Un juez no quiere reconocer la masacre de Barracas como un crimen de odio

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Fotos de @aimediomundo

Justo Barrientos fue procesado por “homicidio doblemente agravado por alevosía y el uso de un medio idóneo para causar daño” y podría ser condenado a prisión perpetua. El juez no tomó en cuenta la motivación del ataque ni la perspectiva de género.

El 3 de junio de 2015 se transformó en un hito en la lucha de las mujeres y diversidades en contra de los femicidios. Logramos instalar la temática en la agenda pública y los medios de comunicación. Poder identificar la violencia de género como un tipo de violencia específica tomó mucho tiempo, pero lo logramos. 

Algunos se preguntarán por qué es necesario reconocerla y tipificarla. Y responderemos con el eslogan ya conocido “lo que no se nombra no existe”. Es importante detenernos en esto: reconocer la violencia de género nos permitió durante todos estos años contabilizarla y estudiarla para poder dar respuestas efectivas para prevenirla y erradicarla. No es un capricho, es una obligación que tienen los Estados de acuerdo a las convenciones con rango constitucional. 

La fecha se estableció luego del femicidio de Chiara Paez, asesinada por su novio de tan solo 17 años, y de una seguidilla de crímenes donde las mujeres “aparecían” muertas en basurales, en la calle, o en sus casas.

Con el femicidio de Micaela García, pudimos hablar de perspectiva de género en la Justicia e instalar ese debate. El juez Carlos Rossi le había otorgado el beneficio de la libertad condicional a quien luego violaría y asesinaría a Micaela, desoyendo los dictámenes que lo desaconsejaban taxativamente. Hoy, la familia de la joven lleva una lucha adelante para que esto no vuelva a suceder. 

En Tucumán, Paola Tacacho fue 22 veces a la Justicia a pedir ayuda. Durante 5 años fue acosada y hostigada por quien terminó siendo su femicida. La lucha feminista logró el juicio político a uno de los jueces que intervinieron en la causa y se logró su destitución por no haber actuado con perspectiva de género en la causa. 

Hace casi un mes, el país se estremeció con la noticia de la masacre de Barracas, donde un hombre de 68 años, Justo Barrientos, atacó a sus cuatro vecinas en un conventillo con una bomba molotov. Las prendió fuego mientras dormían. A causa de ese ataque murieron Pamela Cobas, Andrea Amarante y Roxana Figueroa, luego de agonizar por días. Solo sobrevivió una de las mujeres quien estuvo internada por más de 20 días y perdió a sus amigas y su pareja en ese ataque.

El día después del noveno aniversario del Ni Una Menos, trascendió la noticia de que el juez Edmundo Rabbione omitió en la carátula de la causa el agravante por crimen de odio. Barrientos fue procesado por “homicidio doblemente agravado por alevosía y el uso de un medio idóneo para causar daño”.

No estamos hablando sobre la pena que recibirá el agresor, ya que con la nueva carátula se prevé reclusión perpetua. El problema es la decisión del juez de no tener en cuenta el contexto de violencia de género y de odio por orientación sexual que rodea el hecho. 

Barrientos no mató a cualquier persona. Atacó a cuatro mujeres por ser lesbianas y mató a tres de ellas. Había hostigamiento previo y testigos afirmaron que les gritaba “engendros”, “sucias”, entre otras cosas. 

Acá no hay ignorancia. No se trata de desconocimiento de la ley. El agravante por odio por orientación sexual se incorporó a la ley de femicidio. Apenas sucedió el crimen, la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans presentó en el Juzgado interviniente el informe de Crímenes de Odio y solicitó se tenga en cuenta esa perspectiva.

Las decisiones del juez se tratan de un posicionamiento ideológico para ocultar la violencia específica que se cobra las vidas de las personas del colectivo LGBTIQ+ y de mujeres.

¿Cuántos casos más habrá de jueces que deciden ignorar este tipo de agravantes? Sobre este caso el movimiento LGBT y feminista tomó conocimientos rápidamente por lo grave del hecho, por que existieron testimonios que pudieron dar cuenta de ese contexto de hostigamiento y por que sucedió en CABA. En el resto del país, constantemente jueces y fiscales operan con perspectiva patriarcal.

Ejemplos sobran sobre la cantidad de travesticidios que no lograron condenas y continúan impunes. En Tucumán, desde la organización Andhes elaboraron un protocolo para la investigación y litigio de casos de muertes violentas de personas trans, luego del transfemicidio de Ayelén Gómez, que en el período de investigación tuvo un mal abordaje por no tener el cuenta el contexto de vida de la víctima.

En 2022, desde Proyecto Generar publicaron el libro “Poder Judicial: la última trampa del patriarcado”. Se trata de una publicación con observaciones, experiencias y aportes de trabajadoras, periodistas, profesionales, referentas de diferentes sectores que permiten pensar los cambios del sistema de justicia que se proponen desde el feminismo, y que son necesarios para transformar la realidad.

Diferentes autoras, intentan visibilizar cómo, a pesar de nuestras luchas y construcciones colectivas por la ampliación de derechos, cada vez que acudimos al sistema judicial quedamos atrapadas en un laberinto sin salida.

Las redes que se conformaron ante el horror del triple lesbicidio de Barracas apuntarán a que este crimen no quede impune. La única sobreviviente ya se constituyó como querellante apenas logró salir del hospital y exige justicia por sus amigas y compañeras.

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