Se llama Marcos, es tucumano y vivió 42 años con su identidad cambiada

En una conferencia de prensa Estela de Carlotto leyó un comunicado sobre la historia de Marcos y su familia. Estuvo acompañado de sus dos hermanos que lo buscaban.

Abuelas de Plaza de Mayo anunció la restitución de nieto 128, que durante 42 años vivió con su identidad cambiada. Se trata del hijo de Rosario del Carmen Ramos, Marcos, que nació en San Miguel de Tucumán, donde ambos fueron secuestrados, él con solo cinco meses de vida. Ayer, el nuevo nieto conoció la noticia y se encontró con su familia que lentamente, junto a las Abuelas de Plaza de Mayo, lo ayudará a reconstruir su historia e identidad.

“La restitución de Marcos es fruto de datos nuevos a los que nunca habíamos accedido. Nuestros nietos y nietas pueden estar en cualquier rincón. Cualquier información, por insignificante que pueda parecer, quizá resulte la pieza faltante para dar con uno de ellos. Lejos de hacer daño o meterse en asuntos privados, serán protagonistas de sanar parte de la historia de nuestro país que aún duele. Los nietos y nietas lo agradecerán”, indicó la organización en un comunicado.

Marcos es hijo de Rosario del Carmen Ramos, quien nació en 1948 en El Diamante, Santiago del Estero. Su familia la llamaba “Charo”. Ya en Tucumán se casó con Ismael Amado Suleiman, con quien tuvo a sus dos primeros hijos: Ismael y Camilo. Rosario era una activa militante del PRT. Luego de separarse de su marido, fue secuestrada a principios de 1976, estando embarazada, en un operativo realizado por las fuerzas de seguridad en la zona del viejo cargadero de caña de la localidad de San José. La mantuvieron cautiva varias semanas hasta que fue liberada. Su tercer hijo, Marcos Eduardo Ramos, nació el 9 de junio de 1976.
En noviembre de 1976, fuerzas de seguridad realizaron operativos ilegales en la capital tucumana y secuestraron a Rosario del Carmen, que partió con destino desconocido en un Ford Falcon blanco. Camilo en ese momento se encontraba al cuidado de su padre, pero Ismael y Marcos, que vivían con su madre, fueron llevados a una casa quinta ubicada en Tafí Viejo. Esa fue la última vez que Ismael vio a su hermano menor. Luego de permanecer una semana allí, Ismael fue trasladado a otro domicilio en Tucumán, del que escapó muchas veces, hasta que en una ocasión logró ubicar a su tío paterno, quien dio aviso sobre su paradero al padre del niño. Así lograron recuperarlo. Desde entonces sabe que tiene un hermano menor que fue secuestrado. Rosario continúa desaparecida.

La búsqueda

Ismael se acercó a la Comisión Nacional por el Derecho a la identidad (CONADI) en 1999 y contó que en 1976 había sido secuestrado junto a su hermano y su madre y que nunca más había sabido de ellos. Por otra parte, en 2013 se recibió una denuncia en el Fondo Permanente de Recompensas del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, con información que señalaba a un joven como hijo de desaparecidos, apropiado por una persona imputada por crímenes de lesa humanidad en la provincia de Tucumán.
Estos datos novedosos fueron entregados a la Unidad Especializada para Casos de Apropiación de Niños durante el Terrorismo de Estado, del Ministerio Público Fiscal, que inició una investigación para profundizar los datos contenidos en la denuncia. Tras verificar que resultaba probable que el joven efectivamente fuera hijo de desaparecidos, remitió la investigación a la Fiscalía Federal N° 1 y a la Oficina local de la Procuraduría de Crímenes Contra la Humanidad de Tucumán, quienes a su vez dieron intervención al Juzgado Federal Nro. 1. Así se pudo encontrar a Marcos, quien accedió voluntariamente a realizarse los exámenes de ADN en el Banco Nacional de Datos Genéticos, luego de que el juez ordenara tomar las respectivas muestras.

Tucumán

Marcos es el segundo nieto restituido en esta provincia. Las fosas comunes descubiertas e investigadas allí en las que se identificó a más de un centenar de desaparecidos y desaparecidas, junto a la comprobación de la existencia de un capítulo local del plan sistemático de apropiación de niños y niñas, vuelven a colocarla ante la evidencia del horror. El caso de Marcos debería contribuir a acabar con el negacionismo, la justificación y el olvido que subsisten en parte de la sociedad y, en particular, en Tucumán. También, demuestra la importancia de fortalecer a los organismos que desde el Estado intervienen en el esclarecimiento de estos delitos de lesa humanidad.

 

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