PORTADA 5

Todavía no es mi cara: La creatividad humana frente a la ilusión del control

Durante años, cada vez que sostenía un lápiz o un pincel, sentía que algo profundamente mío se depositaba en cada línea. El trazo, el pulso, la cadencia, la fatiga de la mano: todo era parte de una experiencia irremplazable. Dibujar no era simplemente representar, sino encarnar. Hoy, esa certeza tambalea. No porque haya dejado de crear, sino porque la irrupción de la inteligencia artificial (IA) reconfigura el sentido mismo de lo que hago.

La IA se presenta como una herramienta capaz de producir en segundos lo que a mí me lleva horas. Y dibujo rápido. Pero lo inquietante no es su eficiencia, sino su aceptación como reemplazo. Lo que más me perturba no es que lo haga mejor —porque no lo hace—, sino que muchos ya actúan como si lo hiciera. El problema, entonces, no es técnico: es existencial.

En este ensayo, intento algo que me confronta directamente con ese dilema: generar un autorretrato solo usando prompts en ChatGPT, sin subir imágenes, sin dar referencias visuales directas, buscando que la máquina construya una versión de mí. Quiero ver hasta dónde puede llegar y, sobre todo, qué es lo que no puede hacer.

Una nueva era, una vieja pregunta: ¿qué es crear?

Mientras ensayo un autorretrato con IA, ajustando ojos, barba, anteojos, buscando algo que “se parezca a mí”, constato su fracaso. No técnico, sino vital. Las imágenes que obtengo son plausibles, pero vacías. No hay historia. No hay tiempo. No hay heridas. Hay eficiencia y simulacro. Gemini, Midjourney, ChatGPT… todas devuelven máscaras sin alma.

Y sin embargo, insisto. Porque esa insistencia también dice algo: que todavía hay una distancia irreductible entre el rostro que uno tiene y el que la máquina puede ensamblar.

Esa distancia es la misma que separa una obra hecha desde la experiencia y otra producida desde el cálculo. Por eso no alcanza con decir que la IA es solo una herramienta. Lo es, sí. Pero su presencia activa preguntas profundas sobre la autoría, el deseo, la responsabilidad y el valor del error. Preguntas que no podemos evadir.

La IA como medio, colaborador y síntoma

La IA se ha convertido en un nuevo medio de exploración. El arte generativo, los retratos algorítmicos, las experiencias interactivas en VR o AR no son ciencia ficción: ya están entre nosotros. Proyectos como The Next Rembrandt o DeepArt muestran cómo se pueden ensamblar obras a partir de estilos preexistentes. Incluso Canva o Adobe integran IA para optimizar el diseño cotidiano.

Para muchxs artistas, estas tecnologías son aliadas. Automatizan lo repetitivo, expanden lo posible, ofrecen variaciones, bocetos, estímulos. Pero eso no resuelve el dilema de fondo: ¿dónde queda la singularidad cuando todo puede ser replicado? ¿Y quién es el autor cuando lo generado nace de un modelo entrenado con millones de obras ajenas?

¿Quién firma la obra? El problema de la autoría y la ilegalidad estructural

La ley responde con contundencia: el copyright sólo protege la creación humana. Así lo estableció la Oficina de Copyright de EE. UU., reafirmado en el caso Thaler v. Perlmutter. Una IA no puede tener derechos sobre lo que genera, salvo que haya una intervención humana significativa.

Pero el problema no se agota en la firma. El colectivo “Arte es Ética” advierte que gran parte de la IA generativa comercial se sostiene sobre bases ilegales: scraping masivo de datos sin consentimiento, infracciones a la propiedad intelectual, violación de datos personales, competencia desleal. Empresas como Stability AI, OpenAI y Midjourney enfrentan más de 40 demandas por estas prácticas.

Entrenar una IA con millones de obras protegidas sin permiso, para luego vender resultados que compiten con esos mismos autores, no es innovación: es extractivismo digital.

El arte bajo amenaza: lo que no deja rastro, lo que no cotiza

La IA puede simular procesos, pero no puede improvisar por tristeza, ni fallar con sentido, ni cargar con la angustia de un trazo erróneo. Lo humano no es errar: es que duela cuando algo sale mal. Es sostener ese error, incluso cuando tiene consecuencias. La IA falla sin heridas. Repite sin historia. No hay cuerpo en sus resultados. No hay implicación.

Y eso importa. Porque lo que no deja rastro —el garabato, la torpeza, el gesto que no se mide— es lo que nos ancla en el presente. Lo que no puede cotizar es, justamente, lo que no puede ser reemplazado.

Los costos invisibles: energía, trabajo, precarización

Más allá del debate simbólico, hay impactos materiales: los modelos de IA requieren recursos colosales. Consumen energía, producen huella de carbono y precarizan el trabajo creativo. Su eficiencia industrial desvaloriza lo artesanal y genera una competencia desleal: la IA puede generar en segundos lo que a un artista le toma días. No porque sea mejor, sino porque es indiferente.

Ese ritmo vertiginoso genera un desgaste paulatino. No nos van a reemplazar de un día para otro. Pero llegará el momento en que vas a ofrecer una portada y ya la hizo Midjourney. Una reseña y ya la escribió el chat. Una animación y ya tienen una “más rápida”.

Y no será doloroso porque lo hayan hecho mejor. Será doloroso porque nadie lo esperaba de vos.

Regular para proteger lo que no puede simularse

Ante este panorama, no alcanza con la resistencia individual. Se vuelve urgente una regulación ética que garantice derechos, transparencia y justicia. * “Arte es Ética” propone:

  • Prohibir el registro de obras generadas íntegramente por IA como propiedad intelectual.
  • Exigir el consentimiento explícito de los autores para usar sus obras en datasets de entrenamiento.
  • Establecer sistemas de compensación (canon) para artistas cuyas obras hayan sido utilizadas.
  • Marcar con una firma digital toda imagen generada por IA.
  • Prohibir modelos entrenados con prácticas ilegales.

No es un capricho: es una defensa de los derechos fundamentales de quienes crean, enseñan, diseñan, imaginan.

No es pánico. Es memoria

Quienes minimizan estos debates suelen apelar a la historia: también se temió a la imprenta, al cine, a la fotografía. Pero este no es el mismo caso. Aquellas tecnologías ampliaban la posibilidad de expresión. La IA, tal como se implementa hoy, desvincula la creación de la experiencia humana.

Esto no significa que no podamos convivir. Significa que debemos elegir cómo hacerlo. Sin romantizar el pasado, pero sin regalar el futuro.

Todavía no es mi cara. Todavía soy yo

Cada vez que intento obtener un retrato mío con IA, algo se desvía. La expresión se pierde. La mirada no es la mía. Y sin embargo, insisto.

Porque mientras esa distancia exista, yo sigo estando acá. No como defensa nostálgica, sino como afirmación ética. Porque aunque puedan copiar el resultado, no pueden vivir el proceso. No pueden hacer algo que tenga sentido solo para quien lo hizo.

Y mientras eso siga siendo cierto, todavía vale la pena crear.

*Arte es Ética es un colectivo de artistas visuales y profesionales creativos de países hispanohablantes que promueve la regulación ética de la inteligencia artificial generativa. Denuncian que muchas de estas tecnologías se desarrollan mediante el uso ilegal de obras protegidas por derechos de autor, sin consentimiento ni compensación. Proponen medidas concretas como prohibir el registro de obras generadas por IA, exigir el consentimiento explícito de los autores para usar sus obras en el entrenamiento de modelos, y marcar digitalmente las imágenes producidas por IA para garantizar transparencia y proteger la creación humana.

Total
0
Shares
Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.

Nota Anterior
PORTADA 4

Me hice un amigo libertario

Nota siguiente
68759bfb84c8f 905 510

De referentes del progresismo a empleados del sistema: cuando el espejo te devuelve a Lanata

Posts Relacionados
Total
0
Share

Fatal error: Uncaught Error: Call to undefined function Rhubarb\RedisCache\wp_rand() in /www/wwwroot/lanotatucuman.com/wp-content/plugins/redis-cache/includes/class-metrics.php:149 Stack trace: #0 /www/wwwroot/lanotatucuman.com/wp-content/plugins/redis-cache/includes/class-metrics.php(137): Rhubarb\RedisCache\Metrics->collect() #1 /www/wwwroot/lanotatucuman.com/wp-includes/class-wp-hook.php(324): Rhubarb\RedisCache\Metrics::record() #2 /www/wwwroot/lanotatucuman.com/wp-includes/class-wp-hook.php(348): WP_Hook->apply_filters() #3 /www/wwwroot/lanotatucuman.com/wp-includes/plugin.php(517): WP_Hook->do_action() #4 /www/wwwroot/lanotatucuman.com/wp-includes/load.php(1304): do_action() #5 [internal function]: shutdown_action_hook() #6 {main} thrown in /www/wwwroot/lanotatucuman.com/wp-content/plugins/redis-cache/includes/class-metrics.php on line 149