Todas nuestras chicas

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Foto Agustín Indri

Hola a todos, muy buenas noches

Así, con fingido recato, se presenta Gorda Resucitada (GR) en su disco debut Todas mis chicas. Que no nos confunda el pop inicial con lo que se viene: el disco trasciende estilos musicales para dejarnos un sabor punk que no se va de la boca. ¡Y qué bueno que persista! Si algo necesitamos en esta realidad aciaga es de un poco de insumisión, de ruptura liberadora en un momento en que pareciera que se nos ha expropiado esa imaginación desde posiciones oscuras y totalitarias.

Elegí arrancar la escritura de este texto en movimiento porque es así como escuché por primera vez a Todas mis chicas: viajando en colectivo por la ciudad en la que vivo, Buenos Aires. Al terminarlo, quedé conmovida y compartí el enlace con todes mis amigues porteñes que no la conocen a GR ni a su proyecto. A todes les dije que era muy “desacato ante tanta autoridad”, y que creía que les iba a hacer bien. No me cercioré sobre si lo escucharon o no, insisto entonces con estas líneas a ver si les convenzo de hacerlo a elles y a ustedes.

Las siguientes semanas no pude parar de escuchar el disco. Me llamaba la atención, qué era lo que me conmovía tanto de esas 6 canciones condensadas en 20 minutos. ¿Acaso el pasado compartido con GR que me hacía proyectar en ella un presente similar al mío? Sin dudas eso contribuye: en general me da orgullo ver a alguien (y sobre todo queridx, apreciadx) perseguir sus sueños (si, así de cursi). Nos conocemos desde la infancia en un colegio católico de la capital tucumana, antes de que cada una en caminos paralelos se desprendiera de mucho de lo que nos había moldeado hasta entonces y le dijera fuck you a la pacatería y la vergüenza. Pero no, hay más. ¿De qué habla Todas mis chicas? Cuenta sobre su vida, las chicas que pasaron por ella, pero sobre todo, GR habla con/contra/de/entre/para/por/sobre las chicas que es y fue.

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Foto Agustín Indri

Viajé a Tucumán con estas ideas dando vueltas. Gorda Resucitada se presentaba en el Festival Tucumán Urban Indie del 2/9 y yo quería verla en vivo. Antes del festi almorcé con la Mili y le conté sobre mi entusiasmo con el disco. Me explayé sobre cómo venía sintiéndome con algunas canciones, que ya me sabía algunas letras de tanto escucharlas y que me sorprendía sentirme tan tocada por un proyecto musical integral (no un montón de singles sueltos, bienvenido sea), siendo que no me pasa seguido. Charlando con ella entendí que, claro, esas canciones me hacían pensar en chicas con las que salí, a las que amé, a las que olí, en las que habrá también conocido GR, en las facetas de su propia vida… y también, especialmente me llevaban a mí: a tener entre 20 y 30 años transitados a caballo de kirchnerismo, macrismo y decadencia derechosa actual, a no ser del todo nativas digitales, a ser esta generación que parece bisagra y que ya es adulta aunque por momentos no se siente así, a la que le prometieron un mundo que ya no existe y entonces decidimos militar en espacios que después nos desilusionaron pero aún así nos duele lo que vivimos a diario y alguna mano queremos meter. Todas sus chicas, mis chicas, todas nuestras chicas, todas nosotras somos las chicas. 

Hoy, la Avenida Directorio se abre amplia para la chica del pop y su ritmo casi aletargado. La chica del pop es rosa, luminosa, sonriente y se pudre por dentro. Inevitable pensar en la educación católica que compartimos con GR, cuando por los auriculares me chorrea esa canción de melaza que casi me hace percibir el olor dulzón de la carne podrida. Parece decir mirá cómo nos ilumina el sol mientras la culpa apre(he)ndida nos condiciona en todo lo que hacemos y, sobre todo, no hacemos. Hermoso abrir el juego desde esa primera revelación de que algo que parecía muy pop es muy dark, y que también en lo más dark podemos ser muy color rosita. 

Habiendo recibido el primer impacto, nos dice luego que es demasiado cobarde para amar a su chica trash, esa canción para o sobre las lesbianas que caminamos enojadas, o sobre la (im)posibilidad de vivir el/un lesbianismo, que rockea con una letra nostálgica pero reivindicativa igualmente del sentir, del explorar, de ver qué te pasa con alguien aunque después esa chica empiece a hacerte daño. Incluso cuando esa chica sos vos misma: ¿cómo vivimos con el querer ser de otra manera diferente a la que nos sale? ¿Cómo afrontamos ejercicios de autocrítica amables? ¿Cómo armamos relaciones con otres y nosotras que rompan con la culpa, el miedo, la paranoia? No tengo respuestas, corre corre bonita chica trash, hasta que mis miedos no te puedan tocar, corre corre bonita chica trash, sos poesía entre tanto malestar. 

Ay chica rosca, que tanta libido tenías puesta en querer cambiar el mundo, la militancia, la patria es el otro y ahora, ¿dónde estás, dónde estoy? Y acá creo que GR se hace una pregunta generacional importantísima de quienes vivimos nuestros despertares políticos durante el kirchnerismo, relativa a cómo se institucionalizan nuestras luchas de base, cómo se dan esos procesos, cuáles son las contradicciones y a qué precio se viven. Pienso especialmente en el movimiento feminista, que se merece (nos merecemos) discutir seriamente estos mecanismos de la política (en particular, partidaria) como actrices con protagónicos recién conseguidos en la escena social, como sujetxs de derechos que pasamos a ocupar un lugar central…. hasta que parece que no tanto (guiño, guiño al panorama electoral). Las y les que ocuparon espacios que se abrieron, ¿cómo y qué hacen desde ahí? Es una búsqueda que se aleja de la confrontación personal con esxs compañeros y en cambio pone el foco en qué hacemos, demandamos y sostenemos, como movimiento. Vayan, por favor, escuchen chica rosca enganchado con el explícito chi k que corea lo que creo es la gran posición político-personal de este disco, cuando GR dice “rompo la caña de pescar”.

Romper la caña de pescar como metáfora para el cuestionamiento perpetuo, el desborde, la desmesura (tkm la pesada). También, romper con el victimismo que me deja sola, tirada en el sufrimiento infinito que me seca por dentro y pone a la angustia como único afecto posible. Abandono entonces la comparación, la competencia, me rindo ante la imposibilidad de los estándares de belleza, de éxito, de amor, de valía. Somos entonces la chica valor, que se dió cuenta del verso, que se hartó de la fórmula sacrificial que te lacera por dentro, que reconoce sus límites y sus retazos, los abraza y se arma un alguien que le gusta para salir al mundo y hacer(se) con otres. Y ¿cómo verse de nuevo? De mínima, probando un modo distinto.

Si hasta ahora fue con crueldad, el deber es recuperar la ternura, una amabilidad consigo: otra vez comparándote, que hostil lo que te haces. Así cierra la Gorda su pensar sobre ella, la chica de la lágrima, sobre nosotras, pidiéndose/nos ternura, escucha a lo que sentimos, valoración de lo que el viento nos trae como verdades propias, curarnos juntas todas las chicas que somos porque todas y cada una es necesaria. 

Chin chin por todo esto Gorda Resucitada, brindemos y después nos bañemos en fernet (como la gran Sara Hebe ya hizo con Todas mis chicas) en este bautismo hereje!

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Fotos Matilde Terán

Producción musical, mezcla, guitarras, bajos y programaciones: Javier Nadal Testa.
Artista invitada en Chica Valor: Lula Bertoldi
Coros Chica Rosca y Chica del Pop: Jannina Valdez.
Baterías en Chica del Pop y Chica Valor: Martín Casado.
Trompeta Chica Rosca: Andres Zamora.
Bajo en Chica Valor: Sebastian Nadal Testa.
Mastering por stems: Fermín Irigoyen.

Arte de Tapa
Ilustración : El Bondi Colectivo
Diseño Gráfico: Cocó Vidal

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