Epidemia de dengue en Argentina: el inconsciente colectivo y una deuda social

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Por Dra. Giselle Rodríguez, investigadora del Instituto Superior de Entomología de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Tucumán.

Actualmente la Argentina se encuentra cursando una epidemia de dengue de gran magnitud, incluso mayor a aquella que sacudió a la región en 2020.

Hasta la actualidad los casos acumulados producidos en territorio ascienden a alrededor de 42 mil y se estima que alrededor de 40 personas fallecieron por este padecimiento, siendo el NOA la región más afectada. Esto no es casual si se tiene en cuenta que la transmisión de las enfermedades producidas por virus vehiculizados por el mosquito Aedes aegypti se ve favorecida por factores climáticos de cada región sumados a un factor ambiental generado por los propios humanos que luego enferman.

Un mosquito que llegó para quedarse

Aedes aegypti es una especie exótica que llegó al continente con el movimiento de personas y que cada año forma parte de nuestra fauna habitual situando al país en posición de alto riesgo al registrar gran actividad del vector y diversos determinantes epidemiológicos que favorecen su asentamiento sin mayores dificultades.

El comportamiento y costumbres humanas generan las condiciones propicias para su proliferación en el interior y en los alrededores de los hogares donde explota con gran eficiencia los recursos disponibles para domiciliarse exitosamente. El factor social ocasiona una permanente disponibilidad de potenciales criaderos vinculados al ámbito doméstico mediante este desorden ambiental que provoca una gran cantidad de recipientes sólidos que acumulan agua y que al encontrarse en el ámbito domiciliario cubre las necesidades básicas para la supervivencia del mosquito en estrecha relación a los humanos.

Una deuda con los sectores vulnerables

Si bien el dengue no discrimina por estrato social, la urbanización desordenada con habitantes en situación de hacinamiento genera susceptibilidad ambiental. Los sectores socio-económicos más vulnerables son los más expuestos por presentar deficiencias estructurales que permiten el libre acceso a estos mosquitos y por la imposibilidad de suplir necesidades primarias de saneamiento debido a la deficiencia de servicios básicos como el acceso al agua potable y a la recolección de desechos.

Esta situación genera que en estas áreas la acumulación de agua sea una necesidad y el descarte de los residuos se realice en las inmediaciones de los domicilios generando la proliferación de microbasurales vinculados al ámbito domiciliario que favorece el aumento de la abundancia de las poblaciones de Aedes aegypti.

Estas condiciones de vida deficientes a las que se encuentra expuesta una gran parte de la población, crean áreas susceptibles a la introducción de los virus y a la consecuente incidencia de las enfermedades al presentar una gran abundancia del vector. No solo es una deuda estructural, sino que la educación para la prevención primaria de estas patologías en estos estratos, que presentan una urgencia cotidiana de cubrir carencias básicas, queda en segundo plano siendo un factor determinante para el control de la enfermedad. Este escenario es diferente en las áreas con mejores ingresos y acceso a servicios básicos apropiados donde los focos de proliferación en general se limitan al entorno privado, por cuestiones ornamentales, recreativas o de falta de saneamiento dentro de los domicilios que no son necesarias para el funcionamiento cotidiano.

Mejorar es responsabilidad de todas y todos

Entender nuestro papel en el mantenimiento y agravamiento de esta problemática es esencial para estar preparados para futuras e inexorables epidemias. La solución es integral e involucra a la comunidad trabajando de manera conjunta, mejorando la situación de vulnerabilidad de los sectores menos favorecidos y tratando de vivir en un ambiente sano y ordenado que ayude a disminuir las poblaciones de este vector especialmente ante el ingreso de los virus al territorio.

Debemos repensarnos en nuestro entorno y notar nuestra falta de compromiso social plasmado en las epidemias cada vez de mayor magnitud, sin esperar soluciones mágicas y entendiendo que mejorar está en nuestras manos.

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