La historia del arte -con mirada europea- se volvió un movimiento global a partir del siglo XIX. Allí, la relación artística entre la vanguardia europea y Japón fue uno de los flujos interculturales y Vincent van Gogh, uno de sus más inquietantes interesados.
El gusto por el japonesismo fue una tendencia que cobró fuerza desde mediados de la década de los 60, en París del siglo XIX y para Vicent van Gogh no fue indiferente; maestros del grabado japonés del final del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX como Hokusai, Hiroshige y Utagawa Kuniyoshi eran admirados y adquiridos por coleccionistas y emergentes académicos en Europa.
La historia del arte que conocemos, aquella proveniente de Europa, dispone de varios encuentros inesperados e impredecibles, marcados por un sinfín de factores y circunstancias políticas, sociales y -por supuesto- culturales. En ese sentido, uno ejemplo notable de camino vertiginoso fue el popular van Gogh, un pintor influyente del arte europeo y, sobre todo, un personaje que con su historia de vida trascendió de los confines del arte, décadas después de su muerte hasta el presente.
Vincent ja Pon
Algunos historiadores afirmaron que van Gogh era un gran admirador de Rubens, del mismo modo que se interesó en el estilo japonés conocido como ukiyo-e desde 1885 aproximadamente.
El ukiyo-e es un estilo de estampa japonesa con moldes hechos en madera que se desarrolló en el siglo XVII y que, junto con otras expresiones culturales del país del sol naciente, comenzó a cautivar el gusto europeo cuando Japón firmó el tratado de Kanagawa (1854).
El comercio e intercambio culturar que despertó a partir del tratado, condujo a una suerte de invasión de la cultura japonesa en occidente y, en el año 1886, van Gogh se mudo a París, el principal receptáculo de la nueva influencia.
Durante los siguientes años van Gogh vivió en París, donde además de observar y estudiar las estampas ukiyo-e, conformó una colección personal importante: 660 piezas. Según relató a su hermano Theo en una carta, van Gogh admiró especialmente la importancia que los grabadores japoneses le dieron al color en sus trabajos y la liberación del rigor realista que, por otro lado, tanto pesaba en el arte europeo.
Recientemente, el Museo van Gogh de los Países Bajos digitalizó dicha colección de estampas japonesas del pintor, y las hizo de acceso libre y susceptible de ser descargada.
Colección de ilustraciones japonesas de van Gogh aquí
Ilustraciones:
1- Las faldas del Koshigaya en la provincia de Musashi, de la serie Treinta y seis vistas del monte Fuji, Utagawa Hiroshige, cuarto mes de 1858.
2- Kakegawa: vadeando los 48 vados a lo largo de Akiba Road, no. 27 de la serie Colección de ilustraciones de lugares famosos cerca de las cincuenta y tres estaciones [A lo largo del Tōkaidō], Utagawa Hiroshige, séptimo mes de 1855.