Se realizó el 1º Encuentro Nacional de Música de Mujeres

Durante tres día, mujeres músicas de todo el país se reunieron en Santiago del Estero para debatir, cantar y bailar. Una experiencia que une la música y el feminismo. 

El fin de semana que pasó, largo y necesario, mujeres músicas de todo el país viajaron a Santiago del Estero para participar del Primer Encuentro Nacional de Música de Mujeres, donde participaron más de 300 artistas de todo el país.

El encuentro, autogestionado e independiente, fue organizado por el Movimiento Música de Mujeres, conformado por un grupo de destacadas artistas, cantantes, instrumentistas, arregladoras y compositoras que luchan por lograr el reconocimiento de la música de mujeres haciéndola visible y enriqueciendo con su obra la cultura universal.

“El encuentro viene a saldar una deuda histórica respecto del rol de la mujer en el desarrollo del arte musical en nuestro país y tiene como misión visibilizar el trabajo realizado por compositoras, académicas e intérpretes nacionales, que han sabido abrirse paso en el mundo de la música y el arte, creando y conquistando espacios para poder realizar su trabajo”, explicaron desde la organización.

Entre talleres, conferencia, charlas y peñas, se debatieron temas específicos de la mujer en la música. Las jornadas culminaron el domingo a la siesta con una peña feminista en el tradicional Patio del Indio Froilán.

De Tucumán, participaron más de 20 mujeres que se dedican a la música. Entre ellas, Alina Farah, Angélica Camuñas, Florencia Lencina, Antonella Correa, Juliana Isas, Fernanda Obeid, Dana Yalour, Dana Quiroga, Rosario Brandan, Gaby Dos Santos, Rossana Medina, Natalia Trouve, María Chara, Tam Soria, Nancy Pedro, Florencia Zerda, y el grupo Cantalma.

Alina Farah compartió con La Nota su experiencia en el encuentro.


Finalmente volvimos. Y volvimos trayendo buenas nuevas. Debo confesar, desde la brujita chapulina que llevo dentro, que lo sospeché desde un principio. 

Venimos del 1º Encuentro Nacional De Música De Mujeres, gestionado estupendamente por un grupo de mujeres trabajadoras del arte, fuertes y organizadas, que en lo personal desconocía, y nos llena de emoción, orgullo y profunda admiración saber que existe en nuestro país: el Movimiento Música De Mujeres, con la colaboración ineludible del Gobierno de la provincia de Santiago del Estero. 

Volvimos fortalecidas, sintiéndonos profundamente acompañadas y repletas de despertares que pujaban de formas muy diversas en cada una de nosotras, y que quizás, desde un espacio consciente o inconsciente, fuimos a buscar. Porque ir al encuentro con otras mujeres entraña un poco esto, infinitos matices capaces de tocar fibras profundamente sensibles que inevitablemente quedarán ancladas para siempre en las memorias de nuestros cuerpos sonoros encuentreros. 

Desde aquí partió una caravana de tucumanas y santiagueñas residentes en Tucumán a las 7 de la mañana del viernes en cuatro autos de compañeras. Nos enteramos por las redes sociales, corrió la etiquetada, y un grupo de guasap bastó para tirar la bomba entusiasta de asistir, de organizarnos y gestionar los medios para que todas pudiéramos estar presentes. Músicas, bailarinas y trabajadoras del arte en general pudimos asistir de manera libre y gratuita sin ninguna limitación. Tuvimos donde quedarnos y nadie se quedó afuera, hasta les niñes hijes que también participaron del encuentro con sus madres. En este caso último, agradecemos de corazón a todas las hermanas santiagueñas que nos alojaron en sus casas con tanto cariño y amabilidad.

Mientras estuvimos allá, surgió, con el correr de las horas compartidas, la oportunidad creciente de la escucha, del sentir profundo, del diálogo, de mirar a los ojos, que muchas veces llovidos de emoción desbordada, nos descubría en un abrazo largo, espontáneo y desapalabrado capaz de decirlo todo en ese solo acto. El abrazo, que a menudo y afortunadamente para muchas de nosotras, se ha tornado una medida de espacio y de tiempo, un código de amor para sanar.

Encontrarnos también significó el florecer de la canción compartida. La presencia inapelable de la canción de las mujeres, ese racimo frondoso, colorido y desbordantemente fecundo. Descubrir el ímpetu y la claridad con que otras mujeres sostienen su instrumento y comunican desde lugares tan bellos como diversos me hizo experimentar inmensidad de sensaciones que jamás podría poner en palabras, porque fueron asi, inconmensurables. El hecho de tener la posibilidad de compartir la palabra y la música de mujeres con mujeres por primera vez, también me llevó a pensar desde qué memorias construimos algo propio, algo nuestro. ¿Cómo lo construimos, para qué lo construimos y sobre todo, en qué espacios podemos mostrar lo construido? ¿Verdaderamente elegimos hacer música en ciertos espacios o es que realmente elegimos esos espacios porque no tenemos acceso a otros? ¿Por qué es tan necesario que la canción de las mujeres esté construida desde paradigmas nuevos y propios? ¿Por qué es necesario que la canción de las mujeres esté presente en los espacios? Como casi siempre ocurre cuando algo nos moviliza y es verdaderamente enriquecedor, arribamos con algunas preguntas en la cabeza al Encuentro, y volvimos con un millón a Tucumán. 

Mientras tanto, pasaba por mi almita escribidora, la necesidad de hacer una pequeña bitácora sintetizadora de estos tres días, que casi fueron cuatro, porque nadie se quería volver. Sucede que cualquier tiempo es muy corto cuando uno encuentra eso que tanto andaba buscando. Amor, música, palabra, confianza, sonrisas honestas, empatía, diálogo, profundidad, contención, hermandad, historias, abrazos, construcciones y aprendizajes desde la horizontalidad. Algo que solo pude vivir en los encuentros con otras mujeres. Un oasis que parece impensable en este Sur del Sur manejado por capitales, verticalismos, grietas insondables y posverdades, nosotras lo estamos haciendo. Estamos creando lazos, estamos rompiendo muros, nos estamos uniendo, porque nuestra canción es urgente y porque nuestra palabra necesita ser escuchada. Este que pasó fue el histórico Primer Encuentro de Música de Mujeres, nos despidió entierradas de tanto bailar chacareras, levantar polvareda resistiendo con infinita alegría y sororidad. Este fue solo el primero. Serán millones y cada vez más poblados. Con cada vez más voces.

Parir la tierra nueva donde verdaderamente quepamos todes nos necesita más que nunca fuertes, con mentes y corazones bien abiertos. 

Pienso en esto tan revelador y revolucionario que está sucediendo, esta voluntad que tenemos las mujeres de cambiarlo todo, de hacerlo todo de nuevo y se me vienen a la mente las palabras de una gran poeta peruana, Blanca Varela, que decía “quítate el sombrero, si lo tienes, quítate el pelo, que te abandona, quítate la piel, las tripas los ojos, y ponte un alma, si la encuentras”.

Agradezco todo lo que viví, valoro y atesoro por siempre en mi corazón este hermoso comienzo. A las maravillosas mujeres que conocí y a las que conocí con más profundidad en la convivencia, estoy muy deslumbrada y es indisimulable el amor que siento. Agradezco las redes de comunicación y reciprocidad que se tejieron en estos días. En especial la posibilidad de conocer la organización Mujer Pais que trabaja para la visibilización de la mujer en los escenarios de la industria de la música Argentina. Y ya me voy retirando porque estoy desbordada de emociones, como dice la comadre Angelica Camuñas con el lloro a flor de piel.

Alina Farah


 

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