La psicóloga y docente de la facultad de psicología UNT, Julia Lobo, participó de la mesa panel “Las ciencias de la salud interpelan al género”, junto con la socióloga y asesora del gabinete presidencial, Dora Barrancos, y la psiquiatra y docente de la facultad de medicina UNT, Graciela Balderrama, donde reflexionaron sobre los aportes que trajo la perspectiva de género para pensar las ciencias de la salud.
“Lo que interesa es problematizar el deseo y las posiciones de goce, independientemente de las categorías naturales del sexo biológico.”, sostiene Lobo, y se pregunta: “¿Qué nos hace pensar que el sexo nos define en nuestra identidad? ¿Qué nos hace pensar que el sexo nos habla de nosotros mismos?“
Al respecto, comparte las siguientes reflexiones:
“Pregunta que se hace Foucault en Historia de la sexualidad. La Voluntad de saber (1976), donde sitúa que a partir de la modernidad la sexualidad funciona como un dispositivo complejo que nos subjetiva en términos de una identidad sexual, identidad imaginaria que nos regula y proporciona una forma de pensarnos a nosotros mismos. Quien prosigue esta pregunta y la pone en términos de género, es Judith Butler en los años noventa en una publicación El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad. Quien muestra la identidad como una categoría inacabada, es decir pone en cuestión el principio de identidad que postula que una cosa es idéntica a sí misma. Nosotros podemos preguntarnos ¿somos identicxs a nosotrxs mismxs?
Desde estas preguntas podemos pensar el tema que nos convoca ¿cómo las ciencias de la salud interpelan al género? y también ¿cómo el género interpela a las ciencias de la salud?
Para ello situaré dos textos de Freud que nos permitirán abordar estas preguntas: Tres ensayos para una teoría sexual (1905) y Lo siniestro (1919).
En Tres ensayos se puede leer como Freud piensa el desarrollo subjetivo en sus distintas etapas descentrando el placer de la genitalidad. Es decir, analiza los placeres y sus funciones contemplando otros agujeros del cuerpo como la boca, el ano, los ojos, los oídos. Piensa a las perversiones como constitutivas, ampliando y cuestionando la perspectiva evolutiva normativa. En Lo siniestro, Freud sitúa las extrañezas que nos constituyen. Considerando que cuando lo familiar se vuelve extraño se produce lo siniestro. Desde aquí podemos pensar que se abre y se manifiesta lo extraño en nosotros mismos. Lo extraño en nuestras identidades, en nuestras construcciones identitarias de género.
Visibilizar las extrañezas permite enunciar un decir singular, considerando a lo contingente que interpela lo normativo de nuestras construcciones sociales, culturales y personales. Tomando la premisa que hace suya el feminismo podemos decir que “lo personal es político” y desde este lugar resistir, política y éticamente en nuestras prácticas clínicas. La práctica del psicoanálisis no pretende normalizar a un sujeto. Lo que interesa es problematizar el deseo y las posiciones de goce, independientemente de las categorías naturales del sexo biológico.
Por lo tanto, podemos considerar las narrativas de sexualización encarnadas en cuerpos que desean y gozan de manera extraña y las múltiples combinaciones entre sexo, género, identidad, deseo que interpelan el binario mujer/varón”.
Julia Lobo
Buenísimo artículo. Sobretodo, muy interesante la intersección entre el psicoanálisis, la salud mental y otras disciplinas como la sociología. La posición política que muchos movimientos vienen sosteniendo mediante la lucha desde hace décadas dan lugar a muchas preguntas que ponen de manifiesto la necesidad de pensar sobre el más allá de un sistema que ya lleva más de 300 años. La complejidad del asunto no debe agotar el debate.