Jallalla Bolivia: El retorno democrático

Desde La Nota dialogamos con dos miembros de la comunidad boliviana en Argentina y activistas del colectivo Identidad Marrón, sobre las elecciones del pasado domingo en Bolivia, que representaron el comienzo del fin de un período de gobierno de facto.

La comunidad boliviana en Argentina tiene una historia no siempre reflejada por la sociedad. Los lazos familiares, culturales y comunitarios  entre Argentina y Bolivia superan las fronteras territoriales. Las elecciones del pasado domingo en Bolivia representaron el comienzo del fin de un período de gobierno de facto que inició el 12 de noviembre del año 2019. Las protestas, muertes y persecución política hacia el Evo Morales y los representantes políticos del MAS (Movimiento al Socialismo) encontraron como respuesta un apoyo popular mayoritario en las urnas. 

En Argentina hubo 84.437 votos, de los cuales el 88,14% fueron para el candidato del MAS Luis Arce, ex ministro de economía durante la gestión de Morales.

Desde La Nota dialogamos con dos miembros de la comunidad boliviana en Argentina y activistas del colectivo Identidad Marrón. Aymara Choque es indígena originaria, Quechua por parte de padre y Aymara por parte de madre, y Chana Mamani es de origen boliviano, Aymara de raíz, argentina por ciudadanía adquirida y migrante.

¿Cómo se vive ejercer el derecho al voto desde Argentina para las elecciones de Bolivia?

Aymara: En estas elecciones no voté, pero acompañé desde la cuestión jurídica a las irregularidades que se estaban dando. Junto a otros países, Brasil, Chile, Inglaterra, España, Estado Unidos se hizo una articulación para resolver los problemas, porque se estaba vulnerando el derecho a sufragar. 

Mi acompañamiento fue desde la militancia jurídica antes de las elecciones. Defender el derecho a sufragar en el exterior es defender un derecho ganado en el año 2009, no es un hecho menor. 

Chana: Fue difícil votar, siempre fue difícil. Pero es importante para la democracia. 

El sufragio desde el exterior es joven, y recién desde el 2009 las personas migrantes somos parte del Estado plurinacional de Bolivia. Para muchas personas que migraron, en toda su historia, en el 2009 fue su primer voto. Por eso nuestro voto tiene otra magnitud. 

Y poder hacerlo siempre fue autogestión. Desde la práctica, no es solo votar, sino un sentido de reconocimiento de derecho. 

Armamos redes para hacerlo y superar la inoperancia de las instituciones. Porque quisimos votar la salida del golpe de estado, más aún en contexto de pandemia y con la emergencia alimentaria fue también muy difícil. 

El año pasado, cuando sucedió el golpe de Estado en Bolivia, hubieron algunas expresiones a favor y concentración en el Obelisco apoyando a Yanine Añez. ¿Qué lectura puede hacerse de esto?

Aymara: Para entender ese escenario hay que retroceder hasta 1492 cuando llegan los europeos, con su mirada de acumulación de dinero y de recursos, con su mirada eurocéntrica y de adoctrinamiento.  La creación de los Estados como países viene de la mano de una cultura racista, clasista y monolingüística, monocultural.  Los pueblos indígenas no fueron sujetos de derechos ni en la colonia ni con la creación del Estado Boliviano.  Siempre la administración del Estado fue para pocos.

Cuando Evo llegó al poder, es la primera vez en la historia que se pudo visibilizar con orgullo el ser indígena. Antes de eso, desde la percepción que se daba en las escuelas, ser blanquito era mejor que ser marrón o indígena. 

Antes, las mujeres de polleras no podían ingresar a cualquier lado. Las indígenas, las originarias estaban destinadas a ser empleadas, amas de casa o lavar ropa. Una actividad que se extendió mucho fue el lavar ropa la mano. Después, la mujer de pollera estaba discutiendo política pública, direccionándolas. 

Allá en el año 2009, se visibiliza a los pueblos originarios, pero sobre todo genera derechos políticos. Esto parece muy reciente y muy loco, porque ya había tratados internacionales de derechos humanos. Pero no, en la Bolivia de antes, el racismo era el común denominador de los días. Y los derechos humanos para los pueblos originarios no pasaban.

Obviamente que los patrones están enojados. Ellos nunca pensaron que los indígenas, la mujer de pollera, sean los que estén gobernando. Porque ellos defienden el Estado de antes, defienden ser patrones ellos. 

¿Cómo se vivió este proceso electoral? ¿Esperaban el resultado?

Chana: Hubo encuestas de todo tipo. El debate estaba en si había primera o segunda vuelta. De alguna manera lo que sostuvo el proceso fue lo comunitario. Para mí la elección tiene esa construcción subjetiva y colectiva desde la práctica comunitaria, más allá de las diferencias políticas. Porque hay una mayoría indígena o altiplana, pero también hay bolivianos que no son indígenas, mestizo o criollos, depende como de autoidentifiquen. Pese a las dificultades, como ir dos o tres veces a buscar la escuela para votar, y no por un problema propio sino por inoperancia propia del sistema, que dificultan votar. 

Elegir no implicó sólo una fórmula política, en medio de persecuciones y de una pandemia, y de emergencia alimentaria. Se elegía la paz y la vida. 

¿Qué aspectos creen que quedaron más expuestos durante este último año dictatorial? ¿Qué temas creen que deben afrontar desde el MAS en este nuevo período democrático?

Aymara: Creo que los hechos más brutales fue volver a ver el racismo que pensábamos que se había zanjado. Sin embargo, en esta autoproclamación de Añez nos vimos otra vez con esos hechos.  Volver a ver como quemaron la wipala, como maltrataron a las mujeres que salían a defender aquello que les había hecho bien, fue el hecho más brutal. El resurgimiento de esta clase, la violencia y el odio es algo que todavía no se trabajó en profundidad. Que tiene que ver con el ámbito de la educación, junto a la memoria histórica. 

Hay que trabajar para explicar qué es un golpe de Estado, porque lo que se vivió fue un golpe de Estado.

Chana:  Creo que lo que termina ganando es la unidad, el llamado pacto de unidad fue contundente en esta elección y se hizo desde abajo. Volvió la vida y la alegría, no era por Evo, era por el pueblo que se devolvió su propia democracia. 

La confederación  nacional de mujeres campesinas indígenas originarias de Bolivia- Bartolinas Sisa, campesinas y rurales, mujeres parte de la comunidad de Tupac Atari, más muchas otras y otros señalaron siempre la necesidad de cuidar la vida, y la vida es la comunidad.

Todo este proceso no fue gratuito. El escenario es de complejidad e incertidumbre, el gobierno anterior cerró ministerios y dejó muchas cosas sin hacer. 

Este momento es un avance para la región, porque la pelea no es por la economía sino por los recursos, y los recursos están en las comunidades. Allí está la disputa. Hay que continuar con el proceso de decolonización y despatriarcalización que tuvo su hito en el 2006.

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