La chica del atril: otra perspectiva de la discapacidad visual

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Mariana Agustina Romano presenta La Chica del Atril, una novela autobiográfica que relata cómo es vivir con una discapacidad visual en todos los ámbitos de la vida cotidiana.

Luego de su paso por la Feria del Libro Internacional en Buenos Aires, Mariana Romano presenta su novela autobiográfica en Tucumán, este lunes 20 de mayo a las 18hs en la mesa panel “Literatura, amor e inclusión”, en la sala Lola Mora (San Martín 251).

De cara a este evento, Mariana conversó con La Nota y nos sumergimos en las profundidades de La Chica del Atril.

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¿Cómo surgió la idea de escribir este libro desde una experiencia autobiográfica? ¿Qué te motivó a compartir tu historia y cómo fue para vos ser protagonista y escritora de esta novela?

Después de haberme graduado de la licenciatura en Letras, quise escribir acerca de toda mi trayectoria educativa (primaria, secundaria, nivel superior). Luego comencé a pensar en el eje “educación” no sólo desde los ámbitos formales y académicos, sino también, desde las experiencias cotidianas como realizar actividades extra académicas, vincularse con otras personas, trabajar, vivir la sexualidad.

El principal motivo que me animó a compartir mi historia fue pensar que puede ayudar a otras personas con discapacidad visual y también a personas sin discapacidad, pero que forman parte de la vida de una persona con discapacidad visual. Por ejemplo, docentes, amigos, familia.

Hay que ponerse en el lugar del otro para no seguir manteniendo prejuicios. Esto no sólo aplica para las personas con discapacidad, sino también para sectores que, de alguna manera, son vulnerables como el colectivo LGBTTQ+ o las madres solteras, los ancianos.

Ser protagonista y escritora de mi propia novela, resultó un desafío bastante interesante, primero teniendo en cuenta que todos los seres humanos estamos atravesados por diferentes contextos: el familiar, social, político, económico, entre otros. Esta convergencia de diversos contextos, provoca que nuestra percepción del mundo sea única. Por otro lado, la escritura no puede ser nunca totalmente objetiva: tenemos olvidos, silencios, palabras que se cuelan desde nuestro inconsciente.

¿Consideras que falta representación, tanto en la literatura como en medios de comunicación, de personas con diferentes discapacidades? ¿Qué impacto crees que tiene la falta de diversidad en la narrativa y cómo esperas que tu libro contribuya a abordar esta brecha?

Si bien, en estos últimos años, ha crecido una representación positiva de las personas con discapacidad no sólo en la literatura, sino también en plataformas de entretenimiento y medios de comunicación, creo que todavía, estas representaciones no son suficientes o no llegan a toda la población. La prueba de ello, es que todavía existen prejuicios de todo tipo sobre las personas con discapacidad.

Esos prejuicios podrían desaparecer o disminuir si hablamos con nuestra propia voz. Nuevamente, hablar desde el propio lugar no sólo puede servir a las personas con discapacidad, sino también a otros grupos vulnerables. No deseo que mi libro sea considerado un “ejemplo a seguir”. Simplemente, espero que anime a las personas (sin importar cómo sean) a contar sus historias. Todos tenemos algo para decir y claramente sería muy feliz si este libro (como un granito de arena) contribuyera un poquito, a desterrar algunos prejuicios.


¿Por qué el nombre del libro? ¿Qué significado tiene para vos y cómo refleja la temática central de tu historia?

El atril es un personaje más.
En la primaria, las maestras que me apoyaban consideraron el atril como una de las tantas adaptaciones, para que pudiese leer y escribir en tinta, aprovechando mi baja visión.
Desde ese momento, el atril se convirtió en mi amigo inseparable, abriéndome las puertas de la lectura y la escritura. Pero como todo buen amigo, compartimos enojos, tristeza, alegría.

Al principio, no me gustaba usar el atril, porque lo sentía como una marca que confirmaba que no era como mis demás compañeros. Con el paso de los años, ese elemento que sentía que me singularizaba de manera negativa, se transformó en una parte de mí y ya no lo percibí como un símbolo de lo “diferente”, sino como una característica más de mi persona.

El título del libro está relacionado con mi experiencia en el nivel superior, donde muchos compañeros no sabían mi nombre, pero sabían que era la chica que llevaba siempre, en una bolsa, una especie de tablero para apoyar el cuaderno. Creo que el atril es el símbolo perfecto para sintetizar elementos como la discapacidad, las adaptaciones, la singularidad y paradójicamente, la igualdad (entre otros).

¿Cómo fue transitar la universidad desde una discapacidad visual? ¿Podes compartir alguna experiencia significativa o desafío que enfrentaste durante ese período y cómo lo superaste?

Transitar la universidad pública con una discapacidad visual conllevó muchos desafíos, tanto para mí, como para mis docentes y compañeros. El atril fue fundamental para tomar apuntes en las clases, pero no entraba en el pupitre, entonces decidí colocarlo en el escritorio del docente. A algunos no les gustaba esa intromisión, mientras que otros, no sólo lo aceptaron, sino que se mostraron muy predispuestos a accesibilizarme las clases. El atril, en ese sentido representa una lucha de poderes, una lucha entre lo esperable del alumno y lo desconocido que puede significar trabajar con un estudiante con discapacidad.

Cuando los docentes se resistían al atril en el escritorio, hablaba con las autoridades de la Facultad, ya sea para que le explicasen bien al docente la importancia del atril para mí, o para que me asegurasen una mesa propia (en la que entrase el atril) y el docente se mantuviese solo, en el escritorio.

¿Qué aspectos de tu vida cotidiana o de tu experiencia personal crees que pueden sorprender a los lectores que no están familiarizados con la discapacidad visual? ¿Hay alguna percepción común sobre la discapacidad que te gustaría desafiar a través de tu libro?

Quizás, para los lectores que no están familiarizados con la discapacidad visual no entiendan o conciban que una persona con discapacidad visual pueda estudiar en la universidad, desplazarse sola por la ciudad, publicar un libro, ir al gimnasio, tener relaciones sexuales (entre otras actividades).

Hay muchos prejuicios todavía en relación a la discapacidad visual. En mi libro, traté de abordar los que me parecen más importantes, por eso, decidí escribir sobre mis experiencias en la educación formal, en la educación no formal, en el amor, en el trabajo. Una persona con discapacidad puede hacer muchísimas actividades. Claro que también necesita de algunas adaptaciones, pero somos como cualquier otra persona: con temores, con ilusiones, a veces fracasamos, a veces triunfamos, a veces sentimos envidia, rabia. También nos enamoramos, deseamos. No somos ángeles, superhéroes ni tampoco somos niños eternos o seres inútiles.

¿Qué consejo darías a otras personas con discapacidades que desean compartir sus historias a través de la escritura? ¿Hay algún aspecto en particular que te gustaría destacar sobre el proceso de convertir experiencias personales en una obra literaria?

Todos tenemos nuestra propia voz, nuestra propia historia interesante para contar. Si las personas con discapacidad deseamos que nuestra situación general mejore, es fundamental compartir experiencias y recursos. Nadie llega solo a ningún lado.

En el caso de plasmar experiencias personales en la escritura, creo que es muy importante contar con alguien de confianza que lea el borrador y nos dé su opinión. Si es una persona relacionada con el ámbito de la escritura, mucho mejor, porque puede realizar observaciones ortográficas, gramaticales, de sintaxis, etc.

¿Dónde se puede conseguir el libro?

El libro se puede adquirir comunicándose directamente conmigo al WhatsApp 381-6412796.

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