Día Internacional de la Felicidad | ¿Está bien no estar bien?

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Collage: Tamara García para La Tercera

La pandemia aumento significativamente los trastornos de salud mental en Argentina, afectando a casi la mitad de la población con ansiedad. A pesar de la creciente demanda de atención, el sistema sigue enfocado en la meritocracia y el individualismo, lo que dificulta la búsqueda de soluciones colectivas y efectivas para abordar estos problemas. En el Día Internacional de la Felicidad, es urgente repensar los paradigmas de éxito y productividad para abordar la salud mental de manera consciente e integral.

Los trastornos mentales y las exigencias actuales

El 20 de marzo se celebra el Día Internacional de la Felicidad. Tener dinero, pareja, trabajo estable, auto, ropa, viajes y experiencias hacen ser “felices”. Pero, ¿qué sucede cuando algunos de los objetivos no se cumplen y hay frustración, tristeza y pérdida del sentido de la vida al no conseguir ser como el resto aparenta ser?

Posterior a la pandemia, se ha observado un notable incremento en las consultas realizadas a profesionales de la salud mental. La vida y la muerte, la salud y las preocupaciones sobre un futuro que tal vez no llega, han disparado los índices de ansiedad, depresión y bipolaridad de una manera alarmante. Casi la mitad de la población argentina padeció ansiedad en la pandemia debido al aislamiento social y el 30% atravesó niveles de depresión significativos.

La salud mental está en auge, lo que ha llevado a que personas de diversos campos se expresen sobre prácticas para cuidar la mente. Las redes sociales están inundadas de influencers sacha terapeutas motivacionales, que sugieren cómo conseguir la felicidad extrema. Ivana Nadal relativiza los sentimientos de angustia o tristeza. Los ideales de belleza detrás de las exigencias de ser felices haciendo actividades físicas intensas y planes alimenticios arriesgados. Sin embargo, la realidad es que a veces no se puede con todo.

Actualmente, triunfar tiene todo que ver con el alcance profesional y monetario del trabajo que se hace. Si ganas mucho dinero, sos exitosx. Se vive en un sistema capitalista, en el cual la mentira de la felicidad es neoliberal, meritocrática, sexista e individualista. 

El sistema busca incentivar el esfuerzo, a darlo todo por el trabajo y a culparnos cuando la felicidad no llega. Sin embargo, la realidad es que estamos atravesadxs por un sistema profundamente violento, en un país que sufre una constante crisis económica, con trabajos precarizados y sin poder llegar a fin de mes. La mayoría de las causas que provocan diferentes trastornos en la salud mental son de carácter social. Estas coyunturas sociales, que afectan las subjetividades, influyen enormemente en el desarrollo de las capacidades productivas y en lo que representa la felicidad para cada unx.

Nacer siendo mujer es un condicionante en la búsqueda de la felicidad, ya que el sistema patriarcal se encargará de obstaculizar el pleno desarrollo de las condiciones óptimas de vida mediante violencias y opresiones, las cuales tienen un costo emocional y, por ende, una repercusión somática a nivel corporal. El mayor consumo de benzodiazepinas (tranquilizantes) lo realizan principalmente las mujeres y personas de clases sociales más bajas. Seamos honestxs: al sistema le encanta patologizar a los pobres y a las mujeres.

Desde mi experiencia en consultorio, muchas veces, lxs usuarixs del sistema de salud se acercan a una consulta médica simplemente porque no tienen a nadie con quien conversar. Entran con un dolor de cabeza, pero después de 15 minutos de charla, se olvidaron porque habían ido en primer lugar. La gente se siente muy sola, y esto repercute a nivel emocional, afectivo y orgánico. 

Tener miedos y ansiedades es un mecanismo de defensa, en el cual se advierte, por medio de signos y síntomas, de que algo no va bien. 

Resulta interesante resignificar los síndromes, entendiendo lo difícil que es sobrellevar las ansiedades, brindando la posibilidad de trabajar los cuerpos y mentes como un todo integral, abordando la terapia desde un posicionamiento político y consciente. 

En tiempos de egoísmos e individualidades, pensarse colectivamente desde la salud mental es urgente. Reflexionar en conjunto, buscar aliadxs que también cuestionen los paradigmas de éxito y productividad, adquiriendo herramientas que ayuden a vincularse con otrxs desde un espacio seguro y cuidado, desde mentes que se hacen cargo de sus patologías.

La salud mental de la población joven

En nuestro país, un gran porcentaje de las consultas realizadas en el nivel primario de salud, son enfermedades de salud mental. La mayoría desencadenadas por estrés, afectando principalmente a jóvenes de clase media-baja. Es muy difícil hablar de salud mental en Argentina, a pesar de ser un país que tiene una gran cantidad de psicólogos por habitante.

Ante situaciones estresantes o amenazantes, el cuerpo responde con ansiedad para intentar controlar la situación. Los malestares mentales surgen desde la adolescencia, incluso desde la niñez, etapas fundamentales en la vida para el desarrollo de la autonomía y la autoestima.

Me parece interesante traer a colación datos obtenidos del Primer Estudio Epistemológico Nacional de Salud Mental, realizado por la UBA en articulación con la OMS. Este análisis arroja a la luz datos concretos sobre el estado de salud mental de la población argentina. Se estima que, en nuestro país, una de cada tres personas sufre algún trastorno mental o del comportamiento. Se detectó que los trastornos más comunes en Argentina fueron: trastornos de ansiedad, trastornos del estado de ánimo, (depresión, bipolaridad), trastornos por usos de sustancias y trastornos por control de impulsos. También se observó que, en personas más jóvenes, la prevalencia de trastornos mentales fue mayor en comparación con los grupos de mayor edad.

Durante la pandemia, hubo un aumento en la prevalencia de estados de ánimo vinculados a la ansiedad y a la depresión. La edad de inicio promedio para desarrollar una enfermedad mental es de 20 años, observándose una diferencia según género, siendo las mujeres las que padecen mayor trastorno de ansiedad, en una relación del doble en comparación con los varones. Ser mujer constituye un factor de riesgo de vulnerabilidad, por el peso que recae en las tareas de cuidado doméstico y familiar, la crianza y las desigualdades laborales.

Resulta peligroso omitir la carga que tienen, para el sistema de salud, estas estadísticas. Desarrollar un trastorno mental a temprana edad repercute en el ámbito laboral, educativo y vincular, actuando también como detonante de futuros padecimientos crónicos, siendo el estrés un factor predisponente a muchísimas enfermedades

Hablar de una población joven estresada parece una exageración, pero no lo es. Lxs jóvenes no tienen perspectiva de futuro, azotadxs por constantes crisis económicas y laborales, constituyendo así un grupo especialmente vulnerable. Cuidar y bregar por la salud mental de las niñeces y los adolescentes no es una locura: se necesitan políticas públicas urgentes que abarquen esta franja etaria, con recursos humanos capacitados en abordaje interdisciplinario de patologías de salud mental. 

Este estudio arroja también datos con respecto al tratamiento de las patologías de salud mental. Solo el 30,2% de lxs argentinxs que padecen trastornos mentales severos reciben tratamiento adecuado. También visibiliza que son las mujeres las que identifican con mayor claridad síntomas de enfermedad mental y piden ayuda, sin percibir el tratamiento como estigmatizante, no al mismo nivel que los varones, al menos. No por nada la tasa de suicidios es mucho mayor para varones que para mujeres.

Las mujeres tienen mayores probabilidades de padecer trastornos de ansiedad, y los varones de padecer trastornos por sustancias.

En el día de la felicidad, resulta interesante reflexionar específicamente sobre la salud mental, para poder comprender que nadie es absolutamente feliz, y que a todxs atraviesa el sistema de opresión capitalista y patriarcal, en el cual no hay margen de tiempo libre, ocio y reflexión. No existe, médicamente hablando, un tratamiento único y genérico para la tristeza o los trastornos de salud mental. Es importante personalizar cada caso, entendiendo que solo unx está dentro de su cabeza y que lo que sucede, si es importante. 

Es necesario acompañarse de atención profesional. El problema que se tiene, actualmente, es la falta de personal de salud mental en las instituciones públicas, ya sean Caps u hospitales. Hoy, hacer terapia es también un privilegio

La salud mental debería ser un derecho de alcance universal, por eso es urgente más y mejores políticas de salud pública que permitan un acceso adecuado a los servicios de salud mental, especialmente para las clases media y baja, haciendo foco en las niñeces y adolescencias, principal población vulnerable. 

Otra realidad, es que también existe poco profesional de salud capacitado en abordaje de trastornos mentales. Muchísimos medicxs ni siquiera consideran la opción de derivar a terapia a sus pacientes, eligiendo en primer lugar la opción farmacológica más cómoda.

Urgen capacitaciones a personal docente y administrativo, que entienda y registre mínimamente los signos de alarma en poblaciones a cargo, para poder derivar o aconsejar a tiempo. Nos debemos, como sociedad, desestigmatizar las enfermedades mentales, comprendiendo que nadie está exento de la posibilidad de padecer alguna de ellas, en mayor o menor medida. 

Si alguien cuenta con una salud mental excelente, que levante la mano.

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