La hora de Jaldo

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FOTOS DE DIEGO ARAOZ / TELAM

Con la llegada de Osvaldo Jaldo al sillón de Lucas Córdoba (esta vez cómo gobernador electo), el panorama político de Tucumán se reconfigura alrededor de un hombre que corona una vasta trayectoria política. Qué se espera del gobierno de Jaldo, el gabinete y la planeada centralización.

Era un domingo 6 de septiembre de 1987 cuando el radical José Chebaia se hacía con el 33% de los votos contra el peronista José Domato (24%) y el genocida Antonio Bussi (12%), en una época donde en Tucumán aún estaba presente el Colegio Electoral y lo que importaba no eran los votos populares sino los votos de los electores, que tenían la última palabra a la hora de elegir gobernador: a pesar de la victoria popular de Chebaia, el que se alzó con la gobernación fue Domato, quien con el apoyo de algunos electores bussistas y los electores de otro candidato –Renzo Cirnigliaro– dejaron fuera de juego al radical.

Ese día, además de aquella recordada elección, al norte de la provincia un joven de 29 años se alzaba con la intendencia de un municipio poco poblado pero orgulloso de su identidad: Trancas, tierra gaucha. Ese día, Osvaldo Jaldo había nacido; no el Jaldo persona, sino el Jaldo político. Y es que la vida del nuevo gobernador de Tucumán es una vida abocada al servicio público, el Estado y la burocracia.

Osvaldo Jaldo no es un hombre fácil de encasillar. Hombre de campo, hoy poderoso hacendado ganadero, es el vivo ejemplo de un peronista profundamente católico, de perfil tradicional y carácter conservador. El despacho de la gobernación no es extraño para él, pues lo conoce tanto como la palma de su mano. No sólo porque fue ministro de Julio Miranda o José Alperovich, sino esencialmente porque en septiembre de 2021 reemplazó a Juan Manzur que, tras pedir licencia, se convirtió en Jefe de Gabinete de Alberto Fernández luego de la estrepitosa derrota del peronismo en las Legislativas de aquel año. Ahora, por primera vez, se sentará por derecho propio en aquel despacho. Así, el triunfo de Jaldo ratifica la continuidad del peronismo en Tucumán, invencible aún en los peores momentos electorales del movimiento nacional.

Que Jaldo quería ser gobernador no era secreto para nadie. Su amplia y escalonada trayectoria lo trajeron hasta acá, y sólo basta ver para confirmarlo: en tres oportunidades fue electo intendente de Trancas (1987-1989, 1995-1999, 2003-2004), legislador provincial (1991-1995, 1999-2000, 2007 y 2011), ministro de Economía (2000), interventor de la Caja Popular de Ahorros (2004), ministro del Interior (2007-2015), diputado Nacional (2009, 2013-2014), vicegobernador (2015-2023) y, finalmente, el premio mayor: el 11 de junio de este año, luego de su fallida fórmula junto a Juan Manzur como vice, junto a su nuevo compañero Miguel Acevedo, derrotaron al tándem Sánchez-Alfaro en una elección que quedará para el recuerdo. Con la elección ya consumada, es hora de actuar.

Jaldo ya venía de ser Gobernador interino entre 2021-2023, cuando Manzur estaba en Buenos Aires ejerciendo la Jefatura y, además, preparando el terreno para una potencial candidatura nacional que, finalmente, no se dió.

Durante aquellos dos años, Jaldo intentó darle su propia impronta a su gobierno provisional sin dejar tan en evidencia lo que tanto había vociferado durante el 2021: que el gobierno de Manzur, para él, era un desastre. Para la posteridad quedará cuando en un acto electoral les dijo a sus militantes que Manzur y su equipo “se van a tener que guardar el oflador ya saben dónde“. Así, pasada las PASO nacionales y con el peronismo duramente golpeado, Manzur partió a Buenos Aires luego del pedido público de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner para que encabece a los ministros albertistas, no sin antes pedirle al diputado Máximo Kirchner, al ministro del Interior Eduardo Wado de Pedro e incluso al presidente Alberto Fernández, que intercedan y le ofrezcan a Jaldo un lugar en el gobierno nacional y que quien quede en la gobernación sea el entonces presidente Subrogante de la Legislatura, Sergio Mansilla. Negociaciones que para nada tuvieron éxito, el día que Manzur partió a la Capital ocurrió lo inesperado: el fin del armisticio.

Su gabinete

Con Manzur en Buenos Aires y Jaldo como Gobernador interino, poco a poco el tranqueño fue preparando el terreno para tejer alianzas e hilar fino de cara a 2023, pues nada estaba dicho y recién sería en diciembre de 2022 cuando Manzur, delante de toda la tropa peronista, les dijo que “quiero ser muy claro: mi candidato es Osvaldo Jaldo“. Así entonces, con su candidatura asegurada sin ningún tipo de obstáculo interno, la hora de Jaldo se acercaba. Luego de una campaña que mantuvo una paz casi rara para los estándares tucumanos, finalmente se alzó con la gobernación y así, el domingo pasado, asumió al lado de figuras nacionales como Sergio Massa o Axel Kicillof, para más tarde tomarle juramento al nuevo Gabinete, conformado, entre otros, por:

  1. Regino Amado (Gobierno y Justicia). Hombre fuerte de Monteros, se alzó con una de las áreas claves del Gabinete. Amado, que viene a reemplazar a la ahora legisladora Carolina Vargas Aignasse, tendrá como principal tarea la coordinación política entre los tres poderes, los sindicatos, los medios de comunicación y todos aquellos actores que posean una considerable cuota de poder, y es que Gobierno y Justicia es un área clave para el funcionamiento gubernamental en Tucumán y, desde allí, Amado tendrá la no muy fácil tarea de cuidarle la espalda al Gobernador.
  2. Darío Monteros (Interior). Exintendente de la Banda del Río Salí –ahora en manos de su hijo Gonzalo Monteros–, se corona como otros de los hombres fuertes del gobierno. Jaldista hasta la médula, estuvo al lado del ahora Gobernador a lo largo y ancho de su guerra contra Manzur. Aunque sonaba como presidente subrogante de la Legislatura, al tranqueño le venía mejor en Interior no sólo porque Monteros es un hombre fuerte del Este tucumano, sino fundamentalmente porque es desde esta cartera que un Gobernador puede tener un panorama más completo de lo que acontece en el siempre tan complejo territorio tucumano.
  3. Daniel Abad (Economía y Producción). Contador Público Nacional, Abad tiene una larga trayectoria como docente, analista, asesor y director en distintas universidades, empresas, medios de comunicación, entre otros; además, ha escrito libros de economía que abultan su currículum. Si bien en Tucumán, los ministros de Economía no suelen tener un alto perfil, lo cierto es que Jaldo optó por Abad no sólo por ser un gran conocedor del sistema productivo tucumano, sino fundamentalmente por ser un gran amigo del empresariado y los grupos económicos de la provincia, fundamental en tiempos de una economía a nivel nacional que no deja respirar. 
  4. Susana Montaldo (Educación). La exministra de Educación en tiempos de José Alperovich volverá a repetir cartera tantos años después. Catedrática de carrera en la UNT, Montaldo venía de ser la Secretaría de Educación de la Municipalidad de San Miguel de Tucumán durante la gestión de Germán Alfaro. Así, el año pasado, Jaldo la trajo nuevamente a sus huestes y es así como Montaldo volverá nuevamente a un área trascendental para cualquier gobierno. Uno de los más recordados momentos de Montaldo como Ministra fue cuando anunció el desmembramiento de la Escuela Normal, allá por el 2007, lo que provocó la furia y la movilización de toda la comunidad normalina para que, finalmente, se diera un paso atrás.
  5. Federico Masso (Desarrollo Social). Una de las grandes apuestas de Jaldo al poner a un hombre que no viene del PJ, Masso se hará con una cartera que le será clave a él y a su espacio político, Libres del Sur, que posee gran presencia territorial en los barrios de la Capital. Vale recordar que en 2021 el entonces gobernador Manzur ya le había ofrecido a Masso un lugar en el área de Desarrollo Social, pero éste desistió ya que lo que le ofrecían era una Secretaría y no el Ministerio, que es el que posee los verdaderos recursos económicos que abarca el área.
  6. Santiago Yanotti (Obras Públicas). Yanotti viene de ser funcionario en el Ministerio de Energía de la Nación. Ahora, ocupando el área que se había fundado para Fabián Soria, deberá dinamizar esta novel área del Gobierno. Yanotti sabe que Jaldo considera que esta cartera será fundamental no sólo por las incumbencias que posee, sino fundamentalmente porque gran parte de la aprobación de cualquier gobernador depende de la cantidad de obras públicas que se realicen.
  7. Luis Medina Ruiz (Salud Pública). Extitular del SIPROSA, junto a Agüero Gamboa son los únicos ministros heredados de la administración anterior. Aunque el Ministerio de Salud en Tucumán siempre fue de alto perfil, lo cierto es que durante la pandemia tomó particular importancia política, pues no olvidemos que, por ejemplo, fue el trampolín para que la exministra Rossana Chahla encabece la lista de Diputados en 2021 y luego se alce con la Intendencia capitalina. Medina Ruíz, que es un hombre más bien de perfil técnico, deberá comenzar a preparar el terreno para el agobiante verano tucumano que, como todos los años, viene con una epidemia de casos de dengue que, si no se trata a tiempo, puede llegar a dejar hasta víctimas fatales. Esta será otras de las áreas que los tucumanos seguirán más atentamente.
  8. Eugenio Agüero Gamboa (Seguridad). Agüero Gamboa sabe que no está en una situación fácil. La inseguridad es un punto pendular en la vida de los tucumanos, y lo sabe. Es por eso que para Agüero Gamboa será más que necesario un plan integral de seguridad que ponga el foco en temas que normalmente no son abarcados a la hora de combatir la inseguridad: no basta sólo con la construcción de nuevas cárceles o alcaidías sino, además, más y mejor educación, pleno acceso al trabajo y más políticas sociales al interior de cada estructura carcelaria. El ministro tiene la histórica oportunidad de darle un giro de 180° a la política de seguridad en Tucumán, haciendo un trabajo mancomunado con los otros ministerios. ¿La aprovechará?
  9. César Torres (Secretario de Trabajo). Es otro de los pesos pesados de la conformación del nuevo gabinete. Histórico Secretario General de la sección Tucumán del Sindicato de Camioneros, tiene llegada directa a Pablo y Hugo Moyano, dos de los líderes de la CGT. Tiene aceitados contactos con todos los sectores del sindicalismo tucumano, desde FOTIA hasta La Bancaria, por lo que su designación es absolutamente estratégica para la dinámica Ejecutivo-sindicalismo en la nueva gestión.

Así entonces, al Gabinete jaldista lo completan otros nombres fuertes como el de Gilda Pedicone de Valls (Fiscal de Estado), cuestionada por Organismos de Derechos Humanos por haber sido funcionaria durante el gobierno de facto del genocida Antonio Domingo Bussi, secundada por Raúl Ferrazzano (Fiscal Adjunto); Federico Nazur (Secretario General de la Gobernación); el radical José Ricardo Ascárate (secretario de Estado de Energía y Servicios Públicos); Armando Cacho Cortalezzi (Secretario de Estado de Saneamiento y Mejoramiento de Espacios Públicos); Marcelo Caponio (Director de la SAT);  Carlos Assán (Administrador General del Ente de Infraestructura Comunitaria); el radical Raúl Albarracín (Secretario de Gobierno y Relaciones Institucionales); entre otros tantos.

Pero más allá de los nombres, acá lo importante es, entre otras cosas, el tipo de relación que tendrá el Gobernador con su gabinete. Fue en el ciclo El Avispero de Canal 10 donde se confirmó lo que para muchos era más bien una obviedad: Jaldo buscará tener contacto directo con el mínimo subdirector, el mínimo subsecretario que forme parte de su gobierno. Para muchos, esto podría ser sinónimo de una concentración de poder pero, para otros, es una medida de Jaldo para tener bajo control a su gobierno “y que no le pasen el diario del lunes cambiado“. Se lea como se lea, esto marcará una fuerte impronta en el gobierno que quiere llevar adelante el gobernador.

Jaldo también prometió achicar el Estado, pasar la “motosierra” para reducir áreas que considera improductivas. De hecho, el organigrama del gobierno se redujo en un 30%.

Deudas pendientes

El Gobierno de Tucumán, como institución, tiene muchas deudas con los tucumanos. Desde una inseguridad galopante hasta un vasto porcentaje de niños y niñas que no van a la escuela, hace ya muchos años que la Provincia no cuenta con un plan integral que contemple todos los aspectos de la vida de una ciudadanía que a veces mira con recelo a sus dirigentes. Sea con Massa o sea con Milei, el gobernador deberá impulsar un plan superador de gobierno que vaya desde la modernización de las ciudades hasta ampliar el sector productivo de Tucumán, pasando por el impulso del arte y la cultura como mecanismo de encuentro entre los coterráneos.

Cabe mencionar también la incógnita que representa que pasará con las políticas de género en la provincia. En la campaña política de 2020, el actual gobernador llegó a prometer que no sólo no sancionaría ninguna ley que tenga que ver con la “ideología de género”, tampoco la provincia adheriría a leyes nacionales. En ese sentido, las semanas previas a su asunción pusieron en alerta a los movimientos de mujeres y LGBT de la provincia ante los rumores de recortes en la Secretaría de la Mujer y, específicamente, sobre la posibilidad del cierre del Observatorio de la Mujer.

Todos queremos que a un gobierno le vaya bien, de más está decirlo. Pero también queremos que nuestros propios dirigentes levanten la vara y nos demuestren que es posible llevar a cabo un programa a corto, mediano y largo plazo que sumerja a los tucumanos en una provincia con más y mejores oportunidades, ciudades y municipios más inclusivos, seguridad real y palpable, un mejor sistema educativo, entre otras tantas cosas que nuestra tierra necesita. Y Jaldo lo sabe. Es por eso que es más que consciente de la expectativa que los tucumanos ponen sobre él, en un momento en donde los discursos anticasta resquebrajan cierto status quo discursivo.

Así entonces, Tucumán llega a los 40 años de democracia con nuevas esperanzas bajo el brazo. ¿Podrá Jaldo cumplir las expectativas de quienes lo eligieron? ¿Podrá impulsar un Tucumán a largo plazo? ¿Sabrá interpretar correctamente lo que el pueblo le pida? Y, no menos importante, ¿podrá hacerse con el control de un peronismo que le garantice gobernabilidad, aún cuando abundan heridos de la guerra pasada? Como todo en democracia, el tiempo lo dirá. Mientras tanto, llegó la hora de Jaldo.

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