La Feria Americana y el trueque: alternativas en tiempos de crisis

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Ante el constante aumento de precios y el deterioro económico, las ferias americanas y el trueque han resurgido como opciones viables para acceder a bienes esenciales para la vida, como alimentos, higiene, vestimenta, entre otras cosas. Las personas encuentran en estos espacios como una opción en medio de la inflación, priorizando la supervivencia y la solidaridad comunitaria.

Esta nota fue producida en el marco de las prácticas profesionales de la Cátedra de Comunicación Alternativa de la Carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Nacional de Tucumán. Por Lorenzo Rulli, Federico Tomas Ledesma y Jair Alan Isaac Uñates

    En el actual contexto económico, marcado por la inflación y la crisis económica, las ferias americanas y barriales se han consolidado como una alternativa para las familias que buscan vestimenta y productos básicos, como alimentos, artículos de higiene personal o limpieza a precios accesibles. Pero más allá de los precios accesibles, el trueque ha vuelto a ser una práctica cotidiana en algunos barrios. En palabras de Martina Silva, vecina del barrio “La Bombilla” de San Miguel de Tucumán y organizadora de una feria de trueque, “la gente está buscando la forma de sobrevivir. Comprar en los supermercados ya no es una opción para muchas familias. Los precios suben a diario y la moneda no vale nada. En las ferias, al menos podemos encontrar algo más accesible o incluso hacer intercambio por algún objeto o alimento de necesidad”.

      Las ferias americanas, conocidas por ofrecer ropa y calzado a precios considerablemente más bajos que los de las tiendas tradicionales, son cada vez más frecuentadas. Lugares como Yerba Buena ubica dos ferias cercas: la feria americana “Los Pinos” y a pocos metros se encuentra la de “Las Palmeras”.

      Pero en Tucumán existen todavía más que pueden ser ubicadas desde redes sociales como Instagram, Tik Tok, etc. Según Silva, “no es una cuestión de elección, es pura necesidad”. En las ferias, las personas buscan ahorrar y destinar su dinero a cubrir lo más esencial, como la alimentación, la salud y la higiene. Los precios accesibles, que varían entre $1000 y $5000 por productos como remeras, jeans y calzados, son una solución para quienes enfrentan una economía inestable.

        La caída del peso argentino, ha llevado a que muchas personas opten no solo por comprar en estas ferias, sino también por participar en lo que se conoce como un intercambio. “Es devastador. No hay plata que alcance, y entonces tenemos que recurrir al trueque, como si estuviéramos retrocediendo en el tiempo”, afirma Silva.

        El trueque, hoy permite a las familias intercambiar ropa por comida o servicios, lo que se ha convertido en una estrategia para enfrentar la crisis. En algunos casos, asegura Silva, “la única manera en la que muchos pueden conseguir comida o ropa es intercambiando lo que tienen. Cada vez cuesta más tener una vida digna”.

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          Sin embargo, en medio de esta situación crítica, las ferias y el trueque también fortalecen los lazos comunitarios. “En la feria, al menos, sentimos que no estamos solos. Todos estamos ahí, rebuscándola, compartiendo lo poco que tenemos”, comenta Silva. Las ferias, además de ser un espacio de intercambio de bienes, se han convertido en un lugar de encuentro donde las personas buscan apoyo mutuo en tiempos de crisis. “A veces eso es lo único que mantiene a las comunidades vivas, aunque todo lo demás se esté desmoronando”, reflexiona.

          Además, consultamos a los vendedores de los puestos, para que nos comentaran si notaron alguna diferencia en estos últimos tiempos. La gente deja de ir al centro para comprar en sus puestos y cada vez hay mucha más gente que se acerca a comprar por los mismos motivos que comenta Martina. Los vendedores siguen siendo los mismos que estaban desde que se establecieron donde hoy por hoy son las ferias.

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            Este resurgimiento de prácticas económicas solidarias, como las ferias barriales y el trueque, muestra cómo las comunidades encuentran formas de resistir y adaptarse en un contexto de creciente desigualdad. Ante la incertidumbre, la organización colectiva y la solidaridad se han vuelto esenciales para sobrevivir.

              Esto  se asemeja  a lo ocurrido  durante el 2001, cuando nuestro país vivió una de las peores crisis políticas, económicas y sociales. En ese año, mucha gente se vió  afectada económicamente, por lo que se organizaron  en distintas provincias de Argentina, lugares donde la gente de manera solidaria intercambiaba sus productos que no necesitaban por otro que les hacía falta. De esta manera muchos pudieron atravesar esta problemática.

              Hoy, muchos prefieren buscar la manera de gastar menos o inclusive de intercambiar productos que no les sea de importancia por otra cosa que sí. Costumbres que incluso en los peores momentos, nunca se pierden. 

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