El 2 de junio es el Día Internacional de las Trabajadoras Sexuales, en conmemoración de la jornada en la que más de 100 prostitutas ocuparon una iglesia en Francia en 1975 para llamar la atención sobre la situación de violencia y persecución de la cual eran víctimas. Desde La Nota, conversamos con Gabriela de la Rosa, tucumana, activista trans, conductora de radio y trabajadora sexual hace 15 años.
Gabriela de la Rosa tiene 36 años, es tucumana, activista, conductora de radio y ejerce el trabajo sexual hace 15 años. Cuando terminó la secundaria estudió inglés en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán. El hostigamiento que sufrió por parte de una docente la llevó a decidir dejar la carrera. “Tuve un problema con una profesora por mi identidad de género, me trataba en masculino. Esa profesora se hizo jefa de cátedra, así que olvídate, termine dejando. Te estoy hablando de hace 20 años. En ese momento pensar en una profesora trans era difícil.”
Durante esos años Gabriela empezó a trabajar en la calle, porque a pesar de dejar el CV en todos lados, no la llamaban de ningún lugar. Trabajar en la calle terminó siendo la única posibilidad concreta de obtener ingresos económicos.
El debate sobre trabajo sexual o prostitución está presente en el país, las posturas morales al respecto están polarizadas y los movimientos feministas debaten de modo continuo que posición tomar al respecto. Gabriela no es ajena a este escenario y explica su postura al respecto:
“Si me preguntan ¿Es un trabajo? Si, es un trabajo. ¿Es el trabajo que muchas quisieran? No, por eso se pelea por el cupo laboral trans. Para que tengamos la opción de tener otro trabajo.
Si se gana más o menos que en otros trabajos, depende. Pero no es lo mismo tener una sola opción que poder elegir. Muchas piensan que es algo malo, porque es algo que se les impuso.
Yo lo considero un trabajo, pero no se puede trabajar de esto para toda la vida y no hay nada que te ayude. No podes tener en ningún papel algo que diga “soy prostituta” “soy trabajadora sexual” o lo que sea, porque te miran mal.“
No es fácil entender las posturas intermedias, complejas y particulares sobre un tema que atraviesa con violencia los cuerpos de mujeres cis, trans y travestis. Cada persona que experimentó la situación de prostitución y vulneración extrema de derechos tiene una verdad incuestionable, como así también quienes transitan el trabajo sexual en las distintas realidades y modalidades en las que se ejerce.
Gabriela recuerda que en sus comienzos trabajaba en la calle con una amiga y cerca de la casa de otro amigo. Era una red de cuidados que intentaba llevar adelante, sabiendo que el peligro en la calle estaba siempre presente. Recuerda también a la policía, a la que tenía siempre que pagarle por ser trans y por estar trabajando en la calle. “No importaba donde te veían, si te veían trans podían meterte presa por estar prostituyéndote”.
Con el tiempo logró trabajar de modo independiente en departamentos, eso tampoco es un objetivo fácil de lograr porque nadie quiere alquilar departamentos para las “putas”. “Hace 10 años atrás vos querías alquilar un departamento teniendo la plata y no te lo alquilaban por ser trans. Eso va cambiando, poco a poco.”
Hablar sobre este tema tiene como principales interlocutores a las personas que vivieron y transitan esta realidad. Pero también hay un Estado implicado en mayor o menor medida en hacer, dejar de hacer, en ver o en mirar para otro lado.
Ante la pregunta sobre el vínculo entre la trata de personas y el trabajo sexual, Gabriela responde de modo tajante: “las personas que se aprovechan de la ilegalidad de la prostitución no tienen nada que ver con las trabajadoras sexuales. Hay que apuntar a las autoridades y todos los que no vieron que en un local había mujeres siendo esclavizadas”.
Comúnmente vivimos bajo supuestos de que el trabajo dignifica y que es central en la vida las personas tener derecho al trabajo. La noción de dignidad entra en crisis cuando pensamos en la realidad de todas las personas que trabajan en situaciones de precarización y sin reconocimiento de derechos laborales básicos.
Esa noción también entra en crisis cuando se trata de lo sexual. “Conozco muchas mujeres que pudieron pagar los estudios de sus hijos para que hagan otras cosas, muchas trans y familias de trans que sobrevivieron gracias al trabajo sexual. Y seguramente habrá más luego de la pandemia”.
Desde 1975 en Francia se instaura el 2 de junio como Día Internacional de las Trabajadoras Sexuales, en conmemoración de la jornada en la que más de 100 prostitutas ocuparon la iglesia de Saint-Nizier para llamar la atención sobre la situación de violencia y persecución de la cual eran víctimas.
Lejos de conmemorar o repudiar este día, en Tucumán aún quedan debates por dar y realidades que deben ser contempladas. Como mensaje, Gabriela concluye diciendo “sobre el trabajo sexual tenemos que hablar, mientras no lo digamos, no existe. Tenemos que decirlo. Hay que ser realista y táctica. La pandemia jodió a todo el mundo, hay mucha gente que trabaja de esto. Como estaba mal visto no lo podían decir. Las cuentas siguen llegando pero no hay entrada de dinero.”