Un 17 de Junio de hace 120 años, nacía en los Países Bajos, en la ciudad de Leeuwarden, Maurits Cornelius Escher. Sus obras nos plantean desafíos visuales en dos dimensiones que rompen con lo que esperamos ver en una obra.
Para quienes lo están conociendo, sepan que es una ardua tarea la de presentar a este personaje difícil de catalogar. Sus dibujos y grabados manejan a la perfección la perspectiva y se encuentran a mitad de camino entre el arte y la ilusión óptica. No hay que tener una sensibilidad particular o un conocimiento específico para disfrutar de prácticamente ninguna obra artística que se precie de tal, pero con Escher esta particularidad se acentúa, ya que sus dibujos son guiños visuales, ilusiones ópticas o juegos de figuritas tan prolijamente presentados que incluso si no tenemos ningún contacto o interés con el arte nos resultará atrapante e interesante. Escher nos plantea desafíos visuales en dos dimensiones que rompen con lo que esperamos ver en una obra.
Sus dibujos y grabados manejan a la perfección la perspectiva y se encuentran a mitad de camino entre el arte y la ilusión óptica. A diferencia de otras obras que generan ilusiones ópticas, la magia de las obras de este artista no se pierde una vez que quien observa encuentra la incoherencia en los planos.
Las obras de Escher desafían las formas tradicionales de representar el espacio, las figuras, las dimensiones y la arquitectura. Algunos de los elementos recurrentes en sus obras son las figuras imposibles, los teselados con los que armaba las Metamorfosis y cada uno de los mundos imaginarios.
El teselado, uno de los recursos utilizados por Escher, es un patrón de figuras que recubre una superficie plana, como el pavimento o las baldosas, que cumple con dos características; en primer lugar no deben quedar superficies sin cubrir, los diseños no dejan espacios en blanco y en segundo lugar, las figuras encajan perfectamente sin superponerse tal como lo vemos en este teselado donde en blanco y negro Escher forma una trama perfecta en la que conviven ángeles y figuras demoníacas.
M.C. Escher, no se ha destacado en sus estudios más que en sus clases de dibujo. A los 21 años empezó la a cursar arquitectura por presión familiar, carrera que dejó al poco tiempo para ser discúpulo de un profesor de artes gráficas de quien aprende las técnicas de grabado en madera, xilografía, que usará luego para gran parte de su obra.
Recién a los 51 años, luego de años viviendo en distintas ciudades europeas y ya de vuelta en su país natal, Escher pudo empezar a vivir de su producción. Sus particulares grabados y dibujos eran conocidos en el ambiente. Él mismo los reproducía mediante la xilografía o la litografía e incluso tomaba encargos particulares para tapas de libros o esculturas en marfil o madera.
Una vez muerto el artista, el 27 de Marzo de 1972, muchos de sus originales se vendieron a diversos compradores desperdigados por el mundo. El “Museo Escher”, en La Haya, Países Bajos, conserva el material original de Escher que quedó luego de que el autor eliminara parte de sus obras para que no se siguieran haciendo reproducciones de sus originales.
De algunas de sus obras han habido a lo largo de la historia cientos y miles de reproducciones en diversos formatos y soportes. El ingenio y los desafíos a la lógica de la represetnación del espacio que ha desarrollado Escher en su trabajo ha servido de inspiración y ha sido fuente de diversos homenajes en la historia del arte. Así, encontramos que imágenes de este artista están hoy en día presentes en diversos formatos como láminas, remeras y practicamente cualquier superficie estampada, incluyendo tatuajes.
Pero además, en el cine y la televisión han sidos varios los directores que eligieron al neerlandés para incorporarlo en sus obras. Podemos encontrar referencias de Escher en clásicos como Laberinto (Jim Henson, 1986), capítulos de Los Simpsons (Matt Groening) o Futurama. En estos ejemplos, las protagonistas como en muchos casos son las escaleras y las diversas variantes de dimensiones que permiten generar.
