Se cumple un nuevo aniversario de la sanción de la ley que amplió los derechos de la comunidad LGBT. A nueves años del matrimonio igualitario, es necesario festejar, celebrar y también poner en discusión qué cosa significa la igualdad, y cuáles son las acciones necesarias para alcanzarla.
En la invernal madrugada del 15 de Julio del 2010, tras 15 horas de debate, se aprobó la ley de matrimonio para personas del mismo género, conocida mediáticamente como “matrimonio igualitario”. La primera sensación que recuerdo es la de una respiración profunda y liviana. Allí, en las afueras del Congreso de la Nación, con mucho frío y rodeado de activistas de todo el país, con ese poder mágico que pueden tener las leyes, el aire se había hecho más liviano.
La mayoría de los y las que luchábamos por esta ley sabíamos que se jugaba mucho más que la posibilidad de contraer matrimonio con otra persona. De hecho, en ese entonces, la mayoría de quienes militábamos estábamos en contra del matrimonio como institución. Pero el debate que la senadora Negre de Alonso federalizó mostró los extensos y fuertes brazos que tenían y tienen aún hoy los sectores conservadores del país.
Los medios masivos de comunicación de la provincia reproducían un discurso discriminador y biologicista. Recibían pauta publicitaria de los sectores conservadores para hablar de “familia normal” como sinónimo de heterosexualidad y desterrar a la comunidad LGBTI a los espacios de la anormalidad. Hicieron llorar a una virgen en Yerba Buena para generar alerta y preocupación en la comunidad espiritual.
Las marchas en contra del proyecto de ley en nuestra provincia fueron multitudinarias. Y el discurso del odio no se hizo esperar. Anunciaban el fin del mundo, el fin de la familia y de la humanidad. Vincularon impunemente homosexualidad con pedofilia y presionaron fuertemente a todos los representantes políticos a votar en contra.
“Es común que algunos hombres roben, pero no es lo normal; es común que algunos hombres mientan, pero mentir no es lo normal; es común que algunos hombres se traicionen entre sí, pero no es lo normal la traición. Algunas personas se relacionan íntimamente, sexualmente, con personas de su mismo sexo, pero no es lo normal, aunque las respeto y
las acompaño. Por último, los invito a reflexionar profundamente sobre la pueblada de 45.000 personas que marcharon anoche en la ciudad de Tucumán a favor de la familia; ancianos, impedidos, niños, bajo la lluvia; para que sepan que esos 45.000 votos multiplicados por todos los de las familias de cada uno de los que estaban en la marcha pueden ser capitalizados a favor o en contra de cada uno de ustedes, depende de cómo elijan votar esta ley. Nada más”. María Teresa Mockevich. Abogada.Versión taquigráfica de la Audiencia Pública en la Legislatura de Tucumán. 18 de junio de 2010.
“El término “matrimonio” indica en su etimología el enlace de hombre y mujer para la procreación, la formación de la familia y su protección. El término “matrimonio” significó desde siempre la unión entre varón y mujer, jamás la unión entre dos personas del mismo sexo. La estrategia empleada en esta guerra pretende forzar el término para dar una significación abarcativa de cosas disímiles, con límites imprecisos. Se pretende incluir en el mismo concepto la unión de varón y mujer, y la de personas del mismo sexo. Ello tiene dos consecuencias: primero, siembra la confusión por la coexistencia de la verdad y el error y debilita, por lo tanto, el juicio crítico ante la realidad. Estamos ante el más crudo relativismo que niega la existencia de la verdad, porque niega el ser de las cosas”. Eugenia Lobo. Docente.
Versión taquigráfica de la Audiencia Pública en la Legislatura de Tucumán. 18 de junio de 2010.
A 9 años de la aprobación del matrimonio igualitario resulta imposible estimar de modo acabado el alcance de ese poder de transformación de sentidos que tuvo la ley. Como sociedad nos dimos un intenso debate democrático, un grupo de personas votó en un sentido, y al día siguiente muchos entendieron que esa decisión representaba un avance para nuestra sociedad.
Muchas de las personas que discriminaban a la comunidad LGBTI continúan haciéndolo, pero ya quizás sin el visto bueno de muchas otras personas de su entorno.
Igualitario también incluye a la derecha
Durante la historia de activismos por los derechos LGBTI puede leerse la participación de activistas y militantes de distintas corrientes ideológicas y partidarias. Antes del 2010, era poco usual encontrarse militantes de espacios de derecha.
El ingreso al escenario político argentino de “la diversidad”, luego de la aprobación de la ley, generó que todos los espacios políticos-partidarios crearan sus secretarías LGBT, de diversidad o también llamadas de “género y diversidad”. A menos de un año de la sanción de matrimonio igualitario, aquellos sectores que se opusieron, abrieron sus puertas para el ingreso de personas abiertamente homosexuales, principalmente varones, pero también lesbianas y personas trans.
A ninguna persona puede definirla solamente su orientación sexual o identidad de género, y el hecho de que un joven militante como Peter Robledo haya ingresado al Estado bajo un gobierno de derecha, es prueba de ello. Peter Robledo, y muchos otros miembros de la comunidad LGBTI, cinco años después de que los referentes nacionales del PRO se hayan manifestado expresamente en contra del matrimonio igualitario, militaron fuertemente por su presidencia. Es claro que la pertenencia de clase o los intereses económicos, muchas veces valen más que la orientación sexual, sobre todo cuando ésta ya no forma parte de la “ilegalidad”, sino que se encuentra formalmente aceptada y legitimada por leyes.
Más allá de lo bueno o malo que nos parezca este hecho, lo interesante de remarcar es que la igualdad formal ante la ley implicaba también este punto. Como lesbianas, bisexuales, trans, y gays fuimos incluidos en las discusiones políticas efectivas, como ser la gestión del Estado y la disputa por cargos representativos, y ello conlleva más contradicciones de las que pudimos ver antes del 15 de julio del 2010.
La igualdad formal también nos exige complejizar el debate en torno a aquella consigna del 2010. La “igualdad” en abstracto no alcanza si todavía existe discriminación y violencia hacia ciertos sectores de nuestra comunidad.
¿Gracias a todos?
Durante esto nueve años, diversos sectores políticos partidarios fueron tomando postura con respecto a la comunidad LGBTI, algunos incluso disputan representación llevando estas banderas.
Desde algunos lugares se dice que el logro de esta ley fue mérito exclusivo de las organizaciones LGBT y activistas independientes, desde otros se habla de méritos sobre todo del peronismo, o incluso específicamente del gobierno kirchnerista. No abra una sola historia para contar, ni un solo actor político que pueda representar la profundidad de aquel proceso democrático.
Si es claro que el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner acompañó activamente al proyecto de ley, convenciendo a los diputados y senadores en de sus espacios y ayudando en el cabildeo a la C.H.A (Comunidad Homosexual Argentina) y la Federación Argentina LGBT, entre otras.
Ahora bien, también es cierto que cada persona que decidió salir del closet, o cada persona que marchó y se expresó a favor, también es responsable de este hecho. Artistas, docentes, personalidades de la cultura y activistas logramos las condiciones sociales para que el cabildeo no sea visto como algo en contra de los intereses de la sociedad.
Si bien es un logro de toda la sociedad, si se pueden esgrimir algunos nombres propios. Algunas personas hicieron más que otras, claramente, pero cada impacto en el sentido social sobre la diversidad, fue importante.
En Tucumán, la entonces diputada nacional Stella Maris Córdoba fue la única política que se manifestó a favor del proyecto desde su presentación y acompañó a la comunidad durante diversas jornadas de lucha. Maria Rachid y Analía Más, miembro de la Federación LGBT visitaron la provincia en reiteradas oportunidades, consolidando lazos políticos con activistas locales.
Los agradecimientos siempre serán parciales y subjetivos. Pero las acciones en momentos históricos no lo son. A 9 años del matrimonio igualitario, es necesario festejar, celebrar y también poner de nuevo a discusión qué cosa significa la igualdad, y cuáles son las acciones necesarias para alcanzarla.