Tres piezas y una historia de otras historias

El próximo sábado, de 18 a 21 hs, se llevará a cabo el cierre de la muestra La Academia – Los Egresados – El Manual, realizada por Diego Aráoz en El pasaje. La Escuela Naval Militar Argentina y una sistematización Armada.

“Meses atrás empecé a darle forma definitiva a esta propuesta y, por esas cuestiones inexplicables de la vida, me llamó Juan Grande para invitarme a presentar un proyecto que, posteriormente, fue conversado con todo el equipo de El pasaje“, explicó, Diego Aráoz, sobre la muestra que propone en el pasaje 1° de Noviembre 1312 – alt. Chile al 1300, El pasaje, San Miguel de Tucumán.

“La Escuela Naval Militar Argentina fue una de las instituciones involucradas en la formación de futuros represores que actuarían en la clandestinidad durante -y antes también- la dictadura cívico-militar de los años setenta”, enuncia parte de la hoja de sala del trabajo de Aráoz.

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“Pasaron por sus aulas jóvenes como Astíz, Suárez Mason, Cavallo y Scilingo entre otros ilustres egresados. A partir del análisis de sus libros de promoción, entrevistas, planes de estudio, archivos institucionales y material fílmico, la propuesta de esta muestra fotográfica gira en torno a tres elementos: La Academia, Los Egresados y El Manual“, continúa la hoja de sala.

Resulta curioso que Diego Aráoz se reconozca como fotógrafo documental y reportero gráfico, cuando su último trabajo da cuenta de otros aspectos (vinculados a las artes visuales), a partir de un estudio que conecta cada punto de sí mismo y que excede los terrenos de la fotografía. Sí, dicha técnica tiene un importante papel -en efecto-, pero desde un lugar que se aleja de la mirada moderna a la que suelen vincularse los y las reporteras gráficas. En esta oportunidad, la propiedad intelectual y el tecnicismo inmaculado se hacen a un lado -y no por incompatibilidad- para dar lugar a que otros conceptos y decisiones se movilicen entre la apropiación, la cita, la ironía y una lógica de construcción (que se percibe constante hasta en el último detalle), como fruto de una intensa investigación.

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La mirada puesta en los verdugos

“Y una pregunta que sigue sin respuesta…”

“El origen de este trabajo está ligado a un pequeño reportaje alrededor de la historia de amor entre Roberto Genovesi y Ángela “Mossy” Audad, amigos de mis padres y que fueron secuestrados y desaparecidos durante la última dictadura militar”, explicó Diego Araoz sin mencionar que aquel germen es uno de los antecedentes de su caudal fotográfico, que lo vinculan a un continuo deseo de burlar el olvido, ejercitar la memoria y la defensa de los Derechos Humanos.

“Presenté el proyecto en una convocatoria en el marco del Festival de Fotografía de Montevideo Uruguay (MUFF) con la intención de ampliarlo. La presentación podía ser en cuatro líneas de trabajo y yo elegí la opción “otras memorias”, que sería dirigida por el artista, poeta y documentalista paraguayo Fredi Casco. Quedamos seleccionadas diez personas en esa opción (de Brasil, Uruguay, Chile, Ecuador, Perú y Argentina). Al principio surgieron varias líneas para desarrollar el proyecto. Una de ellas fue la de exacerbar un fuerte paralelismo religioso a partir de ciertos datos que sostenían una fuerte correspondencia con el tema. Otra línea de trabajo fue a partir del avión desde el que se les arrojó a los y las secuestradas al mar. Un avión de origen irlandés, el Skyvan Shorts, patente P-51 que sigue funcionando -hasta el día de hoy- en Estados Unidos, en una empresa de logística. Esta línea fue descartada porque ya había una investigación -impecable, extraordinaria- hecha por un fotógrafo italiano, Giancarlo Ceraudo, y la periodista argentina, Myriam Lewin (ex desaparecida) que permitió la condena en noviembre del 2017 de los involucrados en los ‘vuelos de la muerte'”, explicó Diego Aráoz para La Nota.

A partir de entonces, leyendo y releyendo material histórico, encontré la última entrevista a Alfredo Astiz, realizada por la periodista Gabriela Cerruti, actual diputada. ‘Yo digo que a mí la Armada me enseñó a destruir. No me enseñaron a construir, me enseñaron a destruir. Sé poner minas y bombas, sé infiltrarme, sé desarmar una organización, sé matar. Todo eso lo sé hacer bien. Yo digo siempre: soy bruto, pero tuve un solo acto de lucidez en mi vida, que fue meterme en la Armada’, ante esa afirmación, me surgió la pregunta ¿cómo te enseñan a matar a tu prójimo?“, reflexionó.

“Esa pregunta inicial, necesariamente, involucra a la institución, porque presupone algo planificado, sistemático, estudiado, aplicado y probado”.

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Esbozar una respuesta

“Los elementos que componen las dos primeras piezas forman parte de una publicación oficial de la Escuela Naval Militar Argentina, concretamente, del ejemplar del anuario de su promoción número 102. De ahí extraje las fotografías y los textos de La Academia y fotografías de actos o situaciones cotidianas del paso de esa promoción por la escuela, junto a fragmentos de textos que, re-contextualizados, adquirieron otro significado y refuerzan algunos conceptos sobre las Fuerzas Armadas, como el espíritu de cuerpo y la cultura antidemocrática.

En el caso de Los Egresados, me apropié de los retratos y el apodo que les ponían sus propios compañeros de armas. En el anuario mencionado, la segunda parte contiene biografías de todos ellos. En la página de la izquierda iba una caricatura con el apodo y en la página derecha, una fotografía tipo carnet con una biografía -en tono jocoso- del paso del estudiante por la escuela. Desde luego, la selección de los apodos, la hice en función de sostener el concepto del proyecto, entre ellos, el “Chupaleta”: Alfredo Astiz. Él egresó en la promoción N° 100. Pedí su fotografía escaneada en la biblioteca de la Universidad de Austin, en Texas, Estados Unidos, y pagué 17 dólares por ella. También pude adquirir su biografía y caricatura donde se lo ve con una pelota de rugby.

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Finalmente, la tercera pieza del proyecto, El Manual, es una recreación contenida por una vitrina bajo llave y fue pensada desde una concepción de pieza museológica, que necesita ser preservada y protegida. Partí de la idea que enuncia ‘la ausencia de evidencia, no es evidencia de ausencia’. Si no encontramos ninguna evidencia, no quiere decir que no haya pasado, pero estamos condicionados por el hallazgo“, finalizó Aráoz.

 

 

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