Cuando la víctima es un hombre gay

delitos de odio collage
Hace pocos días Pablo D Elía @pabloylasletras compartió en sus historias de instagram un episodio de violencia que casi le cuesta la vida. Todo comenzó cuando citó por Grindr (app de citas) a dos hombres para tener relaciones sexuales en su departamento en zona céntrica de CABA. Una vez dentro de su casa los hombres insistieron en darle de beber una bebida alcohólica, a lo que Pablo se negó, y minutos despues vio como uno de los hombres se ponía guantes negros y se abalanzaba sobre su cuello. 

Pablo salió de esta situación a las piñas y bajó hasta la puerta del edificio. Con mucho miedo y con los agresores en su departamento tuvo que esperar parado en la entrada de su edificio que una vecina abriera la puerta para que la policía pudiera entrar y llevarlos detenidos a los agresores. Desde el momento de los hechos Pablo comparte en sus redes el periplo que significa que se juzgue y condene a sus agresores, con la certeza de que estos saldrían pronto porque caratularon la causa como intento de robo y finalmente no pudieron robarle nada. 

Los atacantes salieron en 48hs y las historias de instagram de Pablo continuaron mostrando lo difícil que es para una persona parte de la diversidad sexual obtener justicia por situaciones que claramente presentan un riesgo para su vida. Por la viralización de sus historias comenzaron a aparecer relatos de otras víctimas, de otros hombres gays que fueron golpeados, drogados y robados por las mismas personas que Pablo denuncia. Por los datos expuestos hasta ahora se sabe que los agresores se dedican exclusivamente a atacar a hombres gays y hasta ahora todo pasó por la misma app de citas.

En los tiempos que corren, quienes somos usuarios de redes sociales sabemos que los encuentros sexuales con desconocidos son una práctica habitual en un gran sector de la población. Cualquiera sea la orientación sexual o identidad de género existen app de citas para conocer gente y en los tiempos que corren para muchas personas es incluso el único medio de conocer a otras personas con fines afectivos y/o sexuales. Sin embargo socialmente sigue siendo un tema con cierto grado de tabú y muy probablemente la mayoría de las personas que son usuarios activos de grindr, tinder o cualquiera de estas apps no sea capaz de decirlo públicamente, en su entorno familiar o cercano.

Socialmente se juzga a quienes eligen tener sexo con desconocidos sin otra finalidad que el placer. Por ello se juzga a las victimas que sufren violencia dentro de estos entorno y mas aun si son hombres gays, porque un poco no se les cree que sean víctimas por ser leído como  hombres y otro poco se entiende que la violencia sufrida es parte de la decisiones de tener sexo con desconocidos. En términos simbólicos, los hombres gays que usan grindr también tienen la pollera demasiado corta para la policía y todo el sistema judicial. 

El tabú genera vergüenza y clandestinidad, y esto opera como un gran manto que cubre los ataques de odio y los diferentes tipos de violencia. El ataque que sufrió Pablo lo sufrieron muchos otros hombres durante el último mes pero fue Pablo quien se animó a hacerlo público, muchas otras víctimas no tuvieron la fuerza de enfrentar el qué dirán. En estos días Pablo se encuentra haciendo una trabajo que debería estar haciendo la policía, y consiste en recopilar datos de las otras víctimas y en alertar a los usuarios de grindr de Buenos Aires que los agresores están libres y siguen activos en esta app. 

Hace falta solo mirar nuestro pasado reciente en policiales para comprender que este tipo de ataques no son  un hecho aislado, ni tampoco es algo nuevo producto de las apps de citas, porque en cada provincia de nuestro país conocemos casos de hombres gays que murieron en manos de “un chongo” que levantaron en la calle en tiempos anteriores a las redes sociales. Porque el odio que pesa sobre quienes cuestionan o abandonan el mandato de la masculinidad se expresa en en los ataques de los chongos que roban, drogan y matan, en la opinión pública que juzga y en el sistema judicial que no toma con diligencia estos casos. 

Como sociedad nos queda un arduo camino por delante para dar respuesta efectiva ante este tipo de ataques, pero el primer paso está en dejar de juzgar a las víctimas y en dimensionar lo sistemático de este tipo de violencia. Miles de hombres gays sufren robo, golpes, abusos  y ni siquiera cuentan con las herramientas para la denuncia. Lo que le pasó a Pablo aún está pendiente de respuesta institucional y podría constituirse en un caso que devele lo complejo que resulta encontrar justicia cuando la víctima es un hombre gay que usa una app de citas.

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