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Dos tucumanas y un tucumano fueron protagonistas en el Festival Internacional de Fotografía Experimental que se realizó en Barcelona. Desde La Nota hablamos con Aída Navajas quien tuvo el rol de curadora de una de las muestras y estuvo encargada del diseño del libro/catálogo que recopiló el trabajo de todos los y las artistas que participaron. Pablo Giori, un tucumano radicado en Barcelona hace varios años, Pablo es el Director del Festival junto a Laura Ligari, y el trabajo “Mujeres Fuego” de Ruth Argañaraz fue seleccionado para ser expuesto en el Centro Cívico Pati Llimona, además la fotógrafa brindó un taller a los asistentes sobre la técnica de fotografía experimental que utiliza. Que haya podido viajar más de 10.000 kilómetros fue gracias al trabajo colectivo, articulado y solidario de una red de mujeres fotógrafas, artistas y audiovisualistas tucumanas que consiguieron reunir los medios económicos generando actividades y eventos previos al viaje.
Curar una muestra
Aída Navajas es actriz de teatro y cine, arquitecta, escenógrafa y curadora nacida en Tucumán. Su práctica está marcada por el cruce entre las artes vivas, la arquitectura y las artes visuales. Está finalizando sus estudios de posgrado en la Maestría en Teatro en la Facultad de Artes de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos. Durante el año 2019 se formó con diferentes maestros dentro del Master en Escenografía en la Escuela Nacional Superior de Arquitectura de Nantes, Francia. Fue durante su estadía en Europa que conoció a Pablo Giori, otro tucumano que reside en Barcelona y se dedica, entre otras cosas, a la fotografía experimental.
¿Qué es la fotografía experimental?
El Festival Internacional de Fotografía Experimental EXP.20 está organizado por BADEM y es posible gracias al apoyo del Institut d’Estudis Fotogràfics de Catalunya y del Centro Cívico Pati Llimona. El objetivo de este evento es generar un espacio común para compartir, aprender y debatir sobre la fotografía experimental en sus múltiples facetas: desde la creación de cámaras, ópticas y películas hasta los procesos de impresión, intervención y producción de copias, exposiciones y fotolibros. Entre las actividades organizadas se encuentran mesas de debate, presentaciones de proyectos y experiencias, talleres y cuatro exposiciones colectivas e individuales.
Cada año confluyen artistas de diferentes partes del mundo para conocer el trabajo de otras personas, intercambiar ideas y generar una red de contactos.
Navajas fue invitada a participar como curadora y además fue la responsable de diseñar el libro catálogo que reunió los trabajos de los y las artistas que expusieron sus trabajos.
El festival recibió casi 200 dossiers de artistas de todo el mundo. El primer paso fue hacer una selección. “Me sensibilizaron siete proyectos y ahí empecé a entender el rol de la curaduría”, relató la joven de 30 que debutó como curadora. “Lo que tiene la fotografía experimental es que no tiene límites y la gente puede flasharla un montón, investigan la imagen con un montón de técnicas outsider de las técnicas convencionales”, contó.
La sala que le destinaron para que monte esa exposición conformada por siete obras diferentes fue el Centro Cívico Pati Llimona, una sala que está sobre ruinas romanas. “Eso fue un primer impulso de que había materialidades muy diferentes que convivían, como una sala blanca moderna, y la otra mitad de espacio, ruinas romanas que están muy bien conservadas. Yo, que soy arquitecta y muy fanática de estas cosas, volví a leer los dossiers y elegí aquellos soportes que eran diferentes al papel. Hice una pre-selección de artistas que desarrollan su fotografía no solo de una manera experimental al sacar la foto y luego al emulsionarla, sino que también se pusieron a ensayar en materialidades diferentes, como una piedra de un monte de Brusellas que pesa 27 kilos, o pequeñas cerámicas en donde una de las chicas releva fotos de rollos que encuentra en el mercado, imágenes perdidas en la historia, o el trabajo de Ruth por ejemplo que revela sus imágenes en fósforos”.
Otra cosa que le llamó la atención fue qué sostiene a una imagen. “La obra de uno de los artistas se sostiene con una inquietud bastante personal, la pregunta sobre la masculinidad. Un marica del norte de irlanda, es fotógrafo y desarrolla en polaroid una serie infinita de fragmentos de cuerpos de hombres con pene desnudos”, contó.
Al analizar las obras, pudo ver que cada uno de los artistas no solo registraron una imagen, sino que ensayaron inquietudes personales, trascendiendo la obra museística. “No están haciendo eso para que la gente lo vea y eso se exponga, sino están haciendo eso porque hay una experiencia de vida que lo necesita hacer”.
De hecho, la muestra se llamó “Soportar”.
“Experimentar es, personalmente, una búsqueda sensible de nuevas preguntas a los dispositivos e imágenes que vemos y generamos.
En esta nueva era, en donde lo analógico y lo digital conviven de una manera particular, emerge la actitud de desmantelar ciertas verdades absolutas y buscar nuevas maneras de habitar este mundo.
En este proceso, la fotografía juega un rol primordial, ya sea registrando o devolviendonos imágenes históricas que necesitamos volver a ver, ¿por qué no buscaría nuevos soportes?
Nuevas materializaciones para una fotografía que se hizo nuevas preguntas.
Para lxs artistas que componen esta muestra, la fotografía, como el registro impoluto de una imagen, no les bastó. Salieron al mundo o a sus intimidades a interrogar, a buscar nuevos soportes que sostengan la obra que quieren o necesitan comunicar, que compongan otro sentido junto a ella.
Tal vez necesitan compartir sus fotografías de una manera más cercana a su experiencia de vida, a su construcción de identidad, a sus historias”.
Texto curatorial de la muestra escrito por Aída Navajas.
En total fueron cuatro exposiciones, una curada por Pablo Giori, otra de María Rojas y otra de Renata Ursu. Hubieron charlas y talleres. Cada artista que fue invitado para la exposición dio un taller sobre la técnica experimental que desarrollan.
Género, cuerpos y artes visuales
Uno de los momentos que más conmovieron al público fue la charla “Género, cuerpos y artes visuales”, donde participó Navajas, junto a Ruth Argañaraz y otras artistas.
“Necesaria y fuerte”, expresa cuando cuenta sobre esa charla. Era la primera vez que participaba de esa instancia como oradora y encima con gente de otras partes del mundo. “Al fin y al cabo seguimos hablando de lo mismo. Tenemos las mismas problemáticas, el machismo y la herencia patriarcal en los espacios laborales. El ninguneo al rol de la mujer no es una cuestión geográfica y es muy doloroso seguir afirmándolo, pero a la vez muy gratificante que las cinco que estábamos en la mesa nos poníamos de acuerdo inmediatamente. En la charla había alrededor de 200 personas, tanto hombres como mujeres. Una de las chicas que estaba muy bien enojada hablando de lo que le molesta a ella ser técnica de laboratorio y que los hombres le den indicaciones en vez de apoyarla en sus decisiones, preguntó a cuantas de las mujeres les pasó esto que les estamos contando, y todas las mujeres de la sala levantaron la mano”.
Lo que paso después de esa charla fue un sentimiento de sororidad que trascendió todo el evento, relató Aída y destacó que el equipo de trabajo estuvo formado por mujeres y varones en igual cantidad, de la misma manera que las exposiciones y artistas seleccionados. Y agregó que no solo fue algo reflejado en números, sino que se pudo apreciar en las temáticas abordadas en las diferentes muestras, en las charlas y en los intercambios informales entre pasillos. La presencia de la mujer no es para cumplir un cupo, sino que su mirada, su presencia y su subjetividad importan.
De Tucumán al mundo
“Yo soy muy fanática de Tucumán y sus artistas”, afirma la arquitecta que estuvo en Francia y en España capacitándose en diferentes disciplinas relacionadas al arte.
“Siento que somos una máquina sensible de generar ideas de mundo todo el tiempo en cualquier rama del arte. Tucumán tiene grandes músiques, artistas visuales de la ostia, gente que escribe, de altísimo nivel. Pueden estar donde quieran. Pero es tan hostil Tucumán con la cultura y las artes en general que nos tenemos que pasar 10 horas trabajando de algo que nos permita comer y pagar un departamento, y lo que sobra trabajar de lo que nosotros queremos. Esa es la diferencia que me di cuenta hablando con la gente de acá.”
“Lo que veo que la gente de Europa puede hablar muy bien de su obra, pueden hablar de lo que hacen. Entonces cuando vos podés hablar, podes comunicar y el proyecto puede estar en algún lugar. En Tucumán no sabemos explicar lo que hacemos. La diferencia que hay es el tiempo. En Europa tienen mucho tiempo para pensar en lo que están haciendo, y si tenes tiempo para pensar, lo podés hablar después, y podés hablar con vos misma de lo que estás haciendo, y eso hace que vos como artista asentes tu búsqueda. El tiempo es clave en el arte en general. Lo que pasa en Tucumán es que no tenemos tiempo, nunca tenemos tiempo menos para tomarte un día para mirar tu obra y escribir. Nos falta ese tiempo clave, pero porque tenemos una economía que no nos sostiene y no se sostiene”, reflexiona.
La economía de Argentina es muy poco estable, y dedicarse a las artes requiere de mucha dedicación y tiempo. En Tucumán es aún más difícil poder sortear los obstáculos económicos y poder dedicarse a las disciplinas artísticas de lleno por que primero se debe resolver la subsistencia y pocas veces ambas van de la mano. Hacen falta subsidios e impulsos para todas las ramas del arte.
Ruth Argañaraz es fotógrafa y se especializa en procesos fotográficos antiguos, medios no convencionales e imágenes efímeras. Su trabajo fue seleccionado para participar de la muestra que curó Navajas. Ella no contaba con los medios económicos para costear el pasaje. Desde el “Colectivo de mujeres de las Artes Visuales” lanzaron una campaña para ayudar a financiar su viaje, logrando reunir lo necesario para llevar su trabajo “Mujeres Fuego” y toda su experiencia a Barcelona para dar un taller y compartir su técnica.
“Cuando ayer entre a ver el taller que estaba dando Rut en Barcelona, había gente de todo el mundo. Ella estaba ahí hablando muy tucumana, mostrando lo que hacía, enseñando y compartiendo. Después en la exposición mucha gente se le acercó a preguntarle que hacía, su obra fue una de las más valoradas, ella explicaba quiénes eran las mujeres que estaban plasmadas en esos pequeños soportes hechos de fósforo. No la veía solo a ella, las veía a todas las chicas, y a todo el colectivo feminista que la ayudó a que este ahí. Ruth no tenía los medios económicos, pero tenía todo para ser parte de esa exposición y que gente de todo el mundo vea lo que hace. Cuando Ruth respondía yo sentía que había un escuadrón de mujeres a su alrededor”, contaba Aída emocionada por el logro colectivo.
Además, contó que la gente de la organización y los artistas que iban llegando se preguntaban quién era Ruth que se había mandado semejante movilización en Argentina. “La quiero conocer, la quiero abrazar me decían”.
“Me hizo pensar que tal vez Tucumán no tenga ni tiempo ni plata, pero hay una cantidad de gente que sostiene, que cree en lo que hacemos y que se organizan, festivales, eventos, birriadas, para que una persona se cruce el mundo. Para mi ese es el acto más artístico y heroico que cualquier cuadro expuesto en el Louvre. Y eso es lo que me ha sostenido a mí y lo que ha sostenido la exposición que justamente se llama soportar que se hace esa pregunta: ¿qué sostiene tu existencia? ¿qué sostiene tu imagen? ¿qué te soporta?”.
Las palabras de Aída quedan resonando cómo un eco y encuentran algunas respuestas: la obra de Ruth se soporta por muchísimas mujeres que han hecho que ella continué. Literalmente porque las imágenes que ella usa en su obra son mujeres que son importantes para su vida, y metafóricamente por todas las chicas que lograron que ella viaje a España a estar presente en la exposición.