La potencia de los cuerpos: 10 mil personas marcharon con orgullo en Tucumán 

La XII Marcha del Orgullo LGBTIQ+ en la provincia dejó cientos de fotos y videos que muestran a una comunidad cada vez más grande, organizada y con mucho brillo para dar. Doce años atrás las primeras marchas de la diversidad fueron por el debate del matrimonio igualitario, el presupuesto y la cantidad de personas era abismalmente menor que el de esta última. 

En el 2010 empezamos a marchar para decirle a la senadora Liliana Negre de Alonso y a todos los conservadores que la lucha por los derechos de nuestro colectivo no era algo “del puerto”, sino que existía en todo el país. En aquel entonces lo hicimos como respuesta a las grandes marchas de los conservadurismos religiosos que se negaban a que dos hombres o dos mujeres pudieran casarse. 

Durante los primeros años de la Comisión Organizadora de la Marcha del Orgullo (COMO) de Tucumán debatimos con mucha intensidad cómo hacer crecer la marcha pero sin repetir lo que veíamos que sucedía en CABA. Algunos partidos y militantes independientes de izquierda se oponían a que sea una fiesta, porque la fiesta despolitiza los mensajes y hacía perder las consignas. 

Y nuestras consignas siempre fueron urgentes, como el pedido de justicia por las compañeras trans que son brutalmente asesinadas y luego revictimizadas por un Poder Judicial sin perspectiva de género y diversidad

Incluir o no incluir al boliche en la marcha, poner o no poner música, gestionar o no algún sonido por parte del Estado fueron debates fuertes, sostenidos y hasta repetidos en loop durante años. Más allá de la organización de la COMO, la comunidad se fue montando cada vez más, sumando detalles cada año para construir la fiesta. Una fiesta rara porque en el fondo hay cosas que no están bien, hay violencias que siguen y compañeres que nos faltan. 

Acrobacias, danzas afro, murga, roller derby, carteles con mensajes de los más inventivos y una docena más de números fueron apareciendo y, junto a ello, cada vez más personas marchando. 

No nos une el amor, nos une el espanto

La gestión nacional macrista nos unió en la adversidad, y también los debates fueron cambiando, algunos superándose y otros simplemente dejando de tener sentido. Más allá de que ciertas posturas son sostenidas por espacios partidarios particulares, también sucede que se sumaron personas que no venían de ninguna militancia. Los que veníamos de otros espacios nos quedamos atascados en el documento final y el orden de las orgas en la marcha, pero este debate también es parte de un momento histórico fundacional. 

Como un devenir coherente con nuestras vidas, la fiesta se hizo presente. La comunidad LGBTI históricamente se refugió en la noche, los brillos de la fiesta nos secaron las lágrimas por haber sido dejados de lado en nuestras familias. Nuestros brillos también nos sirvieron para enfrentar a la violencia machista, a esos hombres  que no saben como reaccionar cuando una trans o una marica se presenta imponente ante sus ojos, y los anula sin necesidad de pegar un solo golpe. 

Recuerdo algunas discusiones con Pipo Albano, referente de Tucumán K Peroncha, allá por el 2017, casualmente de noche y con mucho glitter, yo con mi tendencia a la palabra y él con la historia del trabajo con su cuerpo desde la danza. “El cuerpo comunica mucho más, hay que dejar de ser tan básicas, no todo tiene que ser un libro”, dijo. Primero me enojé por la arrolladora agudeza de su argumento, después le dí el beneficio de la duda y finalmente me aventuré a seguir el registro de lo que dicen los cuerpos y de la potencia que tienen sus mensajes. Esta postura implica necesariamente poner el cuerpo propio, lo que siempre significa volver colectiva nuestras batallas individuales respecto al cuerpo y sus apariencias, respecto a lo que somos y al que dirán. 

Ocupar la vía pública como una fiesta en una provincia en la cual todavía te miran fuerte si te vestis de un modo particular y en donde aún no hay representantes políticos de la comunidad LGBTI en espacios de toma de decisiones, es un mensaje político potente. Pero como siempre en la diversidad, el mensaje es complejo. Porque vamos construyendo y deconstruyendo sentidos, y todo sucede al mismo tiempo. 

Los últimos años fueron de crecimiento exponencial y esto fue gracias al esfuerzo denodado de la Comisión Organizadora y también de una comunidad que entendió que era necesario marchar. El salto más evidente fue en 2021 cuando el recorrido se modificó y la marcha comenzó a ocupar el eje principal de la ciudad: la Avenida Mate de Luna, desde el Monumento al Bicentenario hasta la plaza central.

El crecimiento estructural también supone desafíos nuevos, y nos pone ante la necesidad de interrogarnos más y de encontrar espacios para debatir y preguntarnos: ¿cuál es el vínculo entre nuestra comunidad tucumana y el mercado neoliberal? Ese mercado que a todo le pone un precio y le suma un producto de consumo. ¿Cuánto tiempo más estaremos gestionando con mucho esfuerzo cosas muy básicas como agua y baños químicos? Y sobre todo ¿cómo haremos reales y concretas nuestras consignas? Estas y otras tantas preguntas circulan, pero para las que nunca tenemos tiempo ni espacio para darles forma.  

Porque al hacer estas fiestas increíbles y hermosas que supimos construir, también corremos el riesgo de ser leídos y consumidos tan solo como un momento divertido por aquellas personas que se divierten con el carisma de las maricas o que se morbosean con el despliegue de nuestras sexualidades.

Pero somos mucho más que eso, somos una comunidad y un movimiento que generó y sostuvo una marcha de 10 mil personas en Tucumán. Nuestras redes son federales y nuestra cultura crece a paso firme. 

Nos sumamos a la fiebre mundialista

La marcha fue pensada meses antes de saber si Argentina clasificaba a octavos de final en el Mundial de Fútbol masculino. El día que elegimos para desplegar nuestros reclamos coincidía con el partido de Argentina vs. Australia y afrontamos el desafío con resoluciones estratégicas: pusimos una pantalla para que las maricas, tortas, trans,…. vean el partido.

Pudimos llegar a la Plaza Independencia a las 21 horas y lograr que algunos hinchas de fútbol tuvieran que subirse a la vereda y darnos paso, porque fuimos miles. Históricamente cuando había manifestaciones populares del fútbol, muchas personas de nuestro colectivo tenían que andar con cuidado por la calle o directamente quedarse en casa. Algunas mujeres trans tenian jornada de trabajo sexual extendida, porque la hipocrecia cis-heterosexual no es algo nuevo. 

El sábado 3 de diciembre hicimos historia, multiplicamos nuestras voces y las hicimos sonar más fuerte que nunca al grito de “Nuestro Orgullo es Democracia, al odio nunca más”. Nos sobran motivos para festejar y lo necesitamos, porque no hay vida posible si solamente pensamos desde la vulneración de nuestros derechos. Nos sobra también capacidad para construir nuevos sentidos que hagan de Tucumán un espacio menos violento para todas las personas, porque en la experiencia de nuestra exclusión pulimos las herramientas de la inclusión. 

Este viernes 16 de diciembre se realizará otra Marcha del Orgullo LGBTIQ+ en Tucumán organizada por la Mesa Orgullo y Lucha, que concentra sectores de la izquierda. A las 18hs saldrá de la Plaza Urquiza para marchar hasta Plaza Independencia. Entre las consignas presentes están: Justicia por todas las compañeras trans y travestis víctimas de transfemicidios y travesticidios, Reparación histórica trans, acceso a la vivienda digna, presupuesto para albergues para personas lgbt+ en situación de violencia y extrema vulnerabilidad, y se posicionan en contra de la prostitución.

El significado político de una segunda marcha del Orgullo en Tucuman da cuenta de la densidad de los debates en torno a los derechos LGBTI. También da cuenta de la necesaria promoción de los encuentros y debates sobre las consignas que impulsan las marchas y en general, sobre los derechos que aún faltan garantizar y la justicia que nunca parece llegar.

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