Día del cooperativismo en el año de las cooperativas: construir lo común es urgente

PORTADA 10

El cooperativismo no es una utopía: es una forma concreta, vigente y transformadora de organizar la economía con las personas en el centro. En un mundo atravesado por guerras, desigualdades extremas y crisis ambientales, las cooperativas se posicionan como una respuesta real y colectiva para construir otra forma de vida.

La declaración del 2025 como Año Internacional de las Cooperativas por parte de las Naciones Unidas —bajo el lema «Las cooperativas construyen un mundo mejor para todas las personas»— es un reconocimiento explícito del valor que tienen estas organizaciones en la construcción de sociedades más justas, resilientes y sostenibles.

Mucho más que una forma jurídica: una práctica de vida

El movimiento cooperativo nace de la necesidad de resistir. Ya en el siglo XIX, en plena revolución industrial, obreros y comunidades organizaban almacenes cooperativos, mutuales, cajas de crédito y asociaciones de producción para defenderse de un sistema que los dejaba afuera. Esa lógica persiste: cooperar es organizar lo común frente al abandono o la explotación.

Las cooperativas son empresas donde el trabajo vale más que el capital, gestionadas de forma democrática y solidaria. Se rigen por siete principios universales: adhesión voluntaria, control democrático, participación económica, autonomía, educación, cooperación entre cooperativas y compromiso con la comunidad.

Hoy, el movimiento cooperativo mundial reúne a más de 1300 millones de personas en más de 3 millones de empresas. Su impacto no es anecdótico: en muchos países representan una parte significativa del PBI y del empleo, especialmente en zonas rurales, sectores excluidos o economías intermedias.

En Argentina: historia viva y desafíos urgentes

En nuestro país, el cooperativismo tiene una raíz profunda. Durante la crisis del 2001, muchas fábricas quebradas fueron recuperadas por sus trabajadores, marcando un hito en la historia reciente. Las cooperativas de trabajo, hoy las más numerosas, sostienen empleo digno, reactivan economías locales y construyen comunidad.

Desde entonces, el sector ha crecido y diversificado. Existen cooperativas en ramas tan diversas como la educación, el reciclado, la comunicación, la cultura, la salud, la tecnología, la vivienda y la energía. Muchas de ellas surgen no solo como una alternativa al desempleo, sino como una forma ética y política de habitar el mundo del trabajo.

Ejemplos como Tropa Circa, cooperativa multiactiva de Tucumán nacida en 2013, muestran cómo se puede integrar producción gráfica, comunicación, medios digitales, formación y desarrollo web, sin perder el norte cooperativo. Y también cómo, incluso en contextos adversos, se puede resistir y crecer articulando redes, construyendo alianzas y disputando sentido.

Tecnología cooperativa: pensar el futuro desde lo común

Un caso emblemático del presente es el de las cooperativas tecnológicas. En un sector históricamente dominado por empresas privadas y lógicas precarizantes, la Federación FACTTIC agrupa a más de 30 cooperativas que desarrollan software libre, sistemas de gestión y soluciones de impacto social en todo el país.

Estas cooperativas, en palabras de sus propios integrantes, “compiten con el mercado, pero no con su lógica”. Sostienen proyectos a largo plazo, distribuyen el conocimiento, hacen acompañamiento a nuevos socios, y priorizan el impacto social por sobre la rentabilidad inmediata. Su lógica de intercooperación permite que las más chicas puedan acceder a proyectos grandes y crecer con autonomía.

Una agenda común en el Año Internacional

La declaración del 2025 como Año Internacional de las Cooperativas es una oportunidad histórica para fortalecer al sector, visibilizar su aporte al desarrollo sostenible y disputar políticas públicas favorables. En Argentina ya se está construyendo una Agenda Nacional, con actividades a lo largo del país: foros, encuentros federales, espacios de formación, campañas de difusión y articulación con universidades, municipios y redes sociales.

José Orbaiceta, referente histórico del movimiento cooperativo, lo dijo con claridad en una reciente entrevista: “El cooperativismo no es ideal: es el que somos capaces de construir. Lo esencial es no reproducir el modelo de empresa capitalista. No vinimos a explotar compañeros: vinimos a construir otra cosa”.

En ese sentido, el desafío es también político: consolidar un marco normativo que contemple nuevas figuras (multiactorales, comunitarias, digitales), garantizar financiamiento real y facilitar el acceso al trabajo y la comercialización. Pero sobre todo, construir cultura cooperativa desde abajo, todos los días.

Ni parche ni privilegio: una propuesta de transformación

Lejos de ser una forma residual de trabajo o una salida de emergencia, el cooperativismo es una propuesta de transformación estructural: redistribuye la riqueza, democratiza el poder, cuida el ambiente y construye tejido social donde otros solo ven ganancia o descarte.

El 5 de julio, como cada año, celebramos el Día Internacional del Cooperativismo, no solo como una conmemoración, sino como una reafirmación de nuestro compromiso con otra forma de habitar el trabajo, la economía y la vida.

En tiempos hostiles, cooperar es resistir.
Pero también es proyectar. Y sobre todo, construir.

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