El 25 de noviembre se celebra el Día Internacional de la Eliminación de la violencia contra las Mujeres. La fecha fue elegida para recordar el feminicidio en el año 1960 de las hermanas Mirabal a manos de la dictadura de Leónidas Trujillo en República Dominicana.
En 1981 se celebró en Colombia el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe y se declaró este día para visibilizar, reflexionar y erradicar todas las formas de violencia contra las mujeres.
En todos los países y culturas, sigue siendo urgente adoptar medidas para garantizar que las mujeres y el colectivo LGBTI vivan una vida libre de violencias. Las estadísticas sobre esta problemática a nivel mundial son alarmantes: 1 de cada 3 mujeres sufre violencia física y/o sexual, mayoritariamente en el seno de una relación íntima. Esta violencia empieza alarmantemente temprano: casi 1 de cada 4 adolescentes de 15 a 19 años que han tenido una relación íntima ha sufrido violencia física o sexual a manos de su compañero (Organización Mundial de la Salud).
En Argentina, se estima que una mujer es asesinada cada 30 horas. Además, este año fueron asesinadas 7 mujeres travestis/trans según el relevamiento realizado por La Casa del Encuentro. No son números, detrás de cada mujer asesinada hay hijas e hijos, familias, amistades, afectos y proyectos de vida que no podrán realizar.
Los feminismos han sabido visibilizar y dar respuestas a la violencia machista, una problemática compleja arraigada en todas las estructuras de la sociedad. Pensar en respuestas colectivas e integrales es el desafío para construir vidas libres de violencia.
Desde La Nota, conversamos con referentas de diferentes espacios que trabajan en el abordaje, la prevención y la contención de víctimas de violencia de género para conocer sus experiencias,los desafíos y horizontes.
La Fundación Centro de las Mujeres, Diversidades y Derechos Humanos es una organización intermedia en el abordaje de las violencias. Desde hace siete años trabajan territorialmente en Famaillá y en 2022 inauguraron un nuevo local e incorporaron el Albergue Arcoiris, un dispositivo profesional y de resguardo para mujeres y diversidades. “No solamente hacemos prevención y atención, trabajamos en la reinserción social, económica y productiva de las mujeres con las cuales trabajamos”, comenta Verónica Figueroa. Ella es psicóloga y está al frente del proyecto.
Rita Nahir Agüero es de Amaicha del Valle, pertenece a la comunidad indígena diaguita y actualmente es presidenta de la Fundación La Chacana. Si bien la organización comenzó brindando apoyo escolar a niños y niñas de la comunidad, durante la pandemia, ante la creciente demanda de mujeres que llegaban con diferentes situaciones de violencia de género, crearon un albergue para alojar a mujeres víctimas de violencia y brindarles, además de asistencia y contención, el acceso a talleres educativos.
Ambos espacios articulan con el Observatorio de la Mujer y con otras dependencias del Estado, como el Ministerio Público Fiscal. Las mujeres o personas del colectivo LGBT pueden acercarse y serán recibidas en un Centro de Primera Escucha, donde una persona capacitada las atenderá y podrá realizar un diagnóstico.
En Tucumán existen otros cinco refugios: en Capital el Centro Municipal y el Refugio Vilma Rivero, en Concepción Refugio Nuevo Nacimiento, en la Banda del Río Salí Refugio para Víctimas de Violencia María Osores, y en Bella Vista Gotitas de Ternura.
“No solamente es la contención y la escucha, sino también identificar cuáles son las otras problemáticas asociadas con las que llegan, porque nunca es solamente la situación puntual de violencia”, explica Figueroa sobre el trabajo que realizan en el Albergue Arcoiris.
El objetivo de ambos espacios es que las mujeres y personas del colectivo LGBT que están atravesando una situación de violencia no lo hagan en soledad. En caso de que sea necesario, se deriva y articula con el Centro Judicial de Monteros (es el que corresponde a las jurisdicciones de Famaillá y Los valles Calchaquies), con la Oficina de Violencia Doméstica y en el caso de las urgencias con la Fiscalía Especializada.
“Lo que intentamos es que las mujeres no sean las que estén alojadas o encerradas, como ellas a veces lo viven, sino que lo que se agilice sean los trámites judiciales, de manera que puedan retornar a sus propios hogares”, explica Verónica. El tránsito a veces se vuelve largo entre salir de las violencias y poder encontrar un lugar a donde empezar de nuevo, reorganizar sus vidas y a pensarse libres de las violencias.
Desde las organizaciones de la sociedad civil se articula con el Estado a través del Programa Acompañar que está dirigido a mujeres y LGBTI+ en situación de violencia de género de todo el país. Este programa prevé un apoyo económico equivalente al Salario Mínimo, Vital y Móvil por 6 meses consecutivos y un acompañamiento integral y acceso a dispositivos de fortalecimiento psicosocial para las personas incluidas en el programa, coordinado con los gobiernos provinciales y locales.
A la par, se busca brindar a las mujeres herramientas para que puedan lograr su independencia económica. Desde FeTraES y la Cámpora articulan la conformación de cooperativas de trabajo, a partir del trabajo territorial. “Tenemos dispositivos en diferentes localidades. Tratamos de articular para que lleguen las políticas del Estado a las compañeras. Buscamos la posibilidad de acompañarlas, de contenerlas, de llevarlas a realizar la denuncia, de buscar abogados y de tratar que no sea un proceso que lo lleven en soledad”, explica Laura Sánchez, referente de La Cámpora.
Aún hoy, con políticas de avanzada en materia de violencia de género, hacer una denuncia muchas veces es una odisea. Un ejemplo cercano es el caso de Noelia Sosa, una joven que fue a realizar una denuncia contra su pareja en la Comisaría de Trancas y la policía le dijo que vuelva más tarde. Ella volvió a su casa y se suicidó. También el caso de Paola Tacacho dejó al descubierto lo complejo que es para las mujeres y personas del colectivo LGBT acceder a la Justicia.
En ese sentido, Sánchez explica que “las referentes locales son las primeras en hacer el nexo, a quienes pueden llegar otras mujeres a consultar o pedir acompañamiento”.
A partir de las redes que se tejen en los talleres comunitarios para reforzar el tejido social, es que desde el Mujeres del Frente de Todos se impulsaron cooperativas de construcción, fabricación de pastas y una textil. “Desde este proceso tan doloroso se puede pensar en un proyecto de vida que le permita construir vínculos saludables y que además puedan mejorar su calidad de vida”, explica la referente.
Por su parte, Rita Nahir comparte la experiencia de las hermanas en Amaicha con quienes desarrollaron un emprendimiento de revalorización y comercialización de hierbas aromáticas ancestrales mezcladas con yerba mate orgánica. Es el primer albergue del país que trabaja en la reinserción laboral en comunidades originarias.
Desde el Albergue Arcoiris generaron un círculo muy interesante con las propias mujeres que llegaron en situaciones de violencia. “Tenemos un grupo de voluntarias, que son las sobrevivientes. Todas fueron mujeres asistidas por alguna situación de violencia de distinta magnitud y gravedad. Hoy son voluntarias y son las sobrevivientes que asisten, acompañan y contienen. Una mujer deja de ser víctima, sale de ese lugar y pasa a empoderarse y a ser protagonista en su propia vida, no solamente que sale de esas violencias, sino que ayuda a otras a salir”, cuenta Figueróa sobre la experiencia.
Además, desde la fundación se realizan capacitaciones para que puedan profesionalizarse y tener herramientas laborales. “Las mujeres están capacitadas para hacer el acompañamiento no solamente por las vivencias propias, sino también porque forman parte de un espacio de capacitación específica como operadoras sociocomunitarias en intervención en violencias”. Pasar de ser víctimas atascadas en sus infiernos de violencias a ser protagonistas activas de su propio destino, junto con otras.
Tanto la Fundación Centro de las Mujeres, Diversidades y Derechos Humanos y la Fundación La Chacana son autogestivas y se sostienen con recursos propios. “Nos convoca la lucha y el desafío que significa poder ser un lugar de soporte, de contención y de atención a víctimas de violencia. Necesitamos que el Estado se ocupe del sostenimiento porque son servicios esenciales lo que estamos prestando y no que lo llevan adelante personas voluntarias que no cuentan con ningún ingreso. Lo hacen desde la solidaridad, la empatía y desde creer que una vida de libre de violencias sí es posible”.
Si estás viviendo una situación de violencia de género llamá al 144 o comunicate vía WhatsApp al 1127716463. Allí pueden darte atención, asesoramiento y contención para situaciones de violencias por motivos de género, las 24 horas, de manera gratuita y en todo el país.