Atravesando el Argentinazo en un Polo 98´

En 2001 yo tenía 8 años y si bien tengo flashes del 19 y 20 de diciembre, este relato fue construido conjuntamente en familia.

Ese año como la mayor parte de mi niñez y adolescencia, mi familia y yo vivíamos en 28 de Noviembre, Santa Cruz. Éramos cuatro: mi hermano mayor Leando, mi papá Dante, mi mamá Ana y yo. Mis padres eran docentes y cuando llegaba diciembre, era momento de viajar a Monte Quemado, Santiago del Estero a visitar a la familia de mi madre.

Nuestra vida era así, fideos y arroz todo el año para poder ir a ver a nuestros abuelos y tíos. Más de 36 horas viajando todos los diciembres. Apenas terminaba el ciclo lectivo partíamos de una punta del país a la otra. 

“Esa semana de diciembre salimos desde 28 en el Volkswagen Polo 98` que teníamos en ese momento. Todo el viaje fue en silencio con mucho miedo porque las rutas estaban vacías” cuenta Ana en un audio de whatsaap. 

Durante el viaje fuimos escuchando Cadena 3 con las declaraciones presidenciales, los números del riesgo país y los saqueos en distintos puntos de la Argentina.

“El miércoles 19 llegamos a Santiago capital. Almorzamos en la Casa de Tere y Chito (abuelos de Leandro) y dejamos a Lea allí. Por la tarde, tipo 18hs como locos salimos rumbo a Tucumán porque teníamos que buscar a mi hermana para ir a pasar las fiestas en Monte”, continúa. 

Mi tía Gaby estaba estudiando medicina en la Universidad Nacional de Tucumán. Vivía con amigas en la calle Moreno al 100. “Llamamos a Gaby antes de partir, nos advirtió que vayamos con cuidado porque en la periferia del Gran San Miguel había piquetes y saqueos”. 

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Cortes de ruta el 19 de diciembre de 2001

En Tucumán los saqueos comenzaron el 17 de diciembre, primero en hipermercados y luego en la volteada cayeron algunos pequeños negocios. También había manifestaciones en las barriadas que muchas veces cortaban las rutas y los accesos a la ciudad.

El Jardín de la República presentaba los mayores niveles de pobreza del norte argentino, el 20.5% de los hogares tucumanos tenía necesidades básicas insatisfechas y casos muy graves de desnutrición infantil. 

“En la ruta de Santiago a Tucumán, íbamos solos también, pero la escena se ponía más oscura. Los camiones estaban todos tirados en la orilla de la ruta, parecía que los habían desvalijado. Vimos algunos piquetes y personas encapuchadas que hacían señas para que pasemos rápido. Creo que te vieron a vos o que éramos una familia solamente, no sé la verdad pero tuvimos mucho miedo” recuerda Dante. 

Al calor del estado de sitio

“Cuando llegamos a Tucumán, al miedo se le sumó el calor, tocamos bocina en el departamento de Gaby porque no había ni un alma en la calle y no queríamos bajar solos. Mi hermana bajó rápido a abrirnos. Dante guardó el auto y entramos al departamento muy aterrados” recuerda mi madre. 

“Se me hacía un poco difícil explicarte, no sé eras muy chiquita. Creo que te dije que no podíamos salir a comer a ningún lado porque ya habían cerrado todo. Bueno tampoco es que te mentí (se ríe) porque no había ningún kiosco abierto”, retrata. 

Mientras nos acomodamos en el departamento de la calle Moreno, el presidente Fernando De La Rúa anunciaba por cadena nacional el decreto que establecía el Estado de Sitio. 

En la Plaza Independencia hubo un centenar de personas manifestándose en contra del decreto y del gobierno local de Julio Miranda. Sin embargo, la concentración no pudo avanzar frente a la Casa de Gobierno porque lo impidió una horda de policías y gendarmes. 

“Gaby conocía al kioquero del barrio, que no abria por los saqueos, pero logró que le vendiera una coca, jamón y queso para unos sandwich. Nosotros no quedamos encerrados hasta que llegaron las provisiones”, detalla. 

Esa noche, al parecer la única que dormí fui yo. Mi tía, sus amigas y mis padres dormían por momentos. “Toda la noche escuchamos algunos estruendos y corridas. Veíamos las noticias y no lo podíamos creer”, cuenta conmocionada. 

“Estábamos con mucha incertidumbre sobre lo que podía pasar. Solo queríamos llegar a Monte para ver a mi mamá y tratar de pasar las fiestas con ella. Era un clima de dictadura”. Al día siguiente, muy temprano, Gaby carga sus cosas en el Polo y nos vamos a Monte.

“Vimos la renuncia de De La Rua ya desde la casa de mi madre junto a todos mis hermanos. Mi desesperación era poder pasar ese momento con ellos, no fueron las mejores navidades”, finaliza Ana. 

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