La comprensión auditiva en tiempos de barbijo

“Con mascarilla no te entiendo nada” se repite por ahí y es así, la comunicación con barbijo parece dificultarse. Por lo menos, así los señala el vocal coach, Ramsés Vollbretch.

 Por Isabel Garzo para Yoroboku

El motivo de que todas las personas (y no solo las que padecen pérdida auditiva) entiendan peor a los demás con mascarillas es doble, según el vocal coach (entrenador vocal) especializado en teatro musical Ramsés Vollbretch.

La razón más evidente es la pérdida de la visión de los labios del otro, que aportan información sobre los sonidos que se están pronunciando, lo cual es clave en el caso de personas con hipoacusia leve o moderada porque confunden algunos sonidos si no van acompañados de su correspondiente movimiento. 

La segunda razón es el «efecto barrera» que crea la mascarilla: “normalmente no hacemos grandes esfuerzos a la hora de pronunciar. Hablamos rápido, nos comemos consonantes… Y tendemos a hablar exactamente igual con mascarilla. El problema es que las consonantes se distinguen por pequeños cambios de presión que, cuando existe una pantalla delante, son casi inapreciables”.

De este modo, la comprensión de una persona a través de la mascarilla es parecida a la forma en que oyen las personas con hipoacusia: los sonidos se vuelven difusos y es más difícil distinguirlos.

La buena noticia es que es posible popularizar una forma de hablar más inclusiva que no presuponga que quien tienes delante oye igual de bien que tú y que no le exija un esfuerzo añadido. De hecho, en las empresas que tienen atención presencial a los clientes estas técnicas deberían ser obligatorias al igual que lo es tener infraestructuras accesibles. 

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Te damos algunos consejos para una comunicación oral clara con mascarilla.

Trabaja tu consonantización

No se trata de vocalizar mejor (que tampoco está de más y consiste, como su nombre indica, en marcar mucho las vocales) sino de pronunciar todas las consonantes en lugar de «comerse» algunas debido al acento o la costumbre de cada cual. «De forma natural, cuando hablamos por ejemplo con un anciano que oye mal tendemos a pronunciar todas las sílabas mejor», ejemplifica Vollbretch.

“Con mascarilla debemos hacer hincapié en las consonantes, marcarlas muy bien. Las consonantes son un flujo de aire con un golpe seco. Con la barrera de la mascarilla, algunas como la efe y la pe pueden sonar muy parecidas”.

Según el experto vocal, las mascarillas quirúrgicas son las que menos efecto barrera crean porque son más ligeras. 

Es posible popularizar una forma de hablar más inclusiva que no presuponga que quien tienes delante oye igual de bien que tú y que no le exija un esfuerzo añadido.

Proyecta la voz

¿Recuerdas cuando en el colegio te pedían que leyeras «alto y claro»? Las personas que se dedican profesionalmente al canto hablan de «proyectar la voz». Se refieren al uso de una serie de técnicas que maximizan la capacidad de nuestro aparato vocal para que el sonido salga más claro y con más volumen. Es decir: utilizan los altavoces naturales que tenemos (espacios de resonancia de la cara y de la cavidad bucofaríngea) para conseguir más volumen sin que se dé tensión vocal.

Es algo que también tienen en cuenta los buenos profesores y los conferenciantes: el arte de modular la entonación y el volumen de manera que la voz llegue adecuadamente a la audiencia.

Proyectar la voz no es gritar. Ramsés Vollbretch recuerda que las personas que actualmente trabajan una jornada completa con la mascarilla puesta (por ejemplo, en atención al público o en docencia) deben cuidar especialmente su respiración y sus técnicas de fonación para no tener problemas después: «Deben tratar de ampliar su voz sin hacer un esfuerzo añadido. Si no, a la larga, podría acarrear problemas de fatiga o microlesiones».

Emite un discurso más claro

¿Hablas igual a una persona que está aprendiendo tu idioma que, por ejemplo, a un colega de profesión? Seguramente no. Por la dificultad añadida que supone la mascarilla para el entendimiento te recomendamos que tu discurso sea especialmente claro:

  • Enuncia frases breves y claras, evitando las repeticiones y los circunloquios, que pueden confundir al receptor.
  • Estructura bien tu mensaje para que no «pierdan el hilo».
  • Recalca las palabras clave. Al igual que lo haces en un texto, la lengua oral tiene recursos para que subrayes algunos términos. Por ejemplo, los más difíciles, los más importantes, los nombres propios o las cifras. 

La mascarilla ha aumentado «el aislamiento, la inseguridad y la dependencia» de personas con pérdida auditiva

Subir el volumen no es la única forma de resaltar una palabra. También puedes separarla un poco de las palabras que las rodean, anunciarla («te voy a decir despacio su apellido porque es un poco largo», por ejemplo), explicarla («el sitio se llama “Zamba”. Como el baile de la zumba, pero con “a”») o decir las cifras de dos formas distintas («ciento cuarenta y tres; uno, cuatro, tres»). Todos estos recursos pueden facilitar mucho la comprensión y son muy recomendables en el entorno profesional para que no haya confusiones.

Presta atención a tu lenguaje corporal

Sobre todo si estás en un grupo de varias personas, con la mascarilla puesta a veces es difícil saber quién está hablando. «En microfonía se habla de micrófonos unidireccionales o bidireccionales. En un espacio abierto, sin mascarilla, tu voz se amplifica con un recorrido multidireccional, hace esa parábola. Con mascarilla no tiene la misma vía de salida, no se proyecta igual. Por eso, si a la derecha tienes tres o cuatro personas, es normal que exista la confusión. Tu oído no distingue de dónde viene esa onda».

Algunas formas sencillas de evitarlo pasan por girar tu cuerpo hacia la persona a la que te diriges, mirarla fijamente a los ojos o llamar su atención mediante un gesto de la mano en lugar de empezar a hablar directamente.

Los gestos de las manos también pueden ayudarte a enfatizar una expresión siempre que sean pertinentes y representativos de lo que estás diciendo (y no excesivos o ambiguos). Además, dan pistas a tus acompañantes sobre tu estado de ánimo o sobre cuándo estás utilizando la ironía: recuerda que no pueden ver tu sonrisa.

Cuida tu respiración

La comunidad médica todavía está estudiando los efectos de la mascarilla en la respiración. Mientras algunos aseguran que la saturación de oxígeno es exactamente la misma, otros aceptan que el tipo de mascarilla, las condiciones previas de las personas e incluso factores psicosomáticos pueden hacer que aumente la dificultad respiratoria. 

Lo cierto es que algunas personas experimentan problemas al llevar la mascarilla durante un periodo largo de tiempo o cuando realizan un esfuerzo que haga que la frecuencia e intensidad del flujo de aire aumente. En esos casos, el especialista vocal recomienda «hacer frases más cortas. Respetar en la lengua hablada las pausas y los signos de puntuación que pondríamos en la escrita». Asegura que esto tiene un doble beneficio: por un lado, da al hablante una tiempo para respirar y descansar. Por otro, da al oyente una oportunidad de pensar en lo escuchado hasta el momento y asimilarlo, cosa que un discurso demasiado rápido no le permite. «En ese momento descifra si había algo que no había entendido».

Otros consejos que dan los foniatras para no fatigar la garganta son el de no agotar el aire completamente en cada expiración o el de destensar los músculos del cuello y los hombros.

Cuando sea posible, elige entornos silenciosos

Las personas con sorderas leves o moderadas siempre han encontrado más dificultades cuando hay ruido ambiente. Con el uso de mascarillas a todas las personas les resulta más difícil entender si hay ruido de fondo.

Procura mantener las conversaciones, siempre que sea posible, en lugares silenciosos, con pocas personas y que permitan una cierta cercanía (siempre respetando la distancia mínima recomendada). Si hay algún ruido pasajero (un avión, un exprimidor…), acuérdate de detener tu discurso hasta que cese en lugar de seguir hablando como si tal cosa. 

«Uso la lectura labial diariamente y constantemente, con cada persona que me cruzo. A veces no nos damos cuenta del ruido que hay en nuestro entorno, pero las personas sordas somos más sensibles a él, ya que nos dificulta el entendimiento de las personas según su vocalización labial o la gravedad de su tono de voz», explica Cristina Márquez, que tiene pérdida auditiva completa desde que nació, pero gracias a varias operaciones de implante coclear y al uso de audífonos tiene audición bilateral.

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Sé empático y muestra interés

Según Elena González, directora técnica de ASPANPAL, la Asociación de Padres de Niños con Problemas de Audición y Lenguaje, «cuando una persona se señala el oído mostrándote que no puede entenderte, debes ser paciente y buscar recursos. Si hay una distancia suficiente quizá puedes bajar tu mascarilla un momento o utilizar el lenguaje escrito. Hay que ser consciente de que no todo el mundo oye igual». 

«Con el uso de mascarillas, no todas las personas son capaces de facilitarnos la comunicación», dice Cristina Márquez, poniendo el foco de la comunicación fallida en el emisor. «He tenido que usar el recurso de llevar un bolígrafo y una libreta porque cuesta muchísimo entender. Hay personas que no quieren facilitarnos las cosas porque “cuesta mucho” y personas que lo hacen encantadas». 

Ella recomienda que todos llevemos un boli a mano, e incluso sugiere que no estaría mal que aprendiéramos lo básico de la lengua de signos. «Aportaría muchísimo para todos nosotros. Con cualquier cosa que señalen o algún gesto, tenemos mucha intuición e imaginación para entender».  

Asegura la comunicación

A menudo asumimos que una persona se ha enterado de lo que hemos dicho solo porque lo hemos pronunciado y ella ha asentido. Pero no está de más hacer una pregunta al respecto para asegurar que ha entendido lo mismo que queríamos transmitir. «La gente en general no se pone en el lugar del otro ni piensa en cómo le entienden», explica González.

La comunidad sorda, el colectivo más afectado

Eva Serna es profesora de lengua de signos española en la Universidad de Murcia e intérprete de lengua de signos. Da clase a personas oyentes y también enseña logopedia. Este año, tienen que impartir las clases con la mascarilla puesta y distancia social, con todas las dificultades que esto implica en la enseñanza de esas disciplinas. «El otro día intenté hacer cuatro signos delante del espejo y la mascarilla se me fue», cuenta, haciendo referencia a los gestos que implican tocar la barbilla y el rostro.

Elena González, directora de ASPANPAL, explica que «hay distintos perfiles de discapacidad auditiva. Es un grupo bastante heterogéneo. Pero la gran mayoría, tanto los usuarios de lengua de signos como los que usan solo lengua oral o los que utilizan las dos lenguas, precisan de la lectura labial. Solo con las prótesis no llegan a la comprensión sin apoyo», explica.

Las mascarilla, además de impedir la lectura labial, impide ver la expresión facial de la otra persona. Todo esto hace que, en palabras de González, aumente «el aislamiento, la inseguridad y la dependencia». La disminución de la autonomía personal la han comprobado en personas que eran cien por cien autónomas y ahora, por el uso de mascarillas, necesitan la ayuda de un tercero para comunicarse con eficacia en algunas situaciones. «Estas personas están viviendo esta situación con estrés, ansiedad, malestar general e incertidumbre. Ha supuesto un paso atrás». Con esto coincide Cristina Márquez: «la mascarilla transforma las expresiones faciales. Nos cuesta entender las emociones de las personas, muchas veces nos lleva a malentendidos».

No hay ningún tipo de exención para este colectivo, ni siquiera en su círculo familiar. Elena González explica que las personas con discapacidad auditiva experimentan dificultades en el ámbito familiar (si se encuentran fuera de su casa, por ejemplo, dando un paseo); en el profesional (porque ya no pueden realizar tareas de atención al público que antes sí realizaban); en el social (por ejemplo, tienen que dar explicaciones cuando van a comprar algo) y en el educativo (afectando especialmente al desarrollo personal de los niños con dificultades auditivas).

El pasado 3 de septiembre se entregaron 80.000 firmas al ministro Salvador Illa pidiendo la homologación de mascarillas transparentes. La comunidad sorda se sirve en distintas medidas de la lectura de labios para comunicarse, y el uso de mascarillas aumenta su sensación de aislamiento.

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Actualmente están esperando respuestas de la Administración. «Si se homologan mascarillas con ventana, al menos las empresas que tengan empleados con discapacidad auditiva podrían tener ese tipo de mascarillas como dispositivo EPI (equipo de protección individual) y el entorno sociolaboral mejorará», explica Elena González. Tal homologación no solucionaría, sin embargo, el problema de la interacción social; pero sí daría un respiro a estas personas en sus entornos más cercanos.

Por si esto fuera poco, las nuevas medidas de las administraciones para prevenir el contagio pasan, en muchos casos, por la cita previa telefónica. Otras vías de contacto como el correo electrónico son muy lentas. «Aquí en Murcia la atención primaria en el centro de salud sigue siendo telefónica», recuerda Elena. «Una persona con pérdida auditiva severa no puede ejercer ese derecho a comunicarse si la única opción es llamar por teléfono». Un servicio que permitiera a estas personas que un texto escrito por ellas fuera trasladado oralmente a su interlocutor ya es posible a través de la tecnología. Ahora solo falta que se implemente en los entornos adecuados.

Cristina Márquez recuerda otros esfuerzos que se podrían hacer para lograr la inclusión: «En las instituciones abundan las señales acústicas y megafonías pero no hay señales visuales claras».

Márquez estudia en la Universidad de Granada y actualmente, tras trabajar tres años como dependienta en Primark, está en búsqueda activa de empleo. «Al comentar que soy sorda, que necesito leer los labios, algunas personas parece que hasta se asustan y miran raro porque no quieren quitarse la mascarilla. Me fastidia mucho ir a un supermercado, que me digan la cuenta de la compra y no saber cuánto es; tengo que fijarme siempre en la pantalla», recuerda Cristina. «O en una consulta médica o un banco, habría que llamar a la asociación en la que hay intérpretes de lengua de signos que vengan a ayudarnos para una consulta».

Cuidémonos. Minimicemos el riesgo de contagio en la medida de nuestras posibilidades. Usemos mascarilla.

Pero, al mismo tiempo, seamos más inclusivos y pacientes. Pongámoslo fácil a quien tenemos enfrente, que puede tener unas necesidades diferentes a las nuestras. Comuniquemos, también oralmente, con más empatía.

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