El desafío del transporte público: mejorar la movilidad con enfoque de género e inclusión

21.11.09 coelctivo cochecito sube 48

El servicio de transporte público en San Miguel de Tucumán es foco de críticas desde hace años. El descontento se aviva con cada paro del servicio y cada aumento del costo del boleto. Esta semana pasó a costar un 43% más, luego de que el Concejo Deliberante aprobara el aumento por unanimidad. Así, la provincia pasó a ocupar el tercer puesto en el ranking de boletos más caros del país, en relación al promedio salarial que calculó la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC en su última publicación disponible (último trimestre del 2022).

Los coches están en mal estado, son viejos y los asientos están rotos. Los que tienen aire acondicionado son muy pocos, y aún menos los que realmente funcionan. No hay datos sobre la cantidad de ómnibus que circulan, cuáles son las inversiones que realiza el sector, ni un organismo que controle que estén en óptimas condiciones. A ello se suma que desde la pandemia, nunca retomaron la frecuencia habitual, y las esperas cada vez son más largas. No utilizan un sistema de GPS, algo que ya se instaló en varias provincias para que los usuarios y usuarias puedan saber con precisión en cuanto llegará el servicio que necesitan. 

El deficiente servicio público de transporte de pasajeros tiene su epicentro en la Capital. Este problema, que se ha sostenido durante más de 15 años, también tiene su contracara en la ciudad y su fisonomía.

Las paradas de colectivo en San Miguel de Tucumán, el punto a través del cual se accede a este servicio, carecen de las condiciones necesarias para ofrecer una experiencia segura y cómoda a los usuarios y usuarias. La falta de techos, asientos e iluminación adecuada hace que la espera sea incómoda y, en ocasiones, peligrosa.

Desde La Nota entrevistamos a Inés González Alvo, del Observatorio de Fenómenos Urbanos y Territoriales (OFUT) de la Universidad Nacional de Tucumán y a Florencia Vidal, arquitecta y militante por los derechos humanos en Andhes, para obtener una perspectiva de especialistas en urbanismo. 

Entre los datos proporcionados por el Observatorio, se destaca que el transporte público es utilizado mayormente por mujeres, niños, niñas y adultos mayores. Mientras que los varones tienden a realizar trayectos directos, desde sus hogares al trabajo y viceversa, con mayor acceso a vehículos privados debido a las diferencias salariales, las mujeres, en general, utilizan el transporte público asumiendo responsabilidades de cuidado, ya sea de niños o adultos mayores, o debiendo realizar compras en el camino. Esta carga desigual de las tareas de cuidado recae sobre ellas, lo que hace esencial considerar el punto de acceso a este servicio para mejorar la experiencia de manera más inclusiva y positiva.

El urbanismo siempre ha sido androcéntrico. Ha sido creado por hombres y pensado para hombres. La cuestión es que el transporte público es más utilizado por las mujeres. Hay grandes muestras que dan cuenta de esto y no solamente en Tucumán, en todo el mundo, las mujeres son las principales usuarias del transporte público”, explica Inés González Alvo. 

“En cuanto a otras identidades de género, no hay datos sólidos en general que puedan responder, pero se puede, por pequeños estudios, saber que el transporte público puede, en ciertas ciudades más grandes, brindar cierto anonimato por ejemplo, pero quizá en otros lugares más chicos puede generar mayor exposición a ser víctimas de violencia o de discriminación”, añade. Además, otros factores, como la edad y el nivel socioeconómico, influyen en el acceso a la movilidad.

Para una buena planificación urbana, es necesario poder pensar en quienes son las personas que la transitan, que la circulan y la habitan. 

Las paradas y/o refugios que están actualmente fueron instaladas en el año 2015, en la gestión de Domingo Amaya. Se trata de estructuras de acero inoxidable, cuyo techo y pared trasera son de acrílico y cuenta con una estructura en uno de los laterales con lo que habría sido una cartelería donde figuraba información sobre el recorrido de los colectivos. En la mayoría de los casos, fueron vandalizadas y solo quedan restos que incluso se tornaron peligrosos. El techo es discontinuado de la pared trasera, el diseño elegido no protege de las constantes lluvias que son características del clima tucumano, ni del intenso sol que cada vez azota más. Los bancos desaparecieron en pocos días, ya que por un lado, el acero inoxidable es un material caro, y por otro, se desoldaban con mucha facilidad. 

Desde hace 8 años, las paradas se encuentran completamente abandonadas, no se realizaron reparaciones o propuestas para mejorar la espera del transporte público. 

“En forma general, existe un derecho a la ciudad, pero también un derecho a la movilidad porque es un derecho posibilitador para acceder a otros derechos. Entonces que nos podamos mover es parte de nuestros derechos para poder acceder a la salud, a la educación, al trabajo. Las paradas del colectivo serían la materialización del punto de donde uno sube y puede acceder a ese transporte público. No es lo mismo que haya un poste a que haya un cartel pegado por ahí, que dice el número de la parada o que haya un techito y que haya asiento”, apunta González Alvo. 

La problemática se agrava en el centro de la ciudad, donde las paradas no existen y con suerte los usuarios encuentran una señalización en algún poste. Si salís de las 4 avenidas, es probable que las paradas se vuelvan más espaciadas, o que directamente el transporte público no acceda a determinados barrios. 

“Todo eso va cambiando la experiencia del usuario. Tenemos que pensar en la seguridad también y en estar más propenso a ser víctima de violencia. Si vos tenés una parada de colectivo en un lugar oscuro quizás termina ocurriendo que una persona deba elegir no bajarse ahí porque está oscuro, y se baja en un lugar que quizá le queda más lejos, pero tiene luz y tenga que atravesar más cuadras caminando para elegir un camino que siente que es más seguro. Somos las mujeres y las diversidades las que se van a cuidar mucho más en ese aspecto”, menciona Florencia Vidal. Actualmente, las paradas tampoco tienen luz propia y muchas se encuentran en puntos oscuros.

Además, es importante que los refugios tengan buena visibilidad por cuestiones de seguridad. Durante mucho tiempo, y en algunos lugares aún subsisten, existieron refugios de mampostería que protegían del sol, la lluvia y el viento, y tenían asientos que no eran susceptibles al vandalismo, pero se tornaron puntos peligrosos al no tener buena visibilidad. 

Primero tiene que ser un diseño funcional más allá de la estética, que por supuesto suma y está bueno. Las carteleras podrían tener algún contenido cultural o información de la ciudad. Está comprobado que la espera es más amena para los usuarios y usuarias si se encuentra en un entorno más agradable. Y tienen que ser accesibles para cualquier persona”, añade Vidal. 

Tampoco hay cestos de basura, por lo que también resultan ser espacios que no están limpios. 

Un llamado a la responsabilidad compartida

Mejorar el servicio y las condiciones de acceso son responsabilidades compartidas de los empresarios y las autoridades locales. La falta de inversión y la falta de acciones concretas perpetúan la mala calidad del servicio.

Es necesario un enfoque inclusivo y de género en el diseño y planificación del transporte público para garantizar el derecho a la movilidad y el acceso a otros derechos fundamentales. Y la comunidad debe unirse para exigir un transporte público seguro, cómodo y accesible para todos y todas.

Los empresarios y las autoridades locales tienen una gran responsabilidad en mejorar la calidad del servicio de transporte público, y el cambio de gestión abre alguna posibilidad de que la intendenta electa Rossana Chahla aborde la problemática. 

Un deficiente servicio no solo afecta la calidad de vida de los usuarios y usuarias, sino que también tiene un impacto negativo en la economía local. 

Las soluciones propuestas para mejorar el transporte público, en un contexto actual de ebullición global, deben considerar la sostenibilidad ambiental, tal como lo hizo el Municipio de Tafí Viejo con la propuesta de EcoBus, trasporte ecológico que es impulsado por combustible biodiesel generado a partir de aceite vegetal usado que es recuperado en el Centro de Interpretación Ambiental y Tecnológico. Priorizar el transporte público sobre el transporte privado también puede ayudar a reducir la congestión del tráfico, la contaminación del aire y las emisiones de gases de efecto invernadero. 

Por último, mencionar que la integración del transporte público con otros modos de transporte, como bicicletas y sistemas de alquiler de bicicletas, puede fomentar una movilidad más sostenible y flexible para los ciudadanos y ciudadanas. 

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