“Somos nosotras, organizadas y juntas, las que nos cuidamos”

“Una vida hecha. Mil proyectos. Una pareja. Dos hijos. Un nene. Una nena. Un DIU. Cuatro trabajos. Dos semanas de atraso. Dos rayitas. Un DIU corrido. Una decisión. Un número de teléfono. Una charla con una Dora. Una visita al médico. Una lavada de manos. Otra charla con Dora. Una ecografía. Una imagen que te obligan a ver.  Siete semanas. Toda la presión social. Un “no quiero”. Un “no queremos”. Mucho llanto. Una decisión tomada. Un encuentro. Una plaza. Una entrevista. Un “te acompañamos” que vale millones. Un instructivo. Doce pastillas. Una decisión irrevocable. Una mañana. Cuatro pastillas. Tres horas. Dolor. Mil mensajes. Mucho acompañamiento. Mucho miedo.  Cuatro pastillas más. Tres horas. Más dolor. Más mensajes. Cuatro pastillas. Un dolor fuerte. Un saco gestacional. Un aborto. Un mensaje que confirma. Un mensaje que tranquiliza. Un mensaje que cuida. Diez días más. Un control. Cuarenta días de sangrado. Un punto final. Un grupo que milita…un grupo que acompaña. Un cuerpo que decide”.

Este relato lo hizo una mujer a la que acompañé en su proceso de aborto con medicamentos desde el espacio Dora te escucha en la Ciudad de Paraná, una de las miles acompañadas como lo venimos haciendo desde Socorristas en Red desde el año 2012.

Este es un relato verdadero. Y es uno de los buenos. Porque también es verdad todo lo que las mujeres hacen para abortar: tampones embebidos en lavandina, sal inglesa en la vagina, tallos de apio, de perejil, bayaspirinas en forma de óvulos, golpes en la panza propiciados a veces por sus propios niñes, cajas de anticonceptivos tomados en una sola vez, consumo de jugo de limón como único alimento durante 3 días, té de ruda, de ajenjo, de palo santo, de orégano, de paraíso, de madreselva, estafadas en mercadolibre con la ilusión de comprar pastillas de misoprostol a $ 5.000,00 que nunca les llegan, enfermeros y enfermeras inescrupulosos que les ofrecen a cambio de $ 3.000,00 la colocación de una sonda en el cuello del útero, médicos ventajeros que ofrecen servicios de colocación de 4 pastillas de oxaprost por hasta $ 10.000,00 para hacerlas regresar cuando empiecen los sangrados simulando abortos espontáneos y someterlas a legrados en clínicas privadas que obviamente serán costeados por las obras sociales o prepagas, exposición a la moralidad de empleados de las farmacias que imponen la vergüenza pública leyendo en voz alta la receta para luego cobrar un sobreprecio del indicado en la lista…

Sostener leyes que criminalicen el aborto es tortura física y psicológica, y no impide que la práctica se realice porque cuando se toma la decisión de abortar se lo hace, aún a costa de la propia vida.

En pleno siglo 21 y a pesar de todas las presiones de organismos internacionales sanitarios y de derechos humanos, todavía no hay ninguna política pública integral y jurisdiccional de Estado que haya disminuido la mortalidad de persona gestante por causales de aborto, es por las acciones del movimiento feminista y el compromiso de algunes profesionales y toda la red nacional de “profesionales por derecho a decidir” que nos salvamos y hemos logrado disminuir el riesgo compartiendo información.

La difusión de la información, el acompañamiento y la contención de las mujeres en los procesos de aborto seguro no es mérito del Estado, somos nosotras organizadas y juntas quienes nos ocupamos de cuidarnos.

Desde que nacemos se nos inculca que nuestro destino es maternar, el aborto es la única posibilidad que tenemos cuando no podemos o no queremos cumplir con esa imposición.

El aborto puede ser tan traumático como cualquier embarazo forzado, las únicas heridas que pueden aparecer son las provocadas por los dogmas y la obligatoriedad.

En Argentina desde 1921 hay aborto legal por causales, sin embargo en los Hospitales todavía nos siguen negando la atención y denunciando, nos amenazan, agreden y ridiculizan nuestras opiniones y sentimientos.

Seguir negándonos el derecho al aborto es un acto delictual. Este Congreso, y todos los poderes del Estado no pueden pasar 100 años más debatiendo algo que es cotidiano, no pueden pasar más tiempo condenándonos.

Ustedes tienen responsabilidades éticas y políticas, no se trata de sus convicciones morales individuales, no estamos conversando en el living de cualquier casa, nos deben este derecho humano que no puede seguir estando en el Código Penal.

El aborto es una decisión íntima, es personal y es política de todas y cada una de las personas gestantes.

Durante mucho tiempo los varones han sabido sobre el aborto lo mismo que las mujeres: que existe, se hace en la clandestinidad, las condiciones varían de acuerdo a la clase económica y después se oculta, se niega. Esto ya no es así. Muchas de nosotras ya no pedimos permiso ni nos sometemos a las decisiones ajenas. El aborto ya no es un secreto a voces. Aunque muchas personas todavía ejerzan sus privilegios de clase y continúen manteniendo la práctica escondida.

Para nosotras el aborto es una forma de resistir la moral de quienes se oponen a nuestro derecho a decidir y es una forma de insistencia en la defensa de nuestras vidas.

A nosotras no nos cuesta sobrevivir y/o sobreponernos a un aborto acompañado y seguro, todo lo contrario; lo que nos cuesta es ejercer la soberanía sobre nuestro propio cuerpo porque el Estado incumple con tratados internacionales, con normativas vigentes porque no reconoce nuestro derecho a decidir sobre los proyectos de vida que queremos encarnar.

Hoy nosotras abortamos acompañándonos con cuidado y respeto. Hemos hecho de nuestro activismo un acto de subversión, pero también de amor.

Nosotras, las activistas argentinas, las latinoamericanas, las de todas las partes del mundo estamos convencidas de que el aborto es una deuda de la democracia acá y en muchos países.

Nosotras entendemos que la pelea para que el aborto sea legal, seguro y gratuito significa luchar por la justicia social.

Nosotras, las socorristas, estamos decididas y si una se autolesiona o es castigada por abortar, nosotras estamos dispuestas a todo para que ninguna vuelva a vivir en la desesperación, la angustia y la soledad de la desobediencia.

Sabemos que las leyes solas no alcanzan, pero la despenalización junto al aborto legal, seguro y gratuito nos brindará un piso de posibilidades para liberarnos de la opresión y de los mandatos sociales.

Por todo esto es que éste debate histórico es otra de nuestras conquistas.

El aborto ya no nos da vergüenza. No se avergüencen ustedes de votar a favor de la vida y la libertad de las personas con capacidad de gestar.

Nosotras no aceptamos más ser estigmatizadas por gozar, ni ser madres para cumplir con los intereses ajenos a nuestros deseos.

Nosotras no nos resignamos a ir presas por abortar y no queremos más muertas por intentarlo!

 

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