La convivencia en cuarentena

Suman 18 días de aislamiento social preventivo y obligatorio. Nuestra cotidianidad se vio completamente modificada de un día a otro. La convivencia, que antes era a medio tiempo, ahora es a jornada completa. Y no solo entre familias, sino también con todo el vecindario. ¿Hablará el futuro sobre cómo entramos y cómo salimos del aislamiento?

-“¡Dejen de gritar y vayan a sus casas!”, gruñó un vecino en el día 15 de cuarentena en La pajarera, ese enorme edificio que alberga 160 departamentos en barrio Sur.

-“¡Están rompiendo la cuarentena!” agregó otra vecina a la discusión de balcones. 

-“Hay horarios en los que se puede hacer ruido, para eso pago el alquiler”, justificó a lo lejos un padre enojado. 

Nunca hay espacio suficiente en una casa. Las viviendas de la clase media trabajadora son pequeñas. Una sucesión de departamentos, pasillos y con suerte balcones, uno o dos dormitorios donde se amontonan las familias. Pero nos acostumbramos por que la rutina de nuestras vidas incluye una porción del día fuera de casa. Todos salimos de allí. La escuela, el trabajo, deportes o simplemente el tiempo que pasamos con otras personas, forman parte constitutiva de nuestro devenir.  Independientemente de las comodidades, quizás siempre queremos estar en casa porque durante largas jornadas no estamos ahí. 

En tiempos de cuarentena la convivencia cobra un ritmo sin igual. Según la AFP, más de 3.000 Millones de personas en todo el mundo están confinadas a la cuarentena en sus hogares. 

WhatsApp Image 2020 04 03 at 13.25.50

Nuestra convivencia está siendo amplificada, como vacaciones en familia pero sin paisajes nuevos, o como un eterno cumpleaños familiar en día de la semana en el que más trabajo tenemos.

Estamos confinados en nuestras casas pero sin tanto para celebrar, y buscando la forma de administrar nuestra  existencia de otro modo que como la rutina capitalista nos propuso desde siempre.

Pero aun en esta situación de excepción de la productividad, todavía existe un sinfín de trabajos con presencia mayoritaria de hombres, que ahora están en sus casas experimentando lo que ocurre en el día a día de la crianza de las infancias. Más aún, hay millones de mujeres que se hacen cargo por completo de las tareas de cuidado, y además, ahora trabajan vía celular y computadora.

El universo de los queridos también empieza a romperse aun en la cuarentena.

Nuestros vecinos también están al lado, haciendo malabares. Todavía no nos conocemos todos. Pero ya en algunos edificios las infancias tomaron por asalto los pasillos, interactúan jugando los juegos de la cuarentena, conviviendo y escapando como pueden de la forma adulta de ver al mundo, de esos adultos que no siempre les explican qué está pasado, porque quizás todavía no se sabe cómo o porque ni siquiera quieren hacerlo.

A la fuerza, nuestra convivencia de edificios es colectiva.  Y va más allá de aplaudir a las 21 o de estar en contacto por las redes.  

A mitad del siglo XX, con la segunda guerra mundial también se modificó la estructura familiar y el día a día a gran escala.  En Estados Unidos, millones de hombres fueron llevados al campo de batalla, y como correlato, las mujeres del país ingresaron al mundo laboral. Finalizado el período de guerra los dueños de los capitales instalaron la vuelta de las mujeres a la tarea del hogar como un objetivo patriótico. Se desarrolló la industria blanca de  electrodomésticos para que el hogar se viera nuevamente más atractivo, complejo y necesario. Porque este orden social, político y cultural que llevamos adelante desde hace unos siglos necesita personas produciendo y consumiendo fuera sus hogares día tras día. 

¿Qué habrá después de este cimbronazo productivo? ¿Qué cosas de nuestro modo de habitar el hogar habrán cambiado y qué cosas seguirán siendo igual? 

No hay un justo medio al cual aspirar, ni un solo modo de estar en nuestro hogar. Convivir, otra difícil tarea de la cuarenta, habla de nosotros más allá de nuestras particularidades. Qué cosas somos capaces de priorizar colectivamente, cómo y cuánto  vamos a ayudarnos los unos a los otros está tan presente como el aplauso de los profesionales de la salud todos los días. 

¿Hablará el futuro sobre cómo entramos y cómo salimos del aislamiento sin modificar un ápice nuestras vidas? Ojalá podamos llevar otro orden de prioridades que surja desde las casas y desde esos pasillos de edificios con niños jugando, hasta las calles. 

Total
0
Comparte
Nota Anterior

Bono Anses: el cronograma para saber quienes de los inscriptos cobrará los $10.000 y cuándo lo harán

Nota siguiente

Habilitan nuevas líneas para denunciar casos de violencia de género en Tucumán

Artículos Relacionados
Total
0
Share