En el Norte estamos en peligro

La reciente muerte de Mirna Antonela Di Marzo fue noticia en varios medios nacionales, pero la conmoción social por los femicidios, transfemicidios y travesticidios se diluye con la misma velocidad con que suceden las muertes. Desde La Nota conversamos con María Pía Ceballos, militante por los derechos de la diversidad sexual y parte de la organización Mujeres Trans Argentinas.

Hace pocos días se conoció la noticia de que un varón gay fue brutalmente golpeado en Tucumán, al día de la fecha continua internado y corre el riesgo de perder uno de sus ojos. Anteriormente, el 27 de enero, falleció Mirna Antonela Di Marzo en la provincia de Salta, una mujer trans que meses atrás había sido ferozmente golpeada por un hombre a la salida de un boliche en la localidad de Güemes.

Para conocer que pasó luego de la muerte de Mirna Antonella dialogamos con María Pía Ceballos, militante por los derechos de la diversidad sexual y parte de la organización Mujeres Trans Argentinas.

¿Cómo te enteraste del ataque que sufrió Mirna Antonella? ¿Cuál fue tu reacción?

Recuerdo que sentí un profundo dolor. Ese domingo muy temprano tenía una llamada perdida, los fines de semana pongo el celular en silencio para dormir.

Vi la llamada perdida y a mi cabeza vino el recuerdo. Inmediatamente me puse a disposición de la familia de Antonella, buscamos abogados. Pedí a mi compañero que me lleve a Güemes, para que el abogado pueda trabajar.

Después una amiga, que conocí cuando ella fue al lugar donde trabajo por situaciones de violencia, se solidarizó y me acompañó también al hospital. La idea fue estar presente en cada paso que decidieran dar, porque en esa situaciones yo sé no puedo tirarme a la cama, por más que esté mal.

Venimos de un 2018 muy feo, perdimos más de 80 compañeras travestis y trans producto de un travesticidio social. Esto quiere decir, no solo mueren por crímenes de odio, también mueren porque no tienen garantizadas cosas mínimas para mantenerse con vida. El Estado no tiene políticas públicas afirmativas. En 2018 perdí a una amiga de apenas 23 años.

Es bastante complicado llevar adelante una militancia cuando a mis amigas, a mis compañeras, en Salta, en Argentina y en la región las matan como moscan. Nos matan y al Estados en todas sus jurisdicciones no le importa, es muy poco lo que han hecho frente a la reparación de nuestras vidas travesti-trans.

¿Sabés en qué situación está el agresor? ¿Cuál te parece que debería ser su destino?

El agresor está preso. Yo soy una defensora de la democracia y los derechos humanos. Quiero que esta persona cumpla cadena perpetua de manera efectiva. Generó un sufrimiento terrible, de meses y meses. Cuando falleció Mirna estábamos haciendo la gestión para trasladarla al domicilio, porque, al estar tantos meses internada, se pescó un virus intrahospitalario.

Teníamos esperanza, sabíamos que nunca más iba a volver a caminar, ni moverse, porque ya tenía discapacidad certificada, pero pensábamos que podía continuar con vida.

Este salvaje atacó todo su ser -con gran zaña- por su identidad de género. Lo que queremos es justicia, que se lo condene como condenaron a los militares. Porque este tipo es de lo peor. Queremos justicia y vamos a exigir y gritar hasta que se consiga.

¿Cómo ves la vida nocturna en Salta? ¿Cómo la viven las mujeres trans?

La noche en Salta tiene mucha vida. Nuestras compañeras trans viven más de noche que de día. Muchas están atadas y sujetas a la situación de prostitución/trabajo sexual. Están expuestas a pasar crudos inviernos y a tolerar a la policía salteña, que es violenta; criminaliza, golpea y humilla a las compañeras trans.

Hace poco una compañera trans menor de edad, salió de bailar de un boliche gay de la ciudad y la policía la detuvo, le sacó la peluca y la tiró al canal. Todo esto en términos de burlas y hostigamiento. Esta situación de discriminación se replica en el resto de las instituciones; pasa con los agentes de justicia, con los de salud… en todos lados. Es discriminación y violencia estructural.

Tuvimos la ley de identidad de género en el año 2012, pero después no tuvimos políticas publicas afirmativas que acompañen el desarrollo de esa ley. Se necesita de políticas públicas para que aborden la sensibilización, la educación y la capacitación. Las instituciones de nuestro Estado son binarias y excluyentes.

La noche tiene, por un lado, toda esta carga negativa puesta en el cuerpo para llevar un pan a su casa, porque muchas de ellas son jefas de hogar. Las compañeras están ligadas a eso, pero logran vivir porque son guerreras, son sobrevivientes.

¿Hay alguna contención por parte del Estado?

No hay ninguna contención desde el Estado para las compañeras trabajadoras sexuales/en situación de prostitución. Una compañera trans no puede hacer denuncia por violación, porque los policías se le ríen en la cara y no le toman la denuncia.

Aun vivimos en la noche salteña con código de contravención que habilita a la policía a violentarnos y paradójicamente, la noche que se presenta como la única posibilidad de conseguir dinero para sobrevivir.

Tenemos compañeras que ya no tienen edad para estar en la noche, necesitan un trabajo digno y vivir una vejez que repare el sufrimiento de años. Hay un tema y es que este Estado no quiere hacerse cargo, la prostitución existe y no se habla de eso. No se da un debate en serio, y esta situación está ligada a la muerte de nuestras compañeras.

¿Cómo es tu trabajo como militante y desde el Observatorio de Género?

Venimos haciendo propuestas formativas. Una plataforma en el sentido de una educación popular, lúdica. Venimos haciendo un trabajo territorial, en centros integradores comunitarios, en comedores y merenderos, en la Universidad, en los colegios Secundarios.

Pude trabajar en diferentes localidades de la provincia, en el departamento de Molino, Angastaco, Joaquín V Gonzales y con las compañeras Wichi. Todos son producto de articulaciones y de demandas, de compañeras y compañeres que vienen organizándose y pidiendo capacitación sobre estos temas.

En esas capacitaciones hablamos de todo. Sobre todo de violencia de género. Hablar de violencia de género, nos lleva también a hablar de los tipos de violencia, y también de la población travesti trans. Hay un discurso en toda la región en contra de nosotras, con poder, con políticos y mucho dinero.

¿Notas un crecimiento de la participación política de la comunidad trans?

Si. Hoy tenemos varias compañeras travesti trans que son lideresas. Hay compañeras en la zona roja, en los rubros depeluquerías y afines también, hay compañeras que fueron creciendo en militancia, trabajando en barrios y organizando las campañas que hacemos en torno a los hospitales.

Trato de trabajar de modo transversal. Trato de dejar, en los años que me queden de vida, lo mejor de mí. Estoy esperanzada en que hay una nueva generación que hay que cuidar y somos las adultas las que tenemos que estar ahí.

El año pasado pude acompañar a más de once niñes de esta provincia. Un abrazo de esos niñes, que son las fuerzas que necesitamos para seguir.

¿ Tenes una opinión formada sobre algunos discursos que circularon en torno al vínculo entre feminismo y la comunidad travestis y trans?

Desde que yo inicié mi militancia en el feminismo, siempre pude ver a algunas mujeres dentro del movimiento que no defienden la igualdad de género, que en un sentido estricto considero que no son feministas. Siempre han estado, siempre han existido, algunas más silenciosas, desde un costado. Son mujeres transodiantes, que ahora están agrupándose y participando activamente.

Este grupo atrasa, cuando defienden teorías biologicistas, cuando entienden que mujer solo se es por parir o por tener genitales femeninos. Es feminismo es cómplice y obsecuente con el patriarcado.

Porque el patriarcado que vivimos en la actualidad es distinto al de otras épocas, es contemporáneo, tiene síntomas que emergen a partir de la economía capitalista financiera global. Un patriarcado que está entrecruzado con la tecnología y con las industrias. Hay nuevas formas de opresión, y nuevas formas de exclusión.

Las teorías de género, las teorías feministas, la teoría de Simone de Beauvoir, busca la igualdad, en donde entra toda la disidencia oprimida. En cambio, el mal llamado “feminismo radical” no construye, abona al caos y es funcional a la derecha que nos gobierna.

Las transfeminitas buscamos la igualdad, y estamos atentas a la oleada de la derecha, venimos leyendo muy cerca como estos grupos de derecha vienen ocupando espacios de poder y con intenciones de quedarse en un largo tiempo.

¿Cuáles son las medidas más urgentes que necesitan Salta y la Región?

Las medidas urgentes tienen que estar en torno a necesidad básicas. Voluntad política, presupuesto y leyes. Queremos e cupo laboral trans, que haya una inserción real de parte de la comunidad en el Estado, incluso en los municipios.

Queremos que nuestros derechos humanos sean reconocidos. Somos ciudadanas de primera, pagamos nuestros impuestos, vivimos en esta comunidad. Estamos en las escuelas, en las universidades, en los barrios: vivimos y estamos. Y nos están matando.

También creo importante denunciar a los políticos que hacen campaña política en contra de nuestros derechos. Aquellos que se hacen llamar “pro vida”, utilizan un tema para promover el odio hacia la comunidad trans. Diputados nacionales y provinciales nos agreden, necesitamos que el Estado garantice nuestro derecho. Es difícil resistir en esta época.


María Pia Ceballos forma parte de una generación de mujeres trans y travestis que hace todo lo posible para llevar adelante una lucha que por momentos parece ser olvidada por el resto de la sociedad, o que algunos creen que está resuelta por las leyes de matrimonio igualitario e identidad de género. Más allá de cualquier posicionamiento teórico o partidario, los asesinatos crueles y violentos que sufre la comunidad travesti-trans siguen sucediéndose. Como así también, se incrementaron los ataques hacia lesbianas y gays. Estamos en peligro omo comunidad LGBT en todo el país.

El nombre de Mirna Antonella Di Marzo se suma a una extensa lista de pedido de justicia en donde también están las tucumanas Ayelen Gomez y Cynthia Moreira de Tucumán, y cientos mujeres trans de todo el país.

Las posibilidad de dar respuesta a este genocidio trans, están. Las compañeras organizadas y sus familiares saben muy bien qué necesitan para poder contrarrestar esta cultura patriarcal que las mata: “Voluntad política, presupuesto y leyes. Queremos el cupo laboral trans.”

Falta que como sociedad acompañemos esas demandas, que nos importe, que la discriminación y la violencia nos duelan, que las muertes violentas que sufren las personas trans importen tanto como la de cualquier otro ciudadano. Y que entendamos que al ser una violencia tan sistemática y estructural, si no somos parte de la solución, estamos siendo cómplices y parte del problema.

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