De Alicia Moreau de Justo a Eva Perón: cómo se gestó el voto femenino en Argentina

Julieta Lanteri emite el primer voto femenino de Sudamérica en 1911 . AGN

El 11 de noviembre de 1951 por primera vez las mujeres votaron legalmente en nuestro país. Tras incansables años de lucha, pudieron expresar su voluntad en las urnas.

Por Carla Martilotta para Notas Periodismo Popular

El 23 de septiembre de 1947 miles de personas se reunieron en Plaza de Mayo para escuchar el discurso que Juan Domingo Perón dio junto a Eva Duarte y que cambiaría para siempre el destino de la mitad de la población. Por altoparlantes, con el documento en la mano y a viva voz, Eva dijo: “Mujeres de mi Patria, recibo en este instante, de manos del Gobierno de la Nación, la ley que consagra nuestros derechos cívicos. Y la recibo, ante vosotras, con la certeza de que lo hago, en nombre y representación de todas las mujeres argentinas. Sintiendo, jubilosamente, que me tiemblan las manos al contacto del laurel que proclama la victoria”.

De allí en más, el sufragio femenino fue historizado como una conquista del peronismo. El 11 de noviembre de 1951 el 90% del padrón de mujeres concurrió a las urnas. El 64% de ellas votó por Perón, en la fórmula secundada por Juan Hortensio Quijano, que se alzó de nuevo con la presidencia. Para ese entonces, las mujeres argentinas habían adquirido derechos laborales, más y mejor educación y una herencia de lucha.

Adriana María Valobra realizó una serie de entrevistas a un grupo de mujeres que emitieron su voto aquel día, recopiladas en el trabajo La ciudadanía política de las mujeres y las elecciones de 1951, donde da cuenta de otro importante factor a considerar. “Según una entrevistada, su marido le decía ‘votá a tal o a cual’ y ella le hacía caso porque ‘no le podía eh… pelearle o llevarle la contra […] porque no tenía ninguna idea política… ¿entendés? Y no me… no me interesaba’. Al ser requerida acerca de si pensaba que al entrar en el cuarto oscuro tenía la posibilidad de votar a quien ella quisiera, responde: ‘No tenía tampoco ni a quién a lo mejor votar, que no fuera el que él me decía. Porque siempre pensaba: ‘bueno, que si él me lo decía por ahí estaba bien…’”, transparenta la autora.

En tanto, mas adelante da cuenta de que “otras entrevistadas encontraron en el carácter secreto del voto la posibilidad de fugarse de las imposiciones masculinas y votar libremente”. De esta manera, queda en evidencia como ese derecho significó para las mujeres no solo la posibilidad de expresarse políticamente, sino de comenzar a romper con los cánones normativos de las familias patriarcales. El derecho político adquirido, expresado de forma privada e individual en el cuarto oscuro, se encarnó en las relaciones personales de poder y las puso en jaque.

Décadas de lucha

Desde ese 11 de noviembre de 1951 las mujeres pueden elegir a sus representantes y ser candidatas. Sin embargo, los precedentes se remontan a fines del siglo XIX. En 1889 Cecilia Grierson fue la primera mujer en graduarse de la carrera de medicina, para luego participar del Segundo Congreso Internacional de Mujeres, celebrado en Londres. Un año después fundó el Consejo Nacional.

En 1907 la socialista Alicia Moreau de Justo creó el Comité Pro-Sufragio Femenino. En 1910, el año del centenario de la Revolución de Mayo, Buenos Aires fue sede del Primer Congreso Femenino Internacional. Allí, argentinas, chilenas, uruguayas y paraguayas reclamaron el derecho de las mujeres a votar.

En 1911, Julieta Lanteri, originaria de Italia pero en Argentina desde los seis años, consiguió mediante un amparo judicial convertirse en la primera mujer de toda Sudamérica en ejercer el derecho al voto en las elecciones municipales celebradas el 26 de noviembre de aquel año. Feminista y agnóstica, en marzo de 1919 se lanzó como diputada nacional por la Unión Feminista Nacional y contó con el apoyo de Moreau de Justo y Elvira Rawson, sus compañeras del Consejo Nacional. “En el Parlamento una banca me espera, llevadme a ella”, fue su slogan de campaña. Cosechó 1730 votos. Todos, claro, de varones.

En 1911 ingresó al Parlamento el primer proyecto de Ley para que las mujeres puedan ejercer el derecho al voto, presentado por el socialista Alfredo Palacios, pero fue cajoneado. En abril de 1938 Aldo Cantoni impulsó en San Juan el voto femenino y la provincia se convirtió en pionera. En 1929 Mario Bravo, también socialista, presentó un proyecto similar al de Palacios, pero recién fue debatido en 1932, debido al golpe de Estado de 1930. Mientras el Congreso se preparaba para debatir el expediente, llegaron a manos de los legisladores 95 mil boletas que rezaban: “Creo en la conveniencia del voto consciente de la mujer, mayor de edad y argentina. Me comprometo a propender a su mayor cultura”. La cámara baja le dio media sanción, pero el Senado la rechazó.

Desde el proyecto por Palacios en 1911 se rechazaron 22 iniciativas más, hasta que el 9 de septiembre de 1947 se sancionó la ley 13.010. En su primer artículo sostenía: “Las mujeres argentinas tendrán los mismos derechos políticos y estarán sujetas a las mismas obligaciones que les acuerdan o imponen las leyes a los varones argentinos”. Catorce días después, Evita salió al balcón.

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