El orgullo de ser miles

En el mes del orgullo recordamos el hito que marca la fecha: la revuelta de Stonewall, en Nueva York el 28 de junio de 1969. Esta nota es una propuesta para reflexionar sobre un hito, mucho más aquí en el tiempo y muy propio de lxs tucumanxs, la Marcha del Orgullo pos pandemia del 4 de diciembre de 2021.
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Las efemérides tienen ese poder de poner en agenda un tema e invitarnos a reflexionar colectivamente sobre hechos puntuales de la historia. Cada 28 de junio, es una fecha movilizante para mí, no sólo porque me siento parte del movimiento LGBTI+ de Tucumán, sino porque se renueva el ejercicio de reflexionar sobre qué es el orgullo verdaderamente para nuestra comunidad.

Hoy, pensando retrospectivamente, considero que la Marcha del Orgullo del 2021 fue un hito en nuestra historia local más reciente. Será recordada como la más masiva hasta ese momento, la que nos permitió habitar la ciudad de otra forma, la que integró y unió fuerzas. La que sentó un piso desafiante para sostener y la que nos hizo más que visibles y orgulloses, nos puso en la agenda mediática y política como un movimiento del que no se puede prescindir para pensar las políticas de hoy. Esa presencia masiva y rotunda, puso de manifiesto que no queremos ser la corrección política de un espacio partidario, queremos construir en igualdad de posiciones y condiciones.

“Nuestro Orgullo existe y resiste”

Ese fue el lema de la bandera de arrastre que encabezó la Marcha del Orgullo del 2021. Lo retomo porque creo que son claves en este análisis “la resistencia” e insistencia de quienes integran el colectivo LGBTI+ en Tucumán para conformarlo como tal.

Con más o menos memoria, podemos decir que en esta provincia celebramos el 28 de junio desde 2009, aproximadamente, teniendo como contexto inmediato la previa social al debate del matrimonio igualitario. En esos momentos empezó a consolidarse y tomar forma lo que podemos llamar hoy “movimiento LGBTI+”. Este proceso fue largo y complejo, teniendo en cuenta la enorme diversidad de experiencias, ideologías y vidas en el -valga la redundancia- movimiento de la diversidad local.

La resistencia a los múltiples obstáculos para lograr la consolidación de un colectivo capaz de contener a sus integrantes, traducir las problemáticas y deseos de esa comunidad en demandas y sostener la presencia en las calles, es la ganancia de este movimiento que se sostuvo y se multiplicó en el tiempo. Esa ganancia se vio materializada y legitimada en la Marcha del Orgullo del 2021, la que considero un hito y aquí quiero explicar porqué.

La masividad. Desde la Comisión Organizadora de la Marcha del Orgullo (la COMO) calcularon entre 8 mil y 10 mil personas asistentes. Ese fue el número más alto de participación en la historia reciente del movimiento aquí en Tucumán. Asistieron personas de toda la provincia, de todas las edades, personificando nada más y nada menos que ese YO libre y resiliente que implica ponerse las plumas, las banderas o los arneses y salir a las calles todx disidente. La experiencia de encontrarse así, montados/as/es junto a un mar de gente, es verdaderamente única y altamente recomendable para todes, más allá de su orientación sexual o identidad de género. Recomiendo.

Galo Ismael es integrante de la COMO desde 2015. Desde su mirada, la masividad de la concurrencia a la marcha 2021 tiene varias explicaciones: “veníamos de dos años de pandemia; las expresiones de lucha, la forma de habitar la calle, había sido condicionada por la necesidad de cuidarnos y reconocer la vulnerabilidad del colectivo LGBT en pos del cuidado. Se tejieron muchísimas redes durante la pandemia, hubo mucha organización del colectivo para sostener a quienes no podían. Ese tejido de redes empezó a marcar las bases para la marcha del 2021. La ansiedad que genera el evento, saber que ya llega el momento de salir a las calles, los colores, la fiesta, los reclamos, todo eso fue efervescente para un montón de adolescentes y jóvenes que quizás no habia marchado nunca, o habían tenido la experiencia una o dos veces y después se cortó. También estaba la convicción de que el colectivo LGBT tiene que estar en la toma de decisiones políticas, en las mesas, en el diseño de políticas, entonces esto era un momento de demostrar esa fuerza también.

El recorrido. El 2021 tuvo una particularidad que no es menor, y es que pudimos salir del obligado espacio para la denuncia, la protesta y marcha, conocido como el “marchódromo”. Me refiero al recorrido por calle 25 de mayo, que va desde la Plaza Urquiza hasta la Plaza Independencia. Esas cuadras tienen naturalizada la cultura del amontonamiento, del corte de calles, megáfonos y multitudes. Son calles que también son cada vez mas estrechas y nos quedan cada vez más chicas, como si ese fuese el único espacio en el que se nos habilita el derecho a marchar. 

En el 2021 eso cambió. Fuimos por las calles anchas y vertebrales de la ciudad, esas que no estaban acostumbradas a ser pasarela de la mariconería. El parque Avellaneda, la Av. Mate de Luna, la 24 de Septiembre fueron escenario de un despliegue enorme de personas, consignas, fiesta y disidencia, marcando un piso nuevo para la Marcha del Orgullo en la provincia.

Ese 4 de diciembre del 2021 el privilegio de habitar la ciudad fue colectivo. Se puso lo céntrico por encima de lo marginal, el derecho a ser visibles por encima de la opacidad cotidiana del orgullo LGBTI+, la libertad de ocupar las calles de una forma que parece sólo accesible para quienes habitan la ciudad capital. La concurrencia de compañeres de otras ciudades de Tucumán fue notoria y aportó mucho.

Natalia, integrante de Concepción Feminista recuerda esa marcha con particular cariño. “Para mi fue muy significativa, soy lesbiana y vivo en Concepción, un lugar en donde no podes expresarte, vivis tapada basicamente. Recuerdo la libertad que sentí estando allá, no siendo excluida, ni mal mirada, pudiendo estar con mi pareja, besarme, abrazarme, lo viví con inmensa alegría. Creo que son pocos los espacios donde hoy en día y más siendo del Sur podes vivir tu orientación libremente. Algo que rescato de haber podido estar ahí es que por primera vez vi familias, niñes, todes acompañando. Fue mágico, ojalá en esta ciudad pudieramos vivir sin discriminación ni maltrato, porque lo hay y mucho”.

La pos pandemia. El 2020 fue un año que nos marcó a todxs por las pérdidas, los efectos que el aislamiento nos dejó y el impacto de una época que aún tratamos de entender. La necesidad urgente de salir de ese momento y volver a encontrarnos en las calles fue crucial para la masividad de la Marcha. Necesitábamos volver a ser visibles.

Claudinna Rukone, activista trans y participante activa en el movimiento desde sus inicios, recuerda: “Durante el 2020 creo que esa sensación de miedo y pérdida, que ya muchas la sentimos a lo largo de la vida, se potenció. La sensación de soledad creció y en el 2021 con la posibilidad de volver a verse, volver a abrazarse, volver a caminar juntes, creo que llevó a que muchos sectores, incluso de la periferia de la provincia, tengan ganas de salir a marchar. Sumado a la reorganización de la marcha, sumado a los nuevos espacios. Lo que sucedió fue algo muy hermoso, básicamente la manifestación del colectivo LGBT de una manera masiva, increíble

Andrea Herrera, mujer trans que vive en el Sur de la provincia y participa de Concepción Feminista, también recuerda con alegría aquel momento: “la del 2021 fue una marcha muy emotiva para mi, porque por el COVID se murieron muchas compañeras. Y en la Avenida, todas juntas brindamos por ellas, las nombramos e imaginamos que estaban con nosotras. Me gustó ver tanta gente libre, montada, trans, a los besos, una realidad que se esfuma los otros 365 días del año. En Concepción tenemos una sola orga que nos banca que es  Concepción Feminista, pero aquí te hacen todo tan difícil…Por eso marchas como la del 2021 son para mi espacios de encuentro y celebración, donde puedo ser yo”.

El movimiento consolidado. La masividad alcanzada en el 2021 nos posicionó como un colectivo consolidado frente a una agenda política que suele prescindir de nuestra representatividad en el diseño, planeamiento y aplicación de políticas públicas, incluso de las que son orientadas para el colectivo. Hasta ese momento, no podíamos contar a m{as de 10  personas pertenecientes al movimiento LGBTI+ ocupando cargos públicos de jerarquía. 

El impacto de esa presencia sostenida y masiva en las calles pudo verse reflejada más certeramente este año, en las instancias electorales provinciales, donde podemos decir que hubo candidatos/as/es LGBTI+ en muchas listas. Ese fue el caso de Pipo Albano, que fue candidato a legislador por La Marea Verde, es militante del espacio Kompañeres Tucumán Peroncha y participa activamente en la COMO. “El 2021 abrió el juego a pensarnos no solo como sujetos autoconvocados e independientes en algunos casos, sino también como personas que votan, como un electorado; que tenemos derecho a exigirle al Estado ese reconocimiento para la realización de actividades, como la marcha. Esto, que era un miedo, el pensar que la marcha se vuelva un espacio partidario, no sucedió cuando se habilitó la colaboración del Estado o de funcionarios, al contrario. Creo que hubo un nuevo despertar de conciencia política, de creernos que somos sujetos políticos inmersos en un contexto, en el que podemos organizarnos, unirnos y tenemos la capacidad para ocupar espacios de decisión, esas mesas chicas que construyen la agenda política cotidiana. Podemos encabezar las listas y no estar en términos de suplencias.”

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