Interpretar el patrimonio cultural o desglosar las capas de una memoria

Este jueves, el Museo de Arte Decorativo Casa Padilla abre sus puertas con la muestra “La memoria de los objetos”, de la artista y docente tucumana Marisa Rossini, constituida a partir de un proyecto de investigación y producción que combina, por un lado, el patrimonio decorativo e histórico del Museo, y, por otro, el sesgo de la artista que desarrolla su obra desde las reminiscencias afectivas y el valor simbólico y cultural que se le atribuyen a determinados objetos.

Con una novedosa y pujante gestión cultural, el Museo de Arte Decorativo Casa Padilla (calle 25 de Mayo 36) inaugura este jueves, a las 19.30 hs., la exposición La memoria de los objetos de la artista y licenciada en Artes Plásticas Marisa Eugenia Rossini.

Es oportuno destacar que actualmente el equipo del Museo busca construir canales y estrategias que permitan socializar e interpretar el patrimonio cultural tangible e intangible, promoviendo la participación activa de la comunidad, a través de actividades y propuestas artísticas externas a su programación, tales como la muestra que se inaugura hoy y podrá visitarse hasta el 18 de agosto inclusive.

“Además de convocar al público, nos interesa habilitar el diálogo entre la colección del museo y producciones artísticas contemporáneas, así como la reflexión en torno a temas de interés colectivo”, explica la licenciada Eugenia Bulacios Zamora, trabajadora del Museo y curadora, junto a Otto Vázquez, de la muestra de Rossini.

El patrimonio cultural -cualquiera sea- no preexiste por sí mismo, pero los museos en general, y el Museo Casa Padilla en particular, abordan la tarea de arriesgar un aporte alrededor del mismo; una construcción social amplia, y relativa, de identidad y memoria que abarca un conjunto de objetos, usos y prácticas colectivas, que remiten a las relaciones que los pueblos y sus comunidades tienen con su pasado, y, en esta oportunidad, se vuelve materia de interpelación para la artista Marisa Rossini, que pone de relieve algunas piezas que forman parte del Museo.

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Rossini en el Museo Casa Padilla

“A partir de una selección de piezas de la colección del Museo, Rossini realiza, a modo de registros, fichas y documentos, una serie de grabados a través de los cuales reflexiona acerca de los criterios de conservación, documentación e interpretación de los bienes culturales”, detalla Bulacios Zamora.

Museo y arte decorativo

De acuerdo a la información habilitada públicamente por el Ente Cultural de Tucumán, institución a la que pertenece el Museo en cuestión, el edificio construido en el año 1860 reviste un ejemplo de arquitectura ‘italianizada’ propio del contexto histórico en que fue diseñado. Su frente presenta un notable tratamiento ornamental, constituido de tupidas pilastras (antiguamente cubiertas de mármol), cornisas, molduras y rejas de hierro forjado.

Actualmente, la casa alberga algunos de los cuadros y muebles originales de la denominada Colección Padilla de arte decorativo; un conjunto de obras europeas, objetos hispanoamericanos (que dan cuenta de una larga trayectoria colonizante), como, así también, un importante conjunto de piezas orientales, en su mayoría chinas, compuesto de biombos, muebles, porcelanas y piedras talladas. Entre estas últimas se destaca un jarrón ovalado plano de la época Tau-Kwang (1821-1851) que evoca a dos peces enfrentado y que deviene en uno de los objetos señalados y representados por Rossini en esta oportunidad.

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“Desde hace años vivimos rodeados de productos de industria china; el mundo devino en un gran barrio chino”, señala Rossini como tópico disparador de varias obras en su haber. Sin embargo, en esta ocasión, los preciados objetos orientales del Museo Casa Padilla acentúan esta mirada, pero lo hacen en vinculación al patrimonio cultural que representan.

“La Colección Padilla pertenecía a Ernesto Padilla y a su esposa Elvira Salvatierra y fue donada a la provincia por Ernesto Padilla (hijo) en el año 1979. Ernesto Padilla (padre) formó parte de la generación del centenario de la independencia y fue gobernador de Tucumán entre 1913 y 1917″, explica Bulacios Zamora en torno a la historia del acervo patrimonial del Museo.

Resulta notable que la mayor parte del patrimonio albergado por nuestros museos emerge a partir de antiguas posesiones de un determinado grupo social vinculado al poder, y, actualmente, tanto la gestión del Museo como la artista Marisa Rossini señalan con la muestra La memoria de los objetos, yuxtaponiendo identidades, atributos y valores a través de las artes visuales.

Reminiscencias superpuestas

La muestra se constituye de diez obras materializadas, en su mayoría, a partir de la técnica del grabado. En todos los casos, la memoria las atraviesa de múltiples formas. “Las matrices de casi todas las piezas son de Tetra pak. En este sentido, la precariedad del material contrasta fuertemente con la calidad de los papeles en que realicé las estampas”, señala Rossini en diálogo para La Nota.

Entonces, orígenes disímiles devienen en un index continuo para tomar forma, tanto visual como táctil, en las estampas de Rossini; un exquisito algodón de diferentes papeles dan cuerpo, a su vez, a las múltiples huellas de sus matrices.

En convivencia con las estampas, y como un índice de autorreferencialidad del arte, Rossini -quien no descuida ningún detalle- introduce referencias directas del grabado a través de la presentación de sus dispositivos. En esta línea, una repetición visual se hace presente y se vincula al inexorable paso del tiempo, y, también, con su propia materialidad, que irá mutando con el correr de los años a partir de una reacción química de oxidación.

“Los objetos no sólo tienen la memoria de sí mismos, sino, que, cuando se hace una lectura de ellos, existe una fuerte tendencia a definirlos a partir de su funcionalidad, y, en muchos casos, estos objetos de origen oriental fueron realizados y pensados desde el vacío, entonces, me parece interesante reflexionar desde una cultura que todo lo llena, como la nuestra, alrededor de la falta”, concluye Rossini.

“Las imágenes que produce nos tocan —señalan desde el proyecto curatorial—, no sólo por los secretos que intentan develar, por las anécdotas y singularidades que revelan del entorno, sino también porque parecieran recuperar, para cada objeto, los rastros de las inclemencias del tiempo —aquellos sustraídos por los procedimientos de conservación— que evidencian la inconsistencia y la fragilidad de las formas, así como la inestabilidad y las transformaciones propias de la materia que se asoman despreocupadamente sobre la superficie. Por momentos, estas matrices y estampas parecen devolverle a los objetos representados su destino de ruina”.

La muestra podrá visitarse hasta el domingo 18 de agosto, de martes a viernes de 9:00 a 12:30 y de 15:30 a 19:30 horas, sábados, domingos de 15:30 a 19: 30 y feriados de 16:30 a 19:30 horas.

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