Razones por las que Sex Education no es ESI

El nombre de la serie que es furor este verano y la cantidad de temas actuales referidos a sexualidad que se abordan en ella, genera la sensación de que su consumo podría formar parte de Educación Sexual Integral. Algunas diferenciaciones y distancias entre la serie y la Educación Sexual Integral en Argentina.

Por Bruno Bazán

La serie Sex Education es una comedia dramática británica que se transmitió por primera vez en 2019 en la plataforma virtual Netflix. Durante el mes de enero del 2020 se estrenó la segunda temporada de la aclamada serie. La historia cuenta los devenires sexuales de un joven adolescente, hijo de una reconocida sexóloga, quien decide brindar asesoría sobre consultas sexuales a otros/as adolescentes de su colegio.

El nombre de la serie, y la cantidad de temas actuales referidos a sexualidad que se abordan en ella, genera la sensación de que su consumo podría formar parte de Educación Sexual Integral, o también, de que es un buen sustituto para acercar a las adolescencias información que podría no estar circulando en la actualidad en sus instituciones escolares. Es necesario realizar algunas diferenciaciones y distancias entre la serie y la Educación Sexual Integral en Argentina.

La serie no es una Ley

En Sex Education se muestra un universo de temas interesantes, acuciantes y seguramente mucho de ellos presentes en las adolescencias de muchas personas. La información y los criterios con los que esa información circula, nada tiene que ver con la propuesta de la ley 26.150 de Educación Sexual Integral, ni con los Lineamientos Curriculares aprobados por el Consejo Federal de Educación durante el año 2018.

Sea cual sea la postura individual de un docente o un entorno familiar, la ESI trabaja con contenidos pre acordados y siguiendo el marco normativo nacional e internacional de derechos humanos vigente en nuestro país. Quizás las cuestiones se presentan de modo “menos sexy”[i] pero esto responde a un modo de entender lo sexual no puede ni debe ser impartido desde la individualidad, sino con criterios colectivos, científicamente validados y legítimos. Los contenidos de la ESI son transversales y secuenciados, adaptados al grado de desarrollo de niños, niñas y adolescentes. 

Habar de ESI, en nivel inicial, por ejemplo, es hablar del cuidado del cuerpo usando los nombres científicamente validados para  nuestros genitales. Decir pene y vulva y saber qué son, forman parte de los primeros pasos de ESI, que nada tiene que ver con lo que se nos viene a la cabeza a las/os adultos cuando escuchamos la expresión “educación sexual”.

Con Información No  Alcanza

Un lugar común, entre quienes consideran necesario y urgente abordar ESI en las escuelas, es el de pensar que lo que niños, niñas y sobre todo adolescentes necesitan es información. Y allí entonces lo que se pide son “charlas” sobre ciertos temas. Una charla sobre métodos anticonceptivos, una charla sobre orientación sexual e identidad de género, etc. Esto se debe a que muchos ciudadanas/os fuimos educados bajo ese formato.

El discurso de “la sexualidad dictada por especialistas” es uno de los enfoques que el paradigma pedagógico de la ESI busca superar, al poner en diálogo, por ejemplo, los asuntos sexuales con la construcción de ciudadanía y la perspectiva de género. Una adolescente en Argentina no solo necesita saber el uso correcto del preservativo o las posibilidades del orgasmo, sino también, cómo y dónde conseguir asesoría en salud sexual integral, cómo reclamar su derecho al acceso a métodos anticonceptivos gratuitos en los servicios de salud, y también como condición de posibilidad de todo esto, necesita habitar un entorno en donde no se estigmatice a las jóvenes que eligen métodos anticonceptivos. Es en esta complejidad en la cual la ESI se hace presente en las instituciones educativas, y para esta complejidad la información sola no alcanza. Así como las adolescencias pueden ver la serie, también tienen acceso desde el celular a información oficial y de calidad referida a salud sexual, sin embargo, esta información no genera en sí misma las prácticas de cuidados esperadas.

La sexología no es ESI

Estamos acostumbrados a entender que los asuntos referidos a la sexualidad son específicos, particulares y epistemológicamente distintos de los otros asuntos de nuestras vidas. Desde esta mirada, una disciplina como la sexología cobra especial importancia. La madre de Otis Milburn, el protagonista de la serie, es sexóloga y  es quien naturaliza cierta impronta de desinhibición frente a lo sexual.

El hecho de entender lo sexual de la mirada de “especialistas”  es ya un punto de partida que da cuenta de lo nuevo que representa el paradigma de la ESI. Al ser la sexualidad una arista constitutiva de lo humano, es claro que no puede circunscribirse exclusivamente a un enfoque disciplinar. No alcanza, ni agota lo sexual el planteo de la sexología. El lugar que ocupa esta disciplina en el imaginario popular argentino tiene que ver con el modelo médico hegemónico, y también con la industria del sexo. Por un lado, la confianza en que son los profesionales de la salud los que pueden y deben decir qué es lo sano/enfermo, correcto/incorrecto sobre la sexualidad. Por otro lado recordemos la irrupción de Alejandra Rampolla en la TV, respondiendo a “consultas” y “problemas” que la audiencia le enviaba, a la vez que, promovía el merchandinsing ideal para una sexualidad placentera.

Estas consideraciones no quieren decir que la disciplina en sí misma no sea necesaria y valorable, sino más bien que la representación social que tenemos de esa disciplina ya da cuenta de que necesitamos apostar más a un saber integral de la sexualidad humana. Y esos aportes en la propuesta de la ESI pueden surgir tanto desde la filosofía como desde la educación física.

Desde la aprobación de la ley de ESI en el año 2006 hasta el presente nuestro país ha transcurrido escenas de ferviente rechazo a su implementación en las escuelas, y también nuevas olas de pedidos de implementación. Aquello que durante los primeros años de creación del Programa Nacional de ESI se pudo desarrollar como contenido pedagógico parece ser todavía necesario e indispensable de ser aprehendidos por toda la ciudadanía y no solo por las generaciones que estuvieron transcurriendo por las instituciones educativas.

Socialmente pareciera que nos faltan concluir ciertos debates y empezar a darnos otros, nos falta también disposiciones y espacios para conocer la ESI, para repensar nuestra propia educación sexual y promover modos de crianza y enseñanza superadores a los nuestros. Nos falta atender a una educación que contemple las infancias y adolescencias trans, la diversidad corporal y las sexualidades medias por la tecnología.

Quizás también todo aquello vinculado a la ESI de lo que debamos hablar sea también asuntos menos “sexys” que los tópicos que plantean en las series actuales, porque  aunque “aburridos”,  lo referido al marco normativo, a las secuencias didácticas y trabajo curricular de los temas que puede parecer demasiado básicos y conocidos, son aún asuntos necesarios para el transcursos de todas nuestras vidas.


[i] Florencia Luna, Filósofa Bioeticista Argentina  acuña una diferenciación entre cuestiones “sexys” y cuestiones “aburridas” en Bioética.  Las cuestiones sexys son temas sobre los que todo el mundo tiene algo para decir, son los debates que toda la sociedad se da. Las cuestiones aburridas son temas que pueden ser de vital importancia por no generan debates acalorados ni demasiado interés.

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