Ni mujer, ni varón : Identidad No binaria

Advertencia: Los artículos de esta nota podrían generarle extrañeza,dificultad o incluso rechazo. El desafío es poder leer y comprender lo que esa dificultad contiene y expresa.

La identidad de género es una vivencia interna e individual de las personas. Es un profundo sentir que puede o no coincidir con el género asignado al nacer. Nuestro país desde el año 2012 reconoce el derecho de todas las personas a vivir su identidad libre de violencia y a tener un DNI que acompañe la autopercepción. Ser varón o ser mujer son dos de las posibilidades que tiene la experiencia de les seres humanos en cuanto al género, pero no son las únicas experiencias.

Para conocer en primera persona la experiencia de una persona trans no binarie charlaremos con Emma Simone. Elle tiene 24 años,  es estudiante de trabajo social en la UNT, militante del espacio ATTTA Tucumán.

Para poder comprender lo no binarie es importante retomar las definiciones de lo trans, dentro de lo trans existe lo binario y también lo no binario. “Yo puedo transicionar de lo masculino a lo femenino, o también puedo tener otras opciones. Como una persona no binaria, como una persona agénero o bigénero. Hay muchas formas de sentir e identificarse”.

Imaginar otras experiencias de género para quienes nos identificamos dentro del binarismo como hombres o mujeres parece una tarea difícil. Necesitamos ejercitar la empatía y frenar esa tendencia propia de nuestra cultura occidental de simplificar y tomar la parte por el todo.

Emma cuenta que para elle lo no binario tiene que ver con una identidad política, una identidad que forma  una resistencia a la normatividad que tiene el género, una respuesta a lo binario. Y explica “A las personas les cuesta entender que es una persona trans, y creo que les cuesta mucho más entender que hay persona que existimos fuera del binarismo, que no nos identificamos ni con lo masculino ni con  lo femenino”.

El lenguaje y lo no binario van agudizando las lecturas. La identidad como posibilidad es también un diálogo y creación: “Hace dos años escuche la palabra por primera vez, fue en un espacio de militancia. Antes había escuchado el término queer, pero quizás no lo entendía.  Siento que el encuentro con ese otro hace aprender. Escuchar ese término me sirvió para replantear quien soy yo, porque esa incomodidad de no sentirme con lo masculino ni con lo femenino, siempre estuvo en mí”.

La pregunta es entonces como nombrarles y la respuesta siempre es más sencilla de lo que parece. “Siempre digo preguntale como desea ser tratade.  Ese es un modo de respetar y ejercer el trato digno que establece la Ley de Identidad de Género. Muy pocas veces me preguntaron cómo quería ser llamade, las personas siempre te encasillan. Hay personas no binaries que utilizan pronombres masculino y femenino indistintamente, alguna usan exclusivamente pronombres neutros”.

El colectivo de personas no binario existe y pide reconocimiento de derechos, derechos que ya están consagrados formalmente en nuestro país, sobre todo por la ley 26.743. Hasta ahora ningún compañere  de identidad no binarie consiguió un DNI que registre su identidad, algunas personas tienen fallos judiciales pero el Registro Nacional de las Personas (RENAPER) aún no resuelve esto. Por eso estamos expuestos a estos malos tratos cotidianos. No es necesario modificar la ley de identidad de género, creo que es muy completa. Lo que hace falta es voluntad política en el RENAPER. Que  quienes están a cargo sepan que hay personas que no estamos pudiendo acceder a nuestros derechos por la falta de nuestro DNI. Lo que falta desde siempre es eso, voluntad política”.

Protágoras dijo hace más de dos mil quinientos años: “El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que son, de las que no son en cuanto que no son.” Podríamos reformular y jugar con los sentidos y decir que la experiencia de género de cada persona es la medida de todas las cosas.  Jugar del modo más serio posible, para alejarnos de las posturas absolutas con respecto al género y albergar una escucha atenta como horizonte ético.

Si nos incomoda más el uso de la letra E que el sufrimientos de las personas, tenemos ya un dato de que algo necesitamos cambiar. Aferrarnos exclusivamente a un modo binario de ser no ha sido gratuito,  excluye continuamente a muchas personas, genera jerarquías claramente identificables y moldea nuestra percepción de lo bello y  limita nuestros deseos.

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