La coyuntura económica desde una perspectiva feminista

¿Por qué vuelve la derecha con tanto ímpetu? ¿Qué papeles ocupamos las mujeres en la economía hegemónica? ¿Es posible introducir las luchas del feminismo a las tendencias políticas que se vienen? Desde La Nota, conversamos al respecto con Lucía Cavallero, socióloga especialista en economía y militante de “Ni una menos”. 

La mayoría de las mujeres sostienen sus hogares. Limpian, cocinan, lavan, planchan, crían a sus hijos e hijas y, como si fuera poco, tienen (otro) trabajo o una profesión, proyecciones personales, inquietudes… a todo esto se suma –cada vez más- la necesidad de luchar por un lugar más digno en el mundo.

Desde que los minúsculos sectores privilegiados ocupan su lugar –entiéndase como clase dominante-, y que equivale al momento histórico en que la economía alcanzó su hegemonía alrededor de la concentración de capitales, aquellos desarrollaron diversas estrategias para que la explotación laboral y distintas esclavitudes encubiertas, existan de un modo “legítimo”. Un ejemplo de esclavitud encubierta es la belleza de consumo, señalada por la autora Naomi Wolf en su ensayo El mito de la belleza, en el que desarrolla la idea de que para ajustarse a los perversos estándares de belleza actuales (que incluye juventud eterna) es necesario consumir una amplia gama de productos y servicios que conducen, por un lado, al empoderamiento de distintas industrias (publicitaria, cosmética, tecnológica, textil etc), y a la distracción política cual caballo tras su zanahoria. Pero de todas las esclavitudes encubiertas contemporáneas, tal vez, la menos evidente de todas es el trabajo doméstico y sus consecuentes implicancias.

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Lucía Cavallero empezó la carrera de Economía y luego pasó a la de Sociología en la UBA. En esa segunda etapa de estudios trabajó en un call center en el que también se desempeñó como delegada, experiencia con la que arrancó una militancia sindical. Posteriormente, por persecución gremial, “Luci” renunció y se dedicó de lleno a la carrera de Sociología hasta concluirla. También trabajó en distintas fundaciones desde la temática de violencia de género, hasta llegar a Ni una menos, organización en la que actualmente milita. Luci es lesbiana y no es víctima del mito de la belleza que menciona Wolf. Sin embargo, su primer interés de estudio volvió para cruzarse con la sociología, para abordar desde una perspectiva económica otras problemáticas, que son las de género y raza, un campo de estudio que la condujo a presentar una beca de investigación doctoral en la Universidad de Buenos Aires, con la que estudia los flujos de dinero ilícito relacionado a distintas formas de violencia.

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El pasado se hace presente

“La coyuntura regional/global actual se destaca por la aparición de gobiernos fascistas que acceden al poder democráticamente. Es de público conocimiento que muchas elecciones no son completamente limpias, como lo fue el caso de Brasil, que implicó proscripciones de candidatos de la oposición y que en algunas ciudades se verificaron fraudes, pero en líneas generales se tratan de gobiernos que acceden al poder a través de elecciones democráticas. Este tipo de gobiernos accedieron históricamente al poder en América Latina mediante golpes militares y no por el sufragio del pueblo, entonces, en este sentido se trataría de una novedad”, arrancó Lucía Cavallero.

Extrema derecha: abran cancha

“Respecto al fascismo regional, y también el global, muchas autoras y autores caracterizan que en esta nueva etapa de acumulación del capitalismo, las democracias liberales o los progresismos, no sirven al capital en tanto el relanzamiento de la acumulación global exige niveles más altos de crueldad y mayor precarización de los sectores con menos acumulación de poder y capital, puesto que no cae de la misma manera sobre todos los cuerpos; se trata de un fascismo que exige misoginia, racismo y heterosexismo porque es el modo de desvalorizar y precarizar a un sector social, reconocido en los cuerpos feminizados y así relanzar la acumulación mundial. Entonces, en estos momentos, la coyuntura regional implica un avance del neoliberalismo que nunca se recuperó de la crisis mundial del 2008 y que actualmente necesita relanzarse por medios cada vez más crueles”, explicó.

 

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El lugar más austral del mundo y Macri & Co.

“En Argentina el proceso no es exactamente como el de Brasil, tiene otros rasgos. Sí se perciben actitudes autoritarias, pero el discurso público tiene características que entrarían con una etiqueta de derecha moderna. En este país hay un proceso acelerado de financialización de todos los aspectos de la vida, es decir, hubo un aumento nunca antes visto del endeudamiento público, pero también del privado, por ejemplo, los costos de la economía doméstica se pagan con deuda y el endeudamiento compulsivo del país se da paralelamente a la mayor fuga de divisas de la historia, porque se pide dinero para que los ricos, las empresas multinacionales y el sector financiero, puedan sacar los dólares fuera del país. Hay un proceso brutal de transferencia de ingresos desde las economías de las familias hacia distintos sectores, como el energético (con la vergüenza de que las energías se producen acá y pagamos tarifas dolarizadas) y el financiamiento -a través de una corrida sobre la moneda- con altísimos niveles de inflación que ajustan constantemente el poder de compra de los salarios, puesto que suben mucho menos de lo que sube la inflación”, alertó.

La estrategia: que parezca un error, un desacierto

“En estos momentos el país está tomando deuda con el FMI, que se trata de algo así como el prestamista de última instancia para cualquier economía de mundo. La mayoría de los países recurren cuando ya no tienen otra opción. Muchos y muchas economistas, incluso cercanos al oficialismo, afirmaban que no había motivos para recurrir al FMI, porque para llegar a la escases de divisas (moneda extranjera que sostiene la economía), previamente, liberalizaron las entradas y salidas de capitales, entonces, el país se quedó sin dólares porque el gobierno abrió todos los controles para que salgan libremente.
Otro dato fue que el sector agro-exportador (de soja) se vio muy beneficiado porque la única obligación que tenía respecto a la economía del país (por lo tanto respecto al bienestar de todos) era liquidar las divisas, es decir, los dólares que entraban por exportación de soja. Anteriormente esos dólares debían quedar en el Banco Central por un tiempo, para que el gobierno pudiera contabilizar la moneda y tener esos dólares a disposición. Este gobierno eliminó esa obligación, algo que no pasa en ningún otro lugar del mundo, por lo que el dinero que se gana con la producción de soja puede no ingresar al país.
Sacando en limpio, el gobierno primero abrió los controles para que los sectores más ricos y concentrados de este país puedan sacar la plata hacia el exterior y luego acusó que no tenía dólares para empezar el peor proceso de endeudamiento de la historia argentina, pero con el discurso de que los responsables de esto son los sectores populares”, denunció Cavallero.

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El patriarcado como sustento de la economía hegemónica

“El movimiento feminista de la región está enfrentando directamente a las propuestas fascistas en relación a la violencia y crueldad, y no sólo desde un lugar discursivo, sino por cómo pone las coordenadas del conflicto en la esfera pública y en las alianzas que se generan dentro del movimiento mismo, que son transversales y que no se replican en otros movimientos sociales como el sindicalismo. En Argentina, el feminismo está siendo el único movimiento como respuesta organizada en asamblea contra el macrismo, para dar una respuesta con movilizaciones concretas como los paros con apoyo sindical.

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“El endeudamiento con el FMI es considerado por las feministas desde otro cristal, puesto que se lo considera no sólo como un proceso de endeudamiento macroeconómico, sino también como uno de las economías domésticas y la vinculación de estos con la pérdida de autonomía de las mujeres y las formas de violencia que implican”, una doble explotación que padecen la mayoría de las mujeres.
Creo que el feminismo está revitalizando la movilización de las organizaciones sociales por dentro y desde el imaginario político en relación a qué tipo de alianzas son necesarias para enfrentar al neoliberalismo en su etapa fascista. Es un movimiento estratégico y esperanzador”.

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Fotografías: Valentina Becker

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