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La Cascotiada publica su primer libro desde su conformación como cooperativa editorial. Se trata de dos poemarios reunidos del gran poeta tucumano Ricardo Gutiérrez, que nos llevan de viaje por las formas de escriturar el deseo: Los labios del agua (escrito en los años ’60- ‘70) y Libidinario (escrito en distintas épocas desde los ‘80 hasta los 2000).
Por Gri Arué Ocampo
Los primeros encuentros con Ricardo se dieron entre vino, risas y remembranzas de otro querido autor tucumano: Juan José Hernández. El primero fue en Casa Dumit, en un evento literario, y el segundo en una Tertulia Marica de esas que forman parte de la historia de La Cascotiada. No es coincidencia que las charlas giraran en torno a Juanjo, tanto él como Ricardo compartieron una pasión: escriturar el deseo homosexual desde Tucumán. Esas primeras charlas abrieron paso a la amistad, y en los cimientos de esa amistad fue que una tarde en la casa de Ricardo éste le mostró a Pato Dezalot los manuscritos de Los labios del agua. Desde ese momento se pusieron en acción los engranajes del movimiento editorial, y Ricardo se convirtió en una de las madrinas de la transformada Cascotiada (ahora cooperativa de trabajo editorial): iba a ser suyo el primer libro que se publicara en esta nueva etapa.
El libro
Según Simona Salvatore, “no existe la poesía de Ricardo sin Ricardo, sin sus vivencias, sin su cuerpo. Ricardo y su poesía son un indivisible.” Fundador junto a Pachi Molina Bri, Alicia Gómez Omil y Mirtha Suárez Porto del grupo Yunke en los 70, participante asiduo de las noches bohemias de debate, café y ginebra en El Buen Gusto, Ricardo reconoce en una entrevista hecha por Roberto Espinosa para La Gaceta que la poesía lo atrapó entre los 12 y 13 años, que en ese momento escribió sobre el amor y que para siempre su poesía estuvo marcada por el Eros.
Y no es coincidencia que nos hable del deseo en griego: entrevistado por Simo y Pato les dice: “¿Qué vos encontrés esa belleza, esas cosas en la biblia? ¡No! ¡Dejame de joder! Los griegos eran poetas por antonomasia, aparte de ser filósofos eran poetas por antonomasia.” Y ese amor por los griegos recorre las páginas de este libro doble que hoy presentamos. Hay algo del amor y el deseo Apolíneo en la escritura de Los labios… que se complementa con los cuerpos y manjares exquisitos que se tornan explícitos y rebosantes en Libidinario.
Al estar escrito en “los años de plomo” (como les dice Ricardo), años tan difíciles para un Tucumán que pasaba por el Operativo Independencia y luego por la violencia de la dictadura militar, se podría pensar que es un texto reprimido, censurado, guardado en un placar bajo siete llaves, cuyas metáforas sirven para ocultar y encriptar un deseo tímido y escondido. Pero nada de eso es el caso de Los labios del agua. Este texto circuló entre amigxs de Ricardo, fue leído en grupos de poetas, fue gozado en su contexto como una fruta jugosa en una tarde de calor. “Irreverencia ante su educación católica familiar”, “acceso autodidacta a la filosofía”, “maravillosos lazos de amistad cómplices” y “una calentura desbordante” son términos que se usan en el prólogo para tratar de describir a esta etapa de la vida de Ricardo y de su obra. Formas de vivir el deseo y escriturarlo, resistencias moleculares, vivencias fogosas que fluyen con el suave canturrear de un río, como “la gracia de siempre encontrar a la vuelta de la esquina, a través del reflejo de una vidriera, alguien que te incita al amor y al pecado”. Todo eso se deja traslucir de este primer poemario.
Parafraseando a Ricardo, si Los labios… es como el agua que fluye, en Libidinario el agua está en plena ebullición y eyaculada de la tierra como un géiser. El deseo es más cristalino, más diáfano, y está tan prendido fuego que el poemario terminó siendo publicado anteriormente en una antología llamada De Incendios y resplandores de Ediciones El Mono Armado (2016). En estos poemas encontramos cuerpos esculpidos al estilo de la escultura griega clásica, labios que rozan, besan y muerden, y bulliciosas actividades eróticas en una poesía mucho más explícita. Dice Pato que Libidinario “es más desfachatado, mucho más suelto, utiliza otro lenguaje, hay muchas imágenes griegas, hay mucha sensualidad, hay otras palabras mucho más alusivas: saliva, nalgas, miembro, calor, aliento (…) es como si fuera una orgía a plena luz del día.”
La propuesta
Pero los dos poemarios no están solos en este libro. Hay un prólogo (lo hemos citado más arriba) escrito por Patricio Dezalot y titulado “Un cuerpo compartido”, y hay dos fragmentos de entrevistas al mismísimo Ricardo que sirven como antesala de cada uno de los poemarios. Ruth Isa nos aclara que la edición de La Cascotiada en este caso no ha sido intervenir los poemas, sino reunirlos en un todo por ser los dos poemarios gays de Ricardo, dos formas en las que retrata y escritura en la poesía el erotismo, con sus diferencias, pero enlazados por el despliegue de sensualidad.
También, porque sabemos la importancia de publicar poesía erótica gay tucumana, a través del prólogo y las entrevistas buscamos acompañar los poemas de un contexto, ubicarlos en su espacio tiempo y en su línea de poetas maricas amantes de los griegos antiguos y que buscaron reflejar en la tinta los deseos candentes del cuerpo. De esta forma acompañamos el arte, como una forma de alcanzarte la cuchara para que te inclines sobre el postre prometido.
Por qué debe estar en tu biblioteca
Si todavía no estás comprando el libro en la tienda virtual de La Cascotiada o por alguna de sus redes, aquí te dejo el empujón que necesitás para hacerlo. La poesía de Ricardo recogida en este libro es una experiencia movilizante. Seas marica, ama de casa, desempleada, estudiante de biblioteca o católica recalcitrante, estos poemas te dejaran sudada y abanicándote con lo que encuentres a tu alcance.
Pero además de eso, también es una experiencia para la razón y las emociones. Sin duda recorrer poemas escritos desde los años 60 en adelante en Tucumán y que nos hablan del Eros nos abre la puerta para conocer más sobre nuestra provincia, para explorar realidades que por ahí no se tienen en cuenta o no se narran en la historia tucumana que te enseñaron en la escuela o que se haya en el imaginario colectivo. Como dice Simo: “Leer Los labios del agua y Libidinario es acercarse a Ricardo, a la narrativa de su mundo, a su oralidad, a su voz muy singular, a su humor también. Poder ver a través de un lente más que el pasado, la posibilidad de futuro que nos ofrece eso que Ricardo estaba diciendo en sus poemas.”
El libro de Ricardo da cuenta de que existía el amor y la sensualidad marica en el pasado en esta provincia, que existía el deseo y que había formas de vivir y resistir aún en los años más violentos, y eso nos permite sentir a todas las maricas, tortas, travas, bi, y otres, que somos parte de un lugar; que con místicos lazos de sangre y purpurina, formamos parte de la historia de esta provincia que tantas veces se nos presentó como expulsiva (no por nada La Cascotiada tiene este nombre).
En síntesis, son dos poemarios gays tucumanos que merecen ser desparramados por la provincia, el país y el mundo y adornar un estante en tu biblioteca para ahora, para el futuro, para siempre.
Consejo editorial: leer Los labios a la tarde comiendo jugosas frutas o tortas con merengue, y ya entrada la noche terminar con Libidinario entre las sábanas. Usar a discreción.
(Ricardo Gutiérrez – Libidinario)