tendrá una muestra en abril en la Usina del Arte, curada por Lara Marmor. “Estamos cumpliendo 10 años de nuestra primera muestra y existencia”, dice Silvia Gurfein, una de las integrantes de este grupo de 20 artistas mujeres con obra pictórica. Otra muestra será la de Fátima Pecci Carou en la galería Piedras, “Las otras en los pliegues de la Historia”. “Es un biombo de pinturas sobre historia argentina y latinoamericana desde una mirada feminista, en coproducción con una politóloga”, cuenta la artista. Cristina Schiavi curará en la galería Pasaje 17 una muestra con obras de Elsa Soibelman, Ana López y Alita Olivari. “Quise poner el énfasis en tres artistas de generaciones diferentes que por una u otra razón no son convocadas. Continúo la idea de indagar y armar otra historia del arte”.
Por: María Paula Zacharías para el diario La Nación