La Unión Internacional de Arquitectura propuso en el año 1996 vincular la arquitectura con el hábitat, y rendir homenaje el primer lunes de octubre de cada año, a los y las profesionales comprometidos con hacer ciudades seguras, inclusivas y sostenibles. Por eso, hoy se celebra el día de la Arquitectura y el Hábitat.
Tener una vivienda es un derecho humano reconocido internacionalmente. Este año, la pandemia de COVID-19 nos mandó a todos a la casa, como una acción clave y necesaria para detener la propagación de esta enfermedad.
Al mismo tiempo, la pandemia nos ha recordado que el hogar es mucho más que un techo. Un hogar debe ser seguro para permitirnos seguir trabajando, aprendiendo, con acceso a servicios básicos e infraestructura para las medidas de higiene, y con suficiente espacio para el distanciamiento físico. También debe estar ubicado en un lugar que permita a los residentes acceder a espacios públicos verdes y abiertos, oportunidades de empleo, servicios de salud, escuelas, guarderías y otras instalaciones sociales.
Se estima que desde antes de la pandemia, 1.800 millones de personas ya vivían en barrios marginales y asentamientos informales, viviendas inadecuadas o sin hogar en las ciudades de todo el mundo. Es probable que ahora experimenten problemas de salud debido a la ausencia de servicios básicos, espacio para el autoaislamiento y la exposición a múltiples peligros socioeconómicos y ambientales, incluidos disturbios y violencia, inundaciones, incendios, contaminación. Todos estos factores les hace ser mucho más vulnerables al COVID-19.
El Día Mundial del Hábitat 2020 presenta la oportunidad de participar en un debate global sobre el impacto transformador del COVID-19 en el sector de la vivienda y de explorar cómo reconstruir mejor las sociedades, aprovechando el papel de la vivienda como catalizador para la entrega progresiva de los derechos humanos y como base del bienestar de las personas.
Los problemas relacionados con la vivienda deben estar en el centro del desarrollo urbano sostenible e inclusivo. COVID-19 ha puesto de relieve la paradoja de la vivienda: en un momento en que las personas necesitan refugio con urgencia, miles de departamentos y casas están vacías.
La vivienda inclusiva, asequible y adecuada es la clave para la transformación sostenible de nuestras ciudades y comunidades. El Objetivo de Desarrollo Sostenible 11 apunta a ciudades resilientes, inclusivas, seguras y diversas para 2030 y una de las metas es el acceso a viviendas y servicios básicos adecuados, seguros y asequibles para todos y la mejora de los barrios marginales. La pandemia ofrece nuevas oportunidades para que participen todas las partes interesadas.
Desde La Nota, aprovechamos esta fecha para homenajear a la aquitecta y urbanista tucumana Ana Falú, una referente argentina en la lucha por los derechos humanos y los derechos de las mujeres. Pionera en la región en promover desde el activismo y la investigación académica temas vinculados al derecho de las mujeres a la ciudad, como la violencia en las ciudades y las mujeres.
Es arquitecta, profesora, investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y directora del Instituto de Investigaciones de Vivienda y Hábitat (INVIHAB) de la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina.
Fue directora de ONU Mujeres (ex UNIFEM) para la Región Andina (2002-04) y para Brasil y Países del Cono Sur (2004-2009). Entre otros espacios de producción y acción a favor de los derechos de las mujeres, Ana Falú ha sido cofundadora de la Red Mujer y Hábitat de América Latina, de la Articulación Feminista Marcosur y de CISCSA (Córdoba, Argentina), organización con más de tres décadas de funcionamiento de la que actualmente es su directora.
Desde hace años que impulsa el enfoque de igualdad de género en la planificación urbana, la legislación y el desarrollo para lograr la inclusión y la integración plena de las mujeres y las niñas en la vida económica, social, política y cultural de las ciudades.