La nueva diva es millennial

Hija de las infinitas pestañas de chrome, Rosalía es parte de una generación que se educa con tutoriales y expone la prueba y error en redes sociales. Sus canciones no son solo música, son contenido: imágenes, textos, memes, emojis y vídeos. ¿Flamenco? ¿Pop? ¿Trap? Un recorrido por la cultura digital de la artista española del momento. Link en bio.
Por Naimid Cirelli para revista Anfibia.

Arte: Filip Custic 

“En una hora, nuevo vídeo”, escribe Rosalía Vila y adelanta un corte de imágenes. Tiene cadenas de oro como corona y aros grandes, ojos celestes ficticios y boca roja. Todo arde: la escena, el fuego, ella. Pasan los minutos y llegan miles de comentarios pidiendo el acceso. Por fin, comparte el vídeo que arranca como una película: título y dirección. Después unos molinos de viento como los de la Mancha. Se escucha su voz y aparece con el agua hasta la cintura. No es cristalina como el típico vídeo de estrella de pop sino negra como un pantano o aceite de un motor. El agua sube hasta llegarle al cuello. En dos días, “De aquí no sales”, el capítulo cuatro de una serie del disco El mal querer tiene más de dos millones de reproducciones.

Rosalía, 25 años, ganadora de dos premios Grammys Latinos, española con el disco de estudio más vendido en su país, cantaora que suena en Estados Unidos, Inglaterra, Brasil y Argentina, que renovó el flamenco, el pop, y el trap -sin quererlo-, a la que sigue en redes sociales hasta Madonna, comparte lo que siente en su cuenta de Instagram: emojis de diamantes y un cuchillo. Llegó el momento de la disputa y ella se prepara. El link, en bio.

¿Quién es Rosalía? ¿Por qué tanta gente espera el próximo video? ¿Qué género hace? ¿Por qué miles decodifican su mensaje? ¿Qué está enfrentando? Para entender hay que partir de la misma pregunta que se hizo ella al comenzar el proyecto: ¿Cambiaron las formas de querer en los últimos ocho siglos?

El mal querer cuenta la historia de una relación violenta inspirada en Flamenca, un libro de 1270. Está escrito en castellano antiguo. Un amigo le regaló una versión en catalán a Rosalía después de una larga charla sobre el amor. ¿Cómo nacen los celos? ¿Las obsesiones? ¿Los maltratos? El amor como una construcción social, como un mandato, como una disputa todavía abierta en los barrios altos y bajos de España, del mundo. Rosalía partió de está historia de celos, en la que un varón encierra y golpea a su esposa y junto al productor y músico canario Pablo Díaz-Reixa, El Guincho, de 35 años, la llevaron al presente, a las calles industriales donde ella creció.  

El disco está estructurado por capítulos, uno por cada paso en la relación. Desde el mal augurio hasta el escape y redención. Es un disco conceptual, pero mucho más: disco objeto, disco libro, disco poesía visual, disco producto audiovisual, disco tesis. Es flamenco mezclado con música urbana. Las palmas, jaleos, el cajón, los coros y voces se fusionan con distorsiones, estribillos poperos, ruido de motores y hasta la frenada de una moto. El resultado es un sonido extraño y atrapante. Su primer corte, Malamente ya tiene 29 millones de reproducciones en Youtube.   

Conmigo no te equivoques

Con el revés de la mano

Yo te lo dejo bien claro

Amargas penas te vendo

Caramelos también tengo


Los análisis sobre su éxito, los cinco tips clave de sus canciones, las personas detrás del boom, la industria y las críticas de eruditos llenaron los portales españoles e internacionales. Pero el análisis más interesante llegó desde las redes sociales.

Jaime Altozano tiene 25 años y es compositor, productor y docente español. El año pasado abrió un canal de YouTube que va desde tutoriales para aprender música viendo animé a explicar fugas de Bach hablando de Pokémon y La Oreja de Van Gogh. El canal tiene más de 900 mil suscriptores.

“Pareciera que todos están hablando de Rosalía, pero nadie de su música. Vamos a hablar sobre las armonías, las melodías y la producción”, dice Jaime y hace un recorrido sobre las mixturas que logró la cantante, se pregunta sobre elecciones que tomó como compositora y reflexiona su impacto para una generación.

Estados Unidos no es gran consumidor de la cultura musical de países hispanohablantes, en cambio permea con su cultura al resto. El mercado internacional conoce de memoria los diálogos de Friends, el último libro de Stephen King o medidas del presidente Donald Trump. Para Jaime, Rosalía hizo explotar la barrera. “Me hace ilusión que triunfe alguien que cuando veía la Sirenita cantaba Debajo del mar y no con Under the see”. ¿Y es que está barrera no se cruzó antes?

Sí, pero la llegada de una chica joven que pone al flamenco en las pantallas de Times Square no deja de sorprender.

— La barrera se está disolviendo y si estás pensando en hacer algo ya solo queda no tener miedo. La mera existencia de Rosalía te quita la excusa—dice Jaime.

El vídeo dura 38.22 minutos y fue visto por más de 2,6 millones de personas. Entre ellas, Rosalía que le dedicó una secuencia de historias de Instagram de 40 minutos para responder al análisis. El diálogo entre ellos es virtual, íntimo, abierto y de pares.

Jaime, como Rosalía, es una persona joven obsesionada con una temática que busca la mezcla de lenguajes para ser más accesibles. Son parte de una generación que aprende con tutoriales y expone la prueba y error en redes sociales. Como la youtuber Ter, que explica columnas hexagonales y geología a través de la última colección de maquillaje de Rihanna, no le temen a los mainstream, a lo pop, mientras sirva para encontrar un enfoque, un punto de vista, un canal que les permita contagiar esa obsesión.

— Yo he nacido en un mundo globalizado en el que ya no hay géneros musicales. Si me siento a componer y mezclo flamenco con electrónica, ni siquiera soy consciente de estar fusionando dos mundos distintos porque para mí esa diferencia ni existe—dijo Rosalía en una entrevista en El Mundo.

La nueva diva es millennial.


Rosalía no es andaluza. La frase sorprendió a quienes no seguían su carrera poco después de la salida del primer corte del disco. ¿De dónde es entonces? ¿Puede cantar flamenco? ¿Puede transformar el flamenco en otra cosa? ¿Dónde estudió? ¿Dónde cantó? ¿Entró en trance en los tablaos?

Nació en el pueblo Sant Esteve Sesrovires, en Baix Llobregat, Barcelona. Un pueblo rodeado de polígonos industriales. Una catalana que creció entre camiones y motos. La anécdota la contó varias veces: tenía 13 años y cuando salía del colegio iba a una plaza donde paraban varios amigos más grandes con autos tuneados, puertas abiertas y música al palo. Ahí escuchó por primera vez a Camarón de la isla y no pudo parar. En su casa, familia de artistas plásticos, escuchaban los Beatles, Springsteen, Bob Marley. Ella trajo el flamenco a sus vidas.

Quería ser cantaora. Empezó a tomar clases de canto y al poco tiempo actuaba en público. A los 17 tuvieron que operarla de las cuerdas vocales. Se recuperó, entró a la Escuela Superior de Música de Cataluña dos años después. Se formó con el profesor gaditano José Miguel Vizcaya, Chiqui de La Línea. En esa institución sólo aceptaban un alumno al año para cantar jondo. Ella fue la elegida de 2014.

El mal querer fue la tesis de su carrera de licenciatura. La idea era crear un show que partiera del flamenco para hacer un espectáculo no tradicional. Rosalía empezó a investigar desde instrumentos, ritmos y melodías clásicas del género al uso de toplanine, sampleo, voces, con inspiración de música africana y canto gregoriano, música urbana y electrónica. Inspirada, siempre, en su entorno. Hija de su época: las búsquedas no terminaron en la frontera y valoró la tecnología como posibilidad. Herramientas que pueden potenciar o de las que se apropia para crear una nueva mirada.

Pero antes grabó otro disco. El primero e inicial: Los Ángeles. Este tiene base en el flamenco clásico. Todas canciones tradicionales sobre la muerte. Su voz, palmas, y la guitarra española de Raül Refree. Contó, también, que una sola vez entró en éxtasis en un tablao. Fue en Casa de Patas donde solía cantar. Le habían avisado que vendrían a verla personal de Sony y Universal. Cantó inspirada, vibrante, olvidada de todo. En trance.

Pero todavía faltaría para que firme con la discográfica.


Rosalía y Pablo Díaz-Reixa trabajaron más de un año y medio en el disco en número rojos. Eran un equipo chico, pero con una visión clara de proyecto. Rosalía a la cabeza, el productor, un artista plástico, amigos y familia como red de contención e impulso. El productor contó que habían llegado a un estancamiento y decidieron viajar. Alquilaron una casa en isla de El Hierro por recomendación de la cantante islandesa Björk. Improvisaron un estudio casero. Allí nació Malamente.

La canción iba a ser una zambra, típica de las nupcias gitanas, pero no terminaba de funcionar. Rosalía pasó un patrón rítmico que quería usar y se fue unos minutos. Cuando volvió, Pablo había sacado los acordes de la canción. Ella creó el estribillo inspirada en las coplas flamencas, tenía en mente los tangos que había estudiado de Vallejo. La llenó de aire con palmas de Los Mellis y logró con una repetición, casi en loop, una sensación hipnótica.

Hace poco más de tres meses firmó con Sony para terminar de producir el proyecto. El equipo creció y cuando salió el disco la acusaron de ser un producto diseñado por una gran multinacional. Rosalía contó que las compañías ya no crean a un artista desde cero sino que apuestan a quienes tienen una visión y ella tenía claro qué era lo que quería  transmitir. Es de una generación que no fue consumidora pasiva sino productora constante de contenido, que crea un relato de la vida cotidiana en fotos, textos, memes, emojis y vídeos. Su propuesta es multiformato: Mal querer no es sólo un disco. Es una experiencia.


La potencia de Rosalía no está solo en su música sino en el universo que creó y plasmó en la serie de vídeos en YouTube, en el arte que acompaña al disco, en la puesta escena de cada show en vivo.

La historia de Flamenca llegó a los barrios con ella vestida de sport en el centro de la escena. La productora española Canadá se encargó de la realización de los primeros videos. La voz quebrada fue rodeada de cuchillos, noche, calles, camiones, motos, toros y skates. Los planos la muestran como una mujer poderosa.

Las imágenes impactan tanto como su voz y van creando un relato fraccionado. Los capítulos no salen en orden, pero crean una relación con su público que los espera para ir completando el collage. Y así acompañarla. Transitar con ella la salida del mal querer.

El arte del disco lo realizó Filip Cutip, un artista que también sabe de fusión y mezcla. En las imágenes mixtura el surrealismo con fotografías de Rosalía y objetos como espadas, rosas, relojes, espejos que vuelcan una nueva mirada sobre esta historia. No son postales estáticas sino animaciones. Otro lenguaje que profundiza el universo Rosalía. Un ecosistema que también está marcado con elementos religiosos. Ella cree en dios. Le agradece en sus publicaciones y cuenta que su abuela, también llamada Rosalía, única conexión familiar con la música, la llevaba a misa de niña.


“Soy estilista, soy fotógrafa y tengo arte en mi Iphone”, escribe Pili -@daikyri en Instagram- y comparte tres fotos de su hermana Rosalía. Camperas grandes, pantalones deportivos, buzos por encima del ombligo, zapatillas o botas, aros dorados, uñas largas, sin maquillaje en los ojos, con los labios pintados, tal vez highlighter. La estética de la cantante y compositora es otra bajada urbana a su lado flamenco. Pili la ayuda a crear un perfil estético en sus redes sociales: arma el fondo de las fotos, crea algunos de sus looks, la ayuda a posar. Su mamá Pilar Tobella también es clave. Son las mujeres que la sostienen y en las que se inspira. La estética de Rosalía, urbana y desafiante, le valió una colección cápsula de la marca Pull and Bear que está llena de guiños al disco y sus letras.

Incluso el cineasta Pedro Almodóvar quedó impactado al verla actuar en un festival. Un encuentro fallido y filmado se hizo viral:

— ¡Rosalía, guapa, que soy Pedro!—gritó el cineasta desde un balcón mientras ella pasa caminando. Pareciera que lo ignora.   

Rosalia_01_port

Luego en la presentación del nuevo labial rojo de la marca Yves Saint Laurent donde ella fue la estrella principal dijo que no le gustó nada ese video:

— Pero, mira, si lo escuchaba me daba vuelta. Pues si lo amo—.

Algunos la señalan como la nueva chica Almodóvar, después de caracterizar un personaje en su última película “Dolor y Gloria” donde actuó junto a Penélope Cruz, Julieta Serrano y Nora Navas. “Yo de pequeña veía con mi madre y mi hermana las películas de Pedro y las mujeres que las protagonizaban me parecían de otro mundo y a la vez tan familiares”, escribió ella en Instagram.

En esta red se juega mucho de la construcción de identidad: una diva en zapatillas y cejas de colores, que intenta copiar el paso de Fortnite y sube selfies contra espejo, iPhone en mano. Una identidad que ahonda el universo Rosalía, pero que también abre un diálogo con la audiencia y crece en este intercambio. ¿Chica de quién? La foto la muestra con el director, pero también con las otras tres mujeres protagonistas. Sobre todo ellas.


En una entrevista en Vorterix, el actor, director y periodista Sebastián de Caro le preguntó a Louta, 22 años, performer y artista, cómo se había inspirado para hacer el personaje que representa sobre los escenarios. Él con pelo engominado, chomba de piqué celeste, en medio de un living, con una música urbana y electrónica que va creando una escena.

— Cuando uno está en un proceso creativo la cosa se va promediando cada vez más, se van limando asperezas. Yo me subí al escenario con un chumbo en la mano pidiendo que no se me acerque el que te lima las asperezas—contestó Louta.

El mal querer suena parido con la misma lógica. Rosalía profundizó en cada complejidad que apareció en el proceso y logró un disco potente, extraño, a veces incómodo. En “De aquí no sales” (Capítulo 4 – Disputa) la protagonista es sometida por un varón que la encierra. La voz de Rosalía se mezcla con sonidos de cuchillos, motores y motos. Este enfrentamiento logra una conexión que une la historia de violencia de Flamenca con una joven de suburbios ocho siglos después. La tensión se mantiene seis canciones/capítulos más hasta que logra escapar. Salir del infierno.

Las asperezas no alejaron al público: el éxito fue meteórico. En menos de tres meses, el disco fue elegido de oro en España, platino en Estados Unidos, ganó dos Grammy Latino y en Spotify fue escuchada más de 105 millones de veces en 65 países.

La diversidad de inspiraciones, la experimentación, el uso de diferentes lenguajes y el multiformato, sobre todo la conciencia de la innovación que toca fibras sensibles como el amor y las violencias, hacen que Rosalía trascienda como artista. Que logre conmover. El mal querer recuerda que se puede estar atrapada y sola en la era de la hiperconectividad: ella discute y es encerrada en una relación por audio de WhatsApp.

Rosalía apunta a lo popular, lo masivo. En sus palabras: un canción sincera puede emocionar a una abuela como a su nieta. Y en este proceso no subestima al público: no achata la música ni simplifica el concepto.

En una entrevista le preguntaron a Rosalía qué tipo de artista quisiera ser a futuro. Respondió Johnny Cash. Cantando a los 60 o 70 años, cambiando la forma de entender la música mientras también cambia y envejece su voz.

Total
0
Comparte
Nota Anterior

Literatura y gestión cultural en Barrio Norte

Nota siguiente

Incorporaron 181 efectivos más a la Policía de Tucumán

Artículos Relacionados
Total
0
Compartir