Tango queer: la milonga en donde los roles son libres

El viernes 27 se hará la primera Milonga Queer en Tucumán, un espacio para aprender a bailar tango donde los roles en la pareja no son fijos, sino libres. Solo se mantiene el ritmo del 2×4 y el abrazo que conecta. El resto es pura imaginación.

El tango en Tucumán creció muchísimo en los últimos años. Existe una gran variedad de academias, talleres y milongas donde aprender y bailar tango, donde por lo general, las parejas están compuestas por un varón y una mujer, y los roles no se intercambian. Es la primera vez que se abre un espacio de estas características en la provincia.

La posibilidad de hacer una milonga queer se da en el encuentro de Alina Farah y Luciana Bollea. Luciana es profesora de tango y baila hace años. “Pensamos que es muy importante que en Tucumán exista una milonga queer. Hay mucha gente que tiene ganas de bailar tango pero por ahí no sabía que existían otras posibilidades tan abarcativas como esta”, explica.

Uno de los rasgos fundamentales del tango queer, quizás el más conocido, es, justamente, el intercambio de roles. Ya no hay un varón que guía la danza y una mujer que sigue esa dirección, y, de hecho, ya no hay necesariamente un varón o una mujer: las parejas pueden conformarse por dos mujeres o dos hombres y el rol de guía, en todos los casos, circula entre ambos bailarines, que aprenden tanto a guiar como a ser guiados/as y pueden intercambiar esos roles en cualquier momento de la danza. El género deja de mediar entre la danza y los bailarines y bailarinas.

“Lo de la milonga queer me surgió después del Festival de Cine Feminista, donde vi el documental que se llama Tangoqueerido, me dio vuelta las ideas”, contó Alina, quien comenzó a relacionarse con el tango a través del canto, y en 2015 comenzó a bailar. Como a veces suele pasar, fue el amor lo que la motivó a acercarse a la milonga. “La verdad que yo no tenía mucho vínculo con el baile, pero al empezar a bailar tango me pude vincular mucho más fácil con otros géneros también. El abrazo tanguero ha sido algo que me ha llegado muy profundamente, esa conexión con la energía del otro, desde un lugar tan maravilloso como puede ser el baile y compartir ese baile con otra persona”. Ese amor que la llevó a bailar fue pasajero, pero la pasión por la milonga no.

“Es una propuesta inclusiva, donde los roles de género se pierden y los límites se extienden. Nos permite desarrollar otras sensibilidades y redescubrir otras posibilidades en la danza. Nosotras estamos muy felices de poder abrir este espacio y promover una milonga donde se pueda incluir al colectivo lgbti+. Este espacio es creado para compartir, para abrazarnos, y porque no, para conocer y para experimentar”, explica Luciana.

Lo cierto es que las milongas queer nacieron como espacios de reconocimiento y visibilización de la diversidad sexual, en los cuales se da una apropiación y reelaboración de aquello que se considera opresivo o discriminador.

En este sentido, la elección del tango no es para nada casual. Se trata de un género tradicionalmente machista y patriarcal. En este gesto político de apropiación, se rechaza la desigualdad de poder que el tango establece entre los géneros y, también, se problematiza qué es lo masculino y qué es lo femenino. Lo que se pretende, en términos políticos, es abrir un espacio de igualdad y diversidad, en el cual todos y todas tengan la libertad de actuar los distintos roles según su comodidad y su deseo.

La cita es el viernes 27 en Charco Espacio Experimental. A las 21hs habrá una clase abierta para principiantes y a partir de las 23hs se abre la pista para la miloga queer con el dj Victor J Ont. A partir de las 3, la milonga se transforma en fiesta musicalizada por Dj. Baby.

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