Por Daniel Blanco para Política Obrera
Javier Milei logró imponerse en el tramo tucumano de las PASO con el 36% de los votos, superando a Unidos por la Patria, que obtuvo un 32,8% de los votos, y a la fórmula de JxC, que cosechó apenas el 21,7%. Desde el año 1995, el peronismo no había perdido una sola elección en la provincia.
Para consuelo del peronismo, en diputados Unión por la Patria encabezó la votación con el 32,27% de los votos, mientras que Fuerza Republicana, el partido aliado a Milei, encabezado por Ricardo Bussi, obtuvo el 27,6%. JxC logró el 23,3% en esa categoría.
El pasado 11 de junio, en la elección a gobernador, intendentes, legisladores y concejales, el peronismo se impuso con más del 55% de los votos, superando a JxC, que obtuvo el 34,9 %. Fuerza Republicana había cosechado apenas el 3,9% de los sufragios.
El gobernador electo Jaldo había anticipado que el peronismo iba a retroceder en 100 mil votos, aludiendo a que no regiría el sistema de acoples, lo que efectivamente ocurrió. En la elección provincial, además de los acoples, que constituyen un fraude político, funcionó un sistema de compra de votos que superó todo lo conocido. En esa oportunidad, Fuerza Republicana fue la gran perdedora, a pesar de que Bussi se presentó como socio político de Milei.
En las PASO, en cambio, prácticamente no se notó la acción punteril del oficialismo, tampoco del bussismo, que había quedado semidisuelto después de la elección provincial. No tuvo campaña de actos, afiches ni fiscalización. Con una menor presión del aparato punteril del PJ, el descontento acumulado se expresó mayoritariamente en Milei, permitiendo ganar la votación y, por arrastre, resucitando a Fuerza Republicana, si bien quedó a 10 puntos de la votación presidencial.
Milei ganó en la capital y en los departamentos más importantes del interior: Tafí Viejo, Chicligasta, Lules, Famaillá, Cruz Alta. La excepción fue Yerba Buena, único reducto provincial gobernado por JXC. En Cruz Alta, donde la visita de Massa dio lugar a un acto que reunió a más de 50 mil personas, Milei superó al oficialismo. Massa sacó menos votos que la cantidad de asistentes a su acto.
Las declaraciones de Jaldo, Manzur y otros funcionarios mostraron desconcierto e incertidumbre, en medio de demandas salariales que se han tornado explosivas: la docencia, en la semana previa a la elección, fue al paro y concretó una movilización que superó los 20 mil docentes. La burocracia logró imponer una tregua aceptando la conciliación obligatoria, pero la tensión se mantiene, al igual que entre los trabajadores de la salud y otros sectores.
En el campo de la izquierda, y en la interna del FIT-U, el PTS superó holgadamente al frente del PO oficial aliado al MST. Cada bloque, por separado, no supera las PASO, y con la sumatoria apenas llegan al piso del 1,5%. La debacle del aparato del PO deja al PTS como la referencia electoral del FIT-U en la provincia. Con una “fuerza” organizada mayor (Polo Obrero), el PO oficial es una fuerza inexistente en la lucha de clases de la provincia.
Política Obrera hizo una campaña austera, en contraste con la del FIT-U que afichó toda la capital y zonas del interior y realizó una inversión en redes millonaria, pero completamente vacía de contenido político. Obtuvimos el 0,5 % de votos a diputados, casi 5.000 votos. En algunos departamentos, como Simoca, Alberdi y Trancas, estuvimos por arriba del 1,5%. En San Lucía, zona limonera, superamos el 2%.
Fue una campaña a “pata y a pulmón”, aprovechando cada segundo de los medios para clarificar el panorama. Realizamos un acto muy importante y masivo con la presencia de Marcelo Ramal, demostrando la capacidad de movilización de la regional, que luego se expresó en la agitación y fiscalización de los comicios donde logramos movilizar casi 1.000 compañeros, decenas de lo cuales se van a sumar a las filas partidarias. Se abrieron nuevas zonas y frentes estratégicos de intervención. La campaña ha servido para estrechar y politizar a toda una vanguardia que va a ocupar un lugar clave en los procesos de la lucha de clases motorizados por cuestiones reivindicativas, pero también por cuestionamientos crecientes al régimen político y al gobierno ajustador.
