Dispersos y poco sistemáticos, ¿políticas públicas a partir de datos?

EstadoInteligente JoseSaccone RGB
Ilustración: José Saccone / FUNDAR

¿Cuántas personas consumen sustancias, como alcohol, cocaína y derivados, entre otras, a nivel nacional? ¿Qué sustancias utilizan? En caso de necesitar asistencia médica, ¿cuántas llegan a las instituciones de salud por consumo? ¿Cuántas muertes por consumo hay? ¿Quiénes son las personas institucionalizadas? ¿Cuáles son sus condiciones socioeconómicas específicas? ¿Cuál es el grado de eficiencia de las instituciones en la recuperación general de las personas? ¿Hay un registro integral y federal de consumidores y estrategias de prevención e intervención?

“Si querés saber el alcance de un problema en la población, la prevalencia, lo primero que necesitás hacer son encuestas y estudios epidemiológicos. Incluso si queremos saber cómo es este problema en una población particular, un país, una ciudad, necesitamos tener datos”, explica Silvia Martins, epidemióloga, directora de la Unidad de Epidemiología de Uso de Sustancias del Departamento de Epidemiología de la Escuela de Salud Pública Mailman de la Universidad de Columbia y del Grupo Interdisciplinario de Políticas e Iniciativas de Salud sobre Opioides y otras sustancias. “Y es importante recopilar los datos y recopilar los datos bien, así podemos tomar decisiones en prevención, intervención y tratamiento”, agrega.

Según los especialistas consultados que pertenecen a la Sociedad Argentina de Epidemiología -SAE-, en nuestro país, no existe un sistema de información integrado a nivel nacional sobre consumos, ni sobre salud mental. El Sistema Integrado de Información Sanitaria Argentino –SISAreúne diversos registros pero, como indican los especialistas, en materia de salud mental, no compila toda la información sanitaria. “Tenemos un sistema de salud fragmentado”, expresan los especialistas de la salud, psicólogos y médicos, consultados para esta serie de artículos. Un diagnóstico de la articulación general del sistema público.

“Es fundamental saber si tenemos prevalencias más altas en las zonas rurales o urbanas, o en un grupo demográfico particular; se toman datos -en Estados Unidos- a través de encuestas nacionales, pero también hay investigadores que hacen encuestas en comunidades y encuestas más locales. Realmente depende mucho de la inversión que hagan el gobierno y las instituciones de investigación para la recolección de datos e información”, afirma Martins.

“También se recolectan datos, por ejemplo, en accidentes de tráficos si las personas estaban usando sustancias o no y en los hospitales, no es un sistema perfecto, pero hay grandes bases de datos a nivel nacional”, añade la epidemióloga de Columbia. A estas bases de datos se suma la encuesta anual nacional de uso de drogas y salud que lleva adelante la Administración de Abuso de Sustancias y Salud Mental.

Datos disponibles en Argentina

Según los especialistas, los dos registros más fehacientes del Ministerio de Salud de la Nación son el Registro de Egresos Hospitalarios, en el que se consignan todas las altas de pacientes internados en hospitales del sector público, y los registros de las tasas de mortalidad, aunque ambas estadísticas solo están actualizadas hasta el año 2021.

“Cuando un paciente ingresa, se registra la causa del ingreso que, en general, no es intoxicación”, explica una médica de la guardia del Hospital Ángel C. Padilla en Tucumán. “Puede ser intento de suicidio o un accidente, entonces, lo que hacemos, es una evaluación clínica, si tiene un golpe, vemos el golpe, hacemos las interconsultas necesarias, pero en la historia clínica quedará el politraumatismo, no el consumo que, en general, no suele ser el motivo de la consulta”.  

Lo que los profesionales de la Sociedad Argentina de Epidemiología señalan es que hay un subregistro en la toma de esos datos en relación con el consumo. “En el de Egresos Hospitalarios, la persona tiene que tener como motivo de internación el consumo problemático en el sector público. Mientras que en el de mortalidad, la causa básica de muerte tiene que haber sido el consumo problemático, pero en general las personas se mueren, no necesariamente por una sobredosis o algo vinculado al consumo, sino que puede ser una causa externa, paro cardiorrespiratorio, muerte violenta y los médicos consignan eso, aunque la causa, de fondo, sea el consumo, aquí está el subregistro”, dicen.

La Dirección Nacional del Observatorio Argentino de Drogas de SEDRONAR es el único organismo que toma datos poblacionales en esta materia, es decir, una especie de censo general, en una muestra específica, de la población argentina sobre consumo de sustancias psicoactivas. Sin embargo, las últimas bases de datos públicas disponibles del Estudio Nacional en Población General sobre Consumo de Sustancias Psicoactivas corresponden al año 2017. Las publicaciones posteriores son los informes elaborados por el organismo, sin las bases de datos abiertas.

“¿Y cómo se pasa de la toma de datos al desarrollo de las políticas?”, pregunta La Nota a la epidemióloga Silvia Martins. “Esa es la parte más difícil porque si ves que hay un problema, tenés que tomar acción y eso varía. Pueden ser campañas de prevención o estrategias en las currículas de las escuelas, la prevención tiene que empezar temprano”. 

Pero, ¿qué sucede cuando se suman capas y capas de barreras estructurales?

“Una de las cuestiones es que el tipo de droga depende de la disponibilidad. Sabemos, por ejemplo, que en los barrios más vulnerables en Baltimore la heroína puede ser la primera opción de uso, mientras que en el resto de Estados Unidos las primeras drogas que usan los adolescentes son alcohol y tabaco, seguido por el cannabis”, a lo que Martins agrega que en los contextos de mayor vulnerabilidad de las personas, cuando la escuela no aparece como una institución de soporte, son fundamentales los centros comunitarios y las ONGs en el trabajo en el territorio.

“Tener otras alternativas, otras alternativas de cosas para hacer en el barrio es clave. Asegurarse que los chicos tengan otros recursos y estén ocupados. En estos casos, con tantas barreras estructurales, el consumo de drogas es uno más de otros problemas. Intentar tener una mejor red de contención ayuda, aunque es difícil”, explica Martins.

¿Qué hacer con los datos existentes?

“Dispersos, poco sistemáticos, también con una insuficiencia de análisis”, caracterizan desde la SAE los datos existentes. “Información y datos, hay, pero no hay integración. Antes de ponerte a producir nuevas cosas, lo primero que tenés que hacer es una línea de base, compilando todo lo que hay, mantener una metodología, el Estado está haciendo un esfuerzo y gasto enorme en producción de datos que no necesariamente se están utilizando, entonces, la pregunta también es, ¿para qué voy a usar esa información?”, añaden. 

La expulsión, como una de las características del sistema de salud en relación con consumos problemáticos, es otro de los señalamientos que hacen los profesionales de la SAE. La vinculan a la falta de capacitaciones, la precarización laboral y la ausencia de infraestructura adecuada. En este contexto, son las personas en condiciones más vulnerables quienes padecen los abordajes punitivistas. 

“Tiene que haber un enfoque múltiple, no puede ser solo enviar a una persona a un tratamiento porque después, cuando vuelve a la realidad, ¿qué pasa? Tiene que haber una estructura a la cual volver, apoyo para la familia”, explica Silvia Martins. 

La Nota le pregunta cuáles considera que serían las estrategias más eficientes para reducir el consumo en el caso de drogas ilegales. “Es un poco más complicado porque depende de la oferta y de lo que esté disponible. En primer lugar, diría educar, educar sobre los efectos nocivos que tienen junto con el monitoreo del suministro de drogas, tratar de reducirlo”, responde. “Pero, al mismo tiempo, hay que tener cuidado cuando se reduce la oferta de drogas para no criminalizar al consumidor y terminar poniendo al usuario en la cárcel”.

La información que hay es suficiente para planificar, hacer políticas públicas y evaluarlas. Las políticas de salud mental y consumos problemáticos son cada vez peor, cada día más insuficientes, muchas veces tienen que ver con el financiamiento de instituciones de encierro y se viene un problema grave en salud mental. Se va a profundizar cada vez más el problema y vamos a tener cada vez menos dispositivos”, alertan los especialistas epidemiólogos. “Estamos en una situación individualista, de crisis, pocas perspectivas de futuro, escaso empleo, sin políticas de contención ni abordaje”.

Desde la SAE afirman que los datos que existen son suficientes para empezar a trabajar, para detectar qué dispositivos hacen falta, qué hay que abordar y de qué forma. “¿Qué necesitamos? ¿Qué hace falta? No hay que generar datos porque sí, hay que generar políticas, ahí van a surgir nuevas preguntas, pero que sus respuestas sean para dar solución a las problemáticas”, afirman. 

Este artículo fue elaborado gracias al apoyo de la Fundación Heinrich Böll
This article was written thanks to the support of the Heinrich Böll Foundation

Total
0
Comparte
Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Artículo Anterior
PORTADA

Ando pensando en la verdadera revolución

Próximo Artículo
PORTADA 5

Drogas: ¿De qué hablamos cuando hablamos de reducción del daño?

Posts Relacionados
Total
0
Compartir