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Este pasado viernes en más de 30 localidades del país y también en 18 países más alrededor del mundo, se movilizó bajo la consigna de #ATLANTICAZO y #OCEANAZO, buscando visibilizar las problemáticas que aquejan al mar argentino y los océanos en general, haciendo énfasis en el repudio a los proyectos de exploración y explotación petrolífera que siguen impulsando los gobiernos de muchos países incluyendo el de Argentina.
Que no nos quiten las playas
Muches, tal vez, este verano nos dimos una vuelta por alguna costa, disfrutamos un rato del calor del solcito, reposando sobre una manta en la arena caliente, después de algunas zambullidas entre las olas, pero… ¿estamos al tanto de lo que está sucediendo en los mares?
Cuando hablamos de contaminación de los mares muches pensamos en tan solo plásticos. Y si, los plásticos claramente contaminan y mucho, por ende tanto reducir nuestro consumo de tales como políticas públicas que gestionen estos residuos son acciones urgentes. Pero eso no es solo lo que está provocando un declive sin precedentes en los ecosistemas y la biodiversidad marina. Es más, los plásticos, quizá, sean el menor de nuestros problemas.
La pesca a grandes escalas y el insaciable hambre de petróleo que ahora intentan calmar en el fondo marino son los principales responsables de que en menos de 50 años se haya degradado más del 60% de los mares y océanos, especies de animales fundamentales para el funcionamiento de los ecosistemas, como los corales (de los cuales quedan menos del 10%), las ballenas o tiburones, estén en grave peligro de extinción.
Si contamina, no es progreso
La biodisponibilidad de petróleo es cada vez menor y por ende la tasa de retorno en cada extracción también. Es por esto que muchas empresas están optando por formas de extracción no convencionales como el fracking (fractura hidráulica) o como es el caso, extracción de petróleo del fondo oceánico.
Este proyecto, llevado a cabo por Equinor (empresa noruega) junto con YPF y Shell, se lleva a cabo en dos etapas: exploración y extracción.
La etapa de exploración (exploración sísmica) consiste en bombardeos con cañones de aire al fondo marino con el objetivo de encontrar petroleo. Estas explosiones generan una frecuencia sonora comparable a la del despegue de un cohete espacial y por ende tiene consecuencias mortales en los animales marinos.
Después de identificada la zona donde se encuentra el preciado hidrocarburo, se procede a la extracción de tal. Según estudios realizados por la Universidad de Olavarría, las probabilidades de derrame de petróleo durante la etapa de extracción son del 100%.
Ya lo vimos en Perú estas últimas semanas en las que la refinería La Pampilla, perteneciente a la empresa Repsol, según información brindada por el Ministerio de Ambiente, derramó sobre las costas alrededor de 11.900 barriles de petróleo. Se estima que este desastre ecológico alcanzó*visiblemente aproximadamente 174 hectáreas de playa y 118 hectáreas de mar.
Eventos similares ocurrieron en Tailandia y Nigeria.
La “grieta” no llega hasta el mar
Pese a los compromisos asumidos en el Acuerdo de París, entre el 2017 y 2019 el gobierno de ese momento comenzó a otorgar permisos a empresas extranjeras para hacer exploración sísmica en las costas de Mar del Plata. El gobierno actual, lejos de dar marcha atrás estas actividades “ecocidas”, las continúa fomentando y estimulando económicamente.
Fue en julio del 2021 cuando se llevó a cabo la audiencia pública *no vinculante* impulsada por el gobierno nacional, en la que más de 500 ciudadanes de todo el país expresaron su profundo rechazo a este proyecto. Desde ese momento hasta ahora, el gobierno de turno, no hizo más que alentar ya sea con acción y/u omisión la industria hidrocarburífera.
En septiembre con el proyecto de ley “Régimen de Promoción de Inversiones Hidrocarburíferas”, que al contrario de lo que Argentina se compromete como país en cuanto a reducción de emisiones de GEI, busca otorgar incentivos económicos a la industria de combustibles fósiles durante los próximos 20 años.
Y más recientemente, en diciembre, se hizo pública la noticia de la aprobación de la exploración sísmica en el mar argentino.
Urge la profundización de los mecanismos democráticos en la toma de decisiones que nos afectan a todos los individuos por igual.
Los pulmones del planeta son en su mayoría de color azul
Los océanos no son importantes solo por las tentadoras ofertas turísticas que pueden ofrecernos.
Ocupan alrededor de un 70% de la superficie terrestre y suministran más del 50% del oxígeno que respiramos. También son unos de los principales reguladores de la temperatura y el clima del planeta.
Son responsables de la absorción de más del 90% del calor de origen antropogénico, así como también son grandes captadores de CO2 ya que absorben más del 26% de las emisiones generadas por los humanos.
Actualmente, debido a la reacción química del CO2 cuando entra en contacto con el agua y al exceso de calor absorbido, los océanos se están acidificando y calentando a ritmos nunca antes vistos, produciendo la muerte y desaparición de muchas especies tanto de plantas como animales.
Estas enormes masas de agua, de las que dependemos, constituyen más del 90% del espacio habitable en el planeta y brindan hábitat a más de 250.000 especies de animales. Se estima que, incluso siendo ese número gigantesco, solo se tiene registro de un tercio de todas las especies que habitan allí.
Estos modos de producción ya nos están costando muy caro y si no paramos, en un futuro no muy lejano la situación será mucho peor.
Mares libres de petroleras
En un contexto de caos climático y ecológico a nivel global y teniendo tan poco tiempo -solo unos años- para actuar antes de que la situación se vuelva totalmente irreversible, parece increíble que sigamos apostando a la quema de combustibles fósiles como fuente de energía, siendo esta la principal impulsora del calentamiento global.
Todo esto sumado a la innegable realidad de colapso que están atravesando los ecosistemas marinos, que más allá de ser hermosos a la vista, son pilares fundamentales para el funcionamiento de la vida. Sin ellos, la vida en este planeta no sería posible.