Mariana despertó en la madrugada del 11 de febrero con un dolor punzante y un peso sobre su cuerpo. En la oscuridad de su habitación alcanzó a ver la silueta de un hombre. Le había asestado siete puñaladas, pero ella logró defenderse y sacárselo de encima. Como pudo, pidió auxilio. Lo que más le asustaba era que su hija estaba en la casa.
Mariana tiene 32 años, es activista, feminista y lesbiana. Forma parte de la colectiva feminista Panambi. Es madre de una niña de 12 años y una sobreviviente de un intento de femicidio. En el marco del 7M, Día de la Visibilidad Lésbica, conversamos con ella desde su casa, donde intenta recuperarse física y emocionalmente. Aún no logra dormir. Aún revive el ataque en su mente. Pero tiene claro que su lucha es por justicia y por evitar que otra mujer pase por lo mismo. “Tiene un profundo odio hacia las mujeres en general”, dice sobre su agresor.
El hombre que la atacó es Juan Marcelo Córdoba. Tiene al menos una denuncia previa. En 2023, Abigail, una joven de 20 años, sufrió un intento de violación. Cuando vio la noticia sobre Mariana, supo que se trataba del mismo hombre y se contactó con ella. Su denuncia había quedado estancada porque la policía no había dado con su paradero. Más aún, en la Justicia le pidieron a ella misma que buscara las cámaras de seguridad que registraron los hechos.
Ahora, juntas, con el respaldo de la Defensoría de Violencia Intrafamiliar y de Género, buscan que la causa avance. Saben que hay más víctimas. Saben que hay denuncias que quedaron olvidadas en algún escritorio.
“Me niego a vivir con miedo. Me niego a que mis hermanas, mis amigas, nuestras niñas y niños vivan con miedo”, escribió Mariana este 7M en su Facebook. “Les comparto esto no para generar morbo, sino para mostrarles lo que un energúmeno totalmente desconocido puede hacerle a nuestros cuerpos”. El posteo está acompañado de fotos de las heridas cosidas en su cuerpo, a medio cicatrizar, rodeadas de moretones.
Mariana reivindica la autodefensa. “Si no me defendía no sobrevivía. Es algo que aprendí de mi familia. Somos muchas mujeres del campo, sabemos lo que es resistir y defendernos”.
El caso de Mariana logró que la Justicia se moviera por que tuvo una gran trascendencia mediática y de redes feministas. Actualmente, la Unidad de Graves Atentados contra las Personas de Orán investiga el hecho. Para ambas mujeres, el atacante era un total desconocido. Sin embargo, en retrospectiva, se dieron cuenta que el hombre lo tenía planificado.
Semanas antes del ataque, la hija de Mariana le había contado que encontró a un hombre dentro de la casa, en la cocina. “Me dijo que tenía hambre, que no me iba a hacer nada”, le relató la niña. Cuando Mariana salió a buscarlo, el hombre ya se había ido. En el caso de Abigail, descubrió que su agresor era su vecino en el inquilinato. La siguió, la esperó y la atacó a la salida de su trabajo.
“¿Cuántas otras mujeres, niñas o niños han sufrido lo mismo a manos de este hombre? ¿Cuántas lo callaron por miedo, por vergüenza, por el peso de una sociedad que todavía nos culpa?”, se pregunta Mariana.
“Esto no es un caso de inseguridad ni un ‘loquito’ suelto”, insiste Mariana. “Es el resultado de una cultura que le enseñó que su violencia tiene derecho sobre nuestros cuerpos. Creen que pueden destruirnos. Que pueden golpearnos hasta dejarnos sin poder movernos. Que pueden entrar a nuestra casa, la que construimos con amor, donde crecen nuestras hijas, y atacarnos con un cuchillo de carnicería con la intención de arrebatarnos la vida. Pero no. No nos van a destruir”.
Por eso, pide: “Si alguien más ha sido víctima de Juan Marcelo Córdoba, si alguien más lo ha visto actuar así, que denuncie. Que no lo dejemos seguir. Que no lo dejemos en el silencio”.
“Quiero agradecerles. A quienes auxilian a una mujer semidesnuda que grita en la calle pidiendo ayuda. A quienes no miran para otro lado. A quienes luchan para que no nos maten”, dice Mariana.
Este 7M y 8M miles de mujeres, lesbianas y personas del colectivo LGBTIQ+ salen a las calles para denunciar la violencia y el ajuste, pero también para encontrarse, abrazarse y crear comunidad. En tiempos de odio, la organización y el construir de manera colectiva es la respuesta.