Los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 pasarán a la historia por ser, hasta el momento, los Juegos Olímpicos con mayor diversidad de todos los tiempos. No solo es la competencia que más se ha acercado hasta el momento a una plena paridad de género, sino que también es el evento en el que ha habido mayor representación de personas que se identifican como miembros de la comunidad LGBTIQ+.
Una de las situaciones inéditas de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 fue la posibilidad de ver a la primera atleta transgénero con aspiraciones a una medalla olímpica. Se trata de la nezoleandesa Laurel Hubbard quien tuvo que cumplir con los criterios físicos que exige la Federación Internacional de Halterofilia y el Comité Olímpico Internacional, aunque también afrontar las acusaciones de ventaja debido a sus condiciones físicas.
En la previa de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro de 2016, el Comité Olímpico Internacional (COI) cambió sus políticas y determinó que ya no es necesario que los deportistas transgénero atraviesen una operación para competir en la rama correspondiente a la identidad de género que expresan. De todos modos, mantuvo sus recomendaciones respecto a la medición de la testosterona: las mujeres trans deben mantener sus niveles por debajo de los 10nmol/L durante todo el año previo a la competencia. Los varones trans no deben cumplir con esos requerimientos.
Hubbard participó en la prueba de más de 87 kg de mujeres. Probó levantar 120 kg en arrancada en su primer intento sin conseguirlo. También falló con los dos siguientes con pesos de 125 kg y sumó tres nulos. Después, renunció a la parte de levantamiento en dos tiempos para la suma total de la competición.
El debate abre un abanico de posibilidades y debates. Habla de olimpismo y deporte, pero también de identidad de género, feminidad, equidad, justicia social y bioética.
Tras su salida del torneo, Hubbard ofreció un breve mensaje a los medios que comenzó con un agradecimiento al pueblo y gobierno japonés por hospedar los Juegos en estas extraordinarias circunstancias y a las organizaciones que permitieron su participación.
“No voy a decir que no es duro. Solo un robot podría evitar que todo esto le afectase. Pero no puedo controlar lo que los otros dicen o piensan, y no voy a intentarlo. Ese no es mi trabajo. Lo único que puedo hacer es seguir levantando pesas”, sostiene Laurel Hubbard.
“Tengo que darle las gracias al Comité Olímpico Internacional (COI), por su compromiso ante los principios del olimpismo, y por establecer que el deporte es algo para la gente. Es inclusivo y es accesible”, agrega.
El COI, por su parte, celebró la participación de Hubbard en los Juegos como mujer transgénero. “Laurel Hubbard es una mujer y compite bajo las reglas de su Federación. Debemos rendir homenaje a su coraje y tenacidad”, señaló a la prensa el director médico del COI, Richard Budgett, en Tokio.
El caso de Quinn marcará otro precedente, al tratarse de la primera persona transgénero no binaria en conseguir una medalla en un Juego Olímpico. Como integrante de la selección de fútbol de Canadá que compite en la rama femenina, disputará la final de la disciplina ante Suecia el próximo 6 de agosto en el estadio olímpico de Tokio.