Este sábado 17 de septiembre a las 22 se realizará la última función de la primer temporada de Bodas de sangre de Federico García Lorca en la Sociedad Francesa, San Juan 751.
La obra cuenta con las actuaciones de Carolina Romero, Mariana Romano, José Gramajo, Bruno Bonilla, Emi Villalba, Vanesa Barrionuevo, Luis Diez, Silvia Lescano y Vanessa Pedraza. La realización de cuchillos es de Isa Siñeriz, la carpintería de Federico Aparicio, diseño y realización de máscaras Fernando Ríos y Juan Solórzano. El diseño y realización de vestuario y la puesta en escena de Marcos Acevedo y la co-dirección actoral y coordinación musical de María José Stefani.
La obra realizó un ciclo de exitosas funciones a sala llena y prevé un nuevo ciclo de presentaciones al aire libre para noviembre y diciembre.
Sobre la obra
Bodas de sangre significó la consagración de Federico García Lorca como dramaturgo en toda hispanoamérica y ha sido abordada en incontables ocasiones, tanto en formatos tradicionales como adaptaciones y en versiones cinematográficas, danzadas y operísticas. La obra está inspirada en hechos reales que se produjeron el 22 de julio de 1928, que el autor habría conocido por la prensa y cuya historia relatada por la escritora y activista almeriense Carmen de Burgos en una novela corta llamada Puñal de claveles; fue también inspiración para el autor granadino. Entre otras referencias se señalan a Fuenteovejuna de Lope de Vega, Jinetes en el mar de John Millingtone Synge, Peer Gynt de Henrik Ibsen y las Cantatas de Johan Sebastian Bach.
Se trata de una producción teatral escrita en prosa y verso con un tratamiento trágico, desde una perspectiva que cruza elementos clásico-antiguos con características de los movimientos modernistas, enmarcado en el paisaje andaluz y universalizado a través de las situaciones planteadas y de los sentimientos que encarnan cada uno de sus personajes. Es descrita por el autor como una tragedia en tres actos y siete cuadros y se estrenó el 8 de marzo de 1933 en la ciudad de Madrid.
En términos narrativos la obra cuenta la vida de dos familias las cuales están signadas por la desgracia. Por una parte, están el novio y su madre que ha perdido al marido y a uno de sus hijos por culpa de la otra familia, los Félix. Esta otra, también está marcada por la desventura ya que Leonardo aún está enamorado de la novia, una joven con quien estuvo saliendo durante tres años en el pasado. A pesar de estar casado, con un hijo y otro en camino, no ha podido olvidarla. La trama gira principalmente sobre el desarrollo del futuro matrimonio que unirá al novio con la novia. Pero el drama está presente e impedirá que este matrimonio llegue a buen destino. El amor hacia Leonardo que la novia guardaba en el olvido, vuelve a despertar cuando la visita en el día de su boda. Finalmente se consuma el matrimonio, pero en el transcurso de los festejos la novia y Leonardo se escapan para hacer realidad sus ansias de estar juntos. El novio los persigue por el bosque hasta que los encuentra y entonces, en una lucha entre ellos, los dos hombres terminan muriendo. En la escena final, se encuentran la novia y la madre que confrontan en sus maneras singulares de vivir los hechos acaecidos.
Sobre la actual puesta en escena
Las obras de Lorca han tenido una importante presencia dentro de la producción teatral de nuestra provincia y el público está familiarizado con sus textos, “si buceamos en la cronología de las puestas teatrales en Tucumán (desde la mitad del siglo XX hasta la actualidad) comprobaremos que el granadino es uno de los autores más representados; ya sea con puestas de sus obras o con espectáculos inspirados en sus textos, tanto dramáticos como poéticos” (Mozzoni / Nuñez. 2014). En las últimas décadas, Bodas de sangre fue abordada en versiones dirigidas por Ricardo Salim, Jorge Gutiérrez, Nicolás Aráoz, Diego Bernachi junto a adaptaciones inspiradas en el universo de Lorca como L de Viviana Perea o Monotonía de Diego Bernachi, que también abrevaron de ella.
La incuestionable calidad artística, la potencia poética y los inagotables recursos teatrales que ofrece Bodas de sangre nos coloca en una zona de peligro que consiste en sacralizar el texto haciendo gravitar todas las preocupaciones escénicas en torno a esa construcción legitimada, monolítica e intocable en la que muchas veces instalamos a las creaciones artísticas que consideramos clásicas. Entonces nos preguntarnos: ¿qué nos lleva a encarar en Tucumán esta textualidad española a casi 90 años de haber sido estrenada?
Nuestra provincia posee un campo cultural y artístico particular en el cual convergen numerosas tradiciones y se distinguen múltiples identidades que oscilan entre lo originario-andino, numerosas presencias extranjeras europeas y asiáticas a las que se suman nuevas expresiones vinculadas a las tecnologías y recientes inmigraciones que complejizan un mapa que podemos caracterizar como multicultural. Entendemos que Tucumán mantiene la tradición hispánica en el proceso de construcción de su identidad como uno de sus elementos configuradores; sin embargo no entendemos esta tradición como un producto anclado en el pasado, sino la interpretación del pasado: una selección y valoración de los ancestros, en lugar de un registro neutro. La evocación de los valles tucumanos, de la zamba, la chacarera, la copla, la ritualidad, la pachamama, la sonoridad de las tonadas, la temporalidad, el calor y la humedad, la vegetación de las yungas serán el clima elegido para desarrollar esta historia que guarda estrechas relaciones con nuestra sociedad y su conservadurismo.
En este sentido, otro aspecto que resulta controvertido para la mirada actual es el rol de la mujer que se presenta en la obra. En Bodas de sangre aparece de manera insistente la palabra mujer ligada a múltiples definiciones en torno a su naturaleza, obligaciones, deseos, conductas apropiadas o condenables; por ello, resulta de vital importancia la contextualización en términos de la perspectiva de género de la obra. En los últimos años se ha producido a nivel mundial un resurgimiento de los movimientos socio-políticos de mujeres que denuncian desigualdades, violencias, abusos y que reivindican derechos e igualdad de oportunidades. Bajo esta perspectiva, en todos los ámbitos (el teatro incluido) se viene reflexionando profundamente sobre las representaciones de las mujeres, que discursos se sostienen y quienes son l@s emisor@s de esos discursos. Para nuestra propuesta, potenciaremos la relevancia ya presente de los personajes femeninos, sus voces, sus miradas contrapuestas, sus conflictos, su relación con los mandatos sociales, sus acciones, sus comportamientos y ahondaremos en la confrontación generacional y social de sus mujeres entre ellas y en relación con la perspectiva actual.
El tiempo de la ficción, en nuestra puesta en escena, es atemporal o muy cercano a nuestro tiempo. El planteo poético-teatral estará arraigado en el singular despliegue que realiza Lorca introduciendo lo lírico, no solamente como estructura sino como contenido y recurso poético; procuramos reproducir ese procedimiento en el devenir de las corporalidades de actores y actrices a quienes queremos imprimir un fuerte componente expresivo, simbólico, casi coreográfico donde la danza aparecerá como un factor complejizante y metafórico del desarrollo de la trama.
Todas las situaciones presentadas en la obra están repletas de antecedentes, siempre es una instancia ya vivida, transitada, habitada, disputada con anterioridad. Entonces, hay poca o nula racionalidad, lo que circula es inquietud, vehemencia, intencionalidad. Con esta estrategia esperamos dotar las interpretaciones de carnalidad evitando actuaciones ancladas en una solemnidad dramática. Para ello, necesitamos de intérpretes con una gran entrega física y emocional, de un amplio arco expresivo, ansias de experimentación, iniciativa, autonomía y madurez. Sobre estos criterios realizamos la selección para la conformación del elenco.