“Te vendo el WhatsApp de tu mamá”, me escribió. Yo no sabía qué hacer pero mis dedos le preguntaban a cuánto y mi cabeza llamaba a una hermana que conoce los vericuetos de este tipo de prácticas. A F. la estafaron hace poco y estaba muy movilizada por el revival. Me aclaró que por chatear, no podía pasarme nada, pero que mejor no le conteste, que lo bloquee.
Me presenté. Le dije que soy Doctora en Ciencias Sociales y que estaba interesada en conocer un poco más cómo funciona el circuito de la economía ilegal. Usé ese término, porque me pareció el más atractivo: lo ilegal hace hervir la sangre. Los primeros minutos de conversación fueron hostiles, me dijo que le ponga un precio a la cuenta y que no le vaya con boludeces porque para él, el tiempo es dinero. Yo lo entendía perfectamente porque vivo en este mundo y se lo dije, que también tenía muchas cosas que hacer y rematé con un bye rarísimo.
¿A qué le llamás economía ilegal? Me preguntó. Le dije que a ese nombre no se lo daba yo sino que era una forma de nombrar de La Academia. Le expliqué que refería a todos aquellos trabajos que recaudaban ingresos de una manera no registrada o por fuera de las instituciones de regulación estatal, también le dije que era una ingeniería muy refinada y creativa, que va desde la producción textil y su comercialización internacional hasta el trabajo que él hacía, hackear cuentas y engañar personas para recaudar dinero ¿Sería acaso lo mismo producir medias sin pagar impuestos, que manipular personas y recibir dinero virtual? ¿Sería acaso lo mismo reclutar gente en países limítrofes, secuestrar sus documentos y encerrarlos para que trabajen en talleres escondidos en las grandes metrópolis que mentir y extorsionar por whatsApp explotando redes de afectividad?
¿Qué estudias? Acceder a este tipo de campos es dificilísimo y mientras más me entusiasmaba, más me preguntaba si estaba bien chatear con un tipo mientras le saca plata a la gente que quiero. Pausa. Play. Le dije que estudiaba estrategias económicas para la reproducción de las vidas. Al hilo le pregunté si era difícil el trabajo que hacía y si había estudiado algo. Unos minutos después, sabía que tenía 33 años, que estudiaba Ingeniería en Sistemas, que al trabajo lo había conseguido por compañeros de la facultad y que al oficio lo había aprendido en Chile. Le faltaba un año para recibirse de la carrera del presente y del futuro. Le encantaba su carrera, sino no la haría y en su tiempo libre sacaba a pasear sus sobrinos, le gustaba leer e ir al teatro. En un buen mes de laburo hacía 2 palos y medio, pero el ingreso era muy variable, un día podía hacer un palo y después 10 días no pegar nada. Todo depende de las ganas que le pongas, es un trabajo que lleva mucho tiempo
y estresa mucho.
Yo respondía con palabras como claro y entiendo y le agradecía por lo que compartía conmigo. Tenía que cuidar el campo, no aburrir, no ahuyentar, no insultar, y sobretodo, entretener. Cuando podía, volvía a preguntar algo. Esa actividad le genera mucho cansancio mental y lo que más le estresa es tener que atender demasiados números al mismo tiempo. Mientras yo pensaba en la distancia entre estos laburos y un call center, o una central de turnos de cualquier consultorio, me soltó algo que me aceleró el pulso: tenés que deducir muy rápido la vinculación que tiene la persona del WhatsApp con su interlocutor. Un truco del sistema, parte del oficio, me estaba trasmitiendo un saber. La sensación que me generó me hizo pensar en lo parecido de este tipo de trabajo con los videojuegos: se trata de estar alerta, actuar rápido, sentir el riesgo en el cuerpo, hacer circular la adrenalina por las venas y ganar cosas, todo a través de un celular o una computadora. Esto es como un hobby, me dijo. La especie humana es tan enigmática que desborda.
Mi tía Cecilia me manda un audio y me dice que el hacker le escribía por privado y que no sabía qué hacer. La ansiedad volvió. Me acordé de mi mamá, de la gente que podía ser víctima, sentí que no estaba haciendo nada para colaborar con ella y que la entretenida podía ser yo. Me puse a escribirle a contactos random, un poco para advertirlos y otro poco para sentirme mejor. A Ceci le trasmití lo que me dijo F., que no conteste, que no se preocupe y que de aviso a la gente que considere en común.
Pensé en el Hacker y pensé en mí. No me quedaba tan clara la diferencia. Él me dijo que su objetivo era el rédito económico, al fin y al cabo un rédito personal. Él lo usaba para ganar guita, yo lo usaba como un disparador para escribir algo. Se me ocurrió empezar un taller de Escrituras del Yo en pleno diciembre y tenía una entrega en 3 días. Una desgracia de la humanidad. Después pensé en una película sobre personas de clase media que se prostituyen para vivir (Me refiero a la película Elle (2011) dirigida por Malgorzata Szumowska y protagonizada por Juliette Binoche). Al igual que mi interlocutor,
el trabajo que hacían estas mujeres les permitía solventar sus gastos y les dejaba tiempo para el estudio, que consideraban lo más importante. La película se trata de migrantes polacas que llegan a Francia para estudiar y ser alguien en la vida. Al igual que mi interlocutor, otras opciones de empleo implicaban ingresos bajísimos, cero tiempo y energía para el estudio y la dilución de sus sueños.
¿Sabías que los delitos virtuales son el tipo de delito que más se realiza por día en el país? me dijo y después no contestó más por un rato, estaba a full. Yo me puse a googlear y me enteré que la ley de delitos penales incorporó la figura de delitos cibernéticos en 2008. Estando en 2024 pensé en si sería efectiva la ley y también me pregunté cuán aprehensible podía llegar a ser su trabajo, todo pasa tan rápido en el siglo XXI que cuando lo llegamos a ver, ya no es. Le pregunté si le daba miedo lo que hacía y me dijo que sí y que jaja, aunque era seguro porque no lo podían rastrear. Si alguien le pregunta que hace para vivir, contesta que trabaja en marketing. En esa caja de pandora.
Le pregunté si tenía alguna técnica para elegir los números de teléfono, si tenía alguna manera de elegir perfiles más rentables. Me dijo que por esa respuesta tenía que pagar. La trasmisión de saberes tiene límites Brenda. Usaba mi nombre cuando me quería intimidar y funcionaba. Le pregunté cómo hacía con los ingresos. Me interesaba ese límite, entre lo legal y lo ilegal. Cómo ese dinero que se gana de manera fraudulenta entra por la regulación bancaria y se usa para pagar un alquiler o comprar apuntes. Me dijo que esa información era confidencial pero que era muy fácil.
Más tarde L. mandó una captura de pantalla, un amigo de la familia le había transferido 50K. La transferencia era a una cuenta de Claro Pay a nombre de Yanina Noemí Gómez. La IA me contó que se trataba de una billetera virtual respaldada por Claro, una empresa trasnacional que difícilmente rinda cuentas a algún Estado. Cualquier persona con su DNI puede crear un usuario incluso sin ser cliente. Desde ahí podés recargar tu celular, retirar dinero en puntos autorizados o transferir a otras billeteras como Nequi, Daviplata y otros bancos. Entendí por qué le habían pedido los datos a mi mamá. Una rueda puesta a andar. Mientras escribo estas páginas, alguien transfiere dinero a una cuenta a nombre de G.O. de Claro Pay. Probablemente, de ahí, se transfiere a otra billetera virtual de entidades financieras sin regulación estatal. Después quizás termina en Mercado Pago, hoy
propiedad del hombre más rico del país. De mi mesa, a su mesa y de ahí a la fotocopiadora de la facultad.
No votaba a nadie porque no le interesaba y el último libro que leyó es El poder de la mente
subconsciente de Joseph Murphy, un libro de autoayuda que explora cómo la mente subconsciente puede influir en la vida de las personas y cómo aprovechar su potencial para el éxito personal. Todo esto según la IA. Le pregunté si le interesaba mucho el éxito y me dijo que obvio, a quien no. Yo le dije que existen personas que no consideran que sea lo más importante, el éxito personal.
¿Tenés hijos? ¿Sos casada? ¿Te gusta salir a bailar? ¿de qué trabajás? Ya eran más de las 11 y chateábamos hace 6 horas. Le dije que era investigadora y que escribía cosas ¿Por qué estás hablando conmigo?, siguió preguntando. Podrías estar haciendo otras cosas. Le aclaré que lo sabía perfectamente y le pedí que no me subestime. Me dijo que nunca lo haría aunque acababa de hacerlo. Me preguntó si vivía en Buenos Aires y le dije que prefería no responder algunas preguntas, que no me sentía segura. Me dijo que lo entendía perfectamente pero que si quisiera información la buscaba por otros medios y remató diciendo que llevaba muy bien mis 37 años.
Se despidió diciendo que a ese “” trabajo “” lo hacía para solventar sus gastos, que sabía que no está bien, pero que muy sinceramente no conocía a nadie en su carrera que no hiciera algo ilegal para vivir. Le pregunté si me regalaba la cuenta de mi mamá y me dijo que claro y que a las 10:00hs del día siguiente la devolvía.
FIN