A diez años de la pionera sanción de la Ley de Identidad de Género, un recorrido por los pasillos de la Feria del Libro acerca catálogos con ficciones, ensayos, biografías y poesías, incluidas las infancias, que a partir del cuestionamiento sobre lo genérico dialogan con las fronteras para promover la soberanía de las identidades de acuerdo con una rica oferta de espacios que cuestionan la ilusoria moral de la “normalidad” como “Orgullo y prejuicio”, Typeo o el colectivo “Un cuarto impropio” y de voces como las de Camila Sosa Villada, Susy Shock o Marlene Wayar, que iluminan muchas de las formas de pensar estos temas.
Biografías de personas que transicionaron de un género a otro, manifiestos políticos que se resisten contra el binarismo de las categorías, relatos de infancias y adolescentes trans y travestis, libros de Educación Sexual Integral, mangas reversionados con perspectivas inclusivas, lecturas decoloniales que cruzan género, clase y etnia, o ficciones escritas por cuerpos e identidades no hegemónicas dan forma al corpus de títulos que se pueden encontrar en algunos espacios de La Rural, espacios que van desde grandes editoriales hasta stands colectivos que se definen transfeministas, federales.
Uno de los furores de la feria y de la literatura argentina de los últimos y cercanos años es el que despierta la escritora cordobesa Camila Sosa Villada, la autora de “Las malas” y el más reciente “Soy una tonta por quererte“, el volumen de cuentos que presentó el último sábado en la sala más grande la Feria del Libro, donde multitudes fueron a verla no a hablar sino a escucharla leer uno de esos textos en los que sus personajes libran batallas contra la pobreza. “Como soy travesti -dijo hace poco a Télam- a mí me han robado toda la puta vida, todo, me han sacado absolutamente todo de las manos”.
Si se ingresa por la entrada de Santa Fe, la de Plaza Italia, entre ritmos folclóricos y empanadas, donde se alojan los stands de las provincias, habita también un espacio dedicado a las diversidades y las disidencias. Se trata de “Orgullo y prejuicio”, el stand impulsado desde la propia organización de la Feria, en el que se puede encontrar una cartografía de voces, géneros y escrituras vinculadas con estas perspectivas, temáticas y luchas, una selección curada por personas que saben mucho de estos temas.
El espacio busca promover reflexiones en torno a lo sexo-genérico y lo cultural así como también devenir plataforma de debate y visibilización. No es menor, en el inicio de una feria multitudinaria, las escrituras trans, travestis, lesbianas, no binarias, feministas contraculturales reciben a los y las visitantes para ocupar el centro, mostrarse, cuestionar la ilusoria moral de la “normalidad”. Algunos de los libros que se consiguen ahí son: “Hembra” que cuenta la historia de Cris Miró; “Pendeja”, de Carolina Unrein, un diario de una adolescentes trans; el ensayo “Soberanía travesti. Una identidad argentina”, de Lara María Bertolini, o la investigación de Bruno Bimbi sobre lesbianas, gays, bisexuales y trans en el siglo XXI. Hay mucho más, solo hay que perderse un poquito por sus mesas y preguntar recomendaciones ahí mismo porque las opciones son muchas. Allí también hay charlas, lecturas y paneles.
“Pensar desde los márgenes cuando no se puede ocupar el centro” es parte de la propuesta del stand de Typeo (Territorio y Producción Editorial Organizada), tal como cuenta una de las vendedoras de ese espacio que nuclea a ocho editoriales más sellos invitados y donde se despliega un potente catálogo de textos transfeministas. Allí, por ejemplo, está el libro de Marlene Wayar, escritora y activista travesti, titulado “Travesti. Una teoría lo suficientemente buena”. También está la poesía reunida de Susy Shock, otras de las voces influyentes en cuestiones trans, de quien se puede encontrar su libro “Crianzas” para infancias, donde narra la historia de una tía trans y su sobrino en un barrio popular.
Ahí hay también libros de Ana Ojeda, I.Acevedo -como la reedición de su libro “Una idea genial” que incluye intervenciones que realizó luego de su transición- y libros que entran en diálogo y funcionan como contrapunto: “Mi nombre siempre fue Juan” de Juan José Teti, escrito a sus 15 años, con “Clara”, de Lea Marie Uría que lo escribió a los 50. Registros, edades y subjetividades distintas que convocan a pensar en todo lo que moviliza y significa conquistar la identidad. Otro título que recomiendan en el stand es “Ficciones patógenas”, de Duen Sacchi, que cruza géneros, escrituras. Como escribe en su prólogo Paul B.Preciado, Sacchi “mezcla, como en un aquelarre literario, los huesos y los genitales con las flores del tomate, con la salvia y el jazmín, con la sangre y con los tilos, con las mariposas y con las sandías…”.
Este año, por primera vez, llegó a la feria un nuevo stand de editoriales, “Un cuarto impropio”: federal, inclusivo y transfeminista. Se ofrecen catálogos diversos que le escapan a las lógicas del mercado a partir de producciones que habitan en “los márgenes geográficos, económicos, identitarios”, como sostiene una de las responsables del espacio intervenido artísticamente, donde por ejemplo se lee: “La política es un texto de ficción” o “El libro nuestro propio cuerpo”. Una invitación a viva voz que anticipa lo que sus libros proponen, en textos de ficción o que articulan la relación con lo real.
Allí, conviven los sellos Documenta/ Escénicas, Gog y Magog, Hekht, La mariposa y la iguana, Maravilla, Monada, Nebliplateada y Paisanita, junto a otras editoriales más pequeñas invitadas, que de otro modo no podrían estar ahí por lo inaccesible que resulta participar en la feria. El stand es una “semilla” de una red que “editorxs transfeministas” que está formándose y que, como cuentan, “la vamos a ir construyendo con identidades maricas, con identidades trans, con identidades no binaries, lesbianas, intersex, lesbianas con identidades que no respondan a este sistema tan violento y despiadado”.
En el stand de Ediciones de la Universidad General Sarmiento se consigue uno de los textos más pedidos en cuestiones trans: “Yo nena, yo princesa”, el diario de Gabriela Mansilla, la mamá de Luana, la primera niña trans en recibir su DNI de acuerdo a su identidad de género. Si se busca sobre infancias trans ahí también se ofrece “Soy” que reúne relatos de infancias y adolescencias trans y travestis, y el volumen “Niñez trans”, compilado por Valeria Pavan, que recorre la experiencia de reconocimiento del derecho a la identidad.
En cuanto a infancias, un stand, también colectivo de varios sellos, que hay que visitar es el de Infancias Libres, en el pabellón azul. Reúne libros de las editoriales Chirimbote, Muchas Nueces y Oasis, tres sellos que conciben sus catálogos desde una perspectiva de derechos y feminista. Además tiene títulos a muy buenos precios y biografías adaptadas para las infancias, como la de Susy Shock.
Otros libros “hermosos y urgentes”, como los definen, están en el stand que comparten editoriales como Madreselva y Puntos Suspensivos, éste último sello incluso tiene una colección de libros “Trava/Trans/No binarie” con obras de poesía y narrativa, así como de ensayo sobre temas vinculados a salud y deportes.
Lo que proponen estos libros son escrituras situadas, esto es, comprometidas, corporizadas, quizá por eso, contra-escrituras. También en muchos de los stands colectivos donde conviven distintas editoriales medianas y pequeñas, cuestiones vinculadas a identidades, géneros, corporalidades, territorios, se activan como ficciones, ensayos, historiografía, poesía, como ofrecen los stands “La sensación” o “Todo libro es político”, donde también se despliegan voces disidentes.
Escritoras super reconocidas como Camila Sosa Villada, Susy Shock, activistas que le ponen cuerpo a la teoría como Marlene Wayar y que iluminan muchas de las formas de pensar estos temas, junto a esas otras tantas voces que entran en circulación en dispositivos colectivos y de alianza con muchas editoriales que creen y apuestan por estas escrituras de los márgenes trazan un recorrido posible en la Feria del Libro, sabiendo que los libros y también los espacios, qué más que en un lugar como La Rural, se habitan y se conquistan, como la alegría, el placer y el deseo.
Fuente: Télam