Olivia Krapovickas escribió una sutil e inteligente reseña del libro Futuro Berg, de Fabián Soberón publicado por la editorial La Papa. Como en las mejores obras de ciencia ficción, el libro cumple grandemente con la historia y a la vez funciona como advertencia del presente.
Por Olivia Krapovickas
La novela de Fabián Soberón transcurre en un futuro distópico, construido desde un pasado alternativo, donde Argentina ganó la guerra de Malvinas, entonces la dictadura se extiende y, cuando asume Alfonsín, su gestión es un fracaso. Luego los personajes se ven en un futuro de estado de sitio, cierre de universidades y orden de valores conservadores. Todo esto no está escrito de forma cronológica y el lector obtiene la información gracias a que alguien le dijo al narrador que vio algo, o que también le dijeron otra cosa, y esto también explora distintos personajes de la biografía de “un tal Berg” y sus entornos, vidas, opiniones, incluyendo anécdotas que hacen a lo orgánico e interesante del relato. Para quienes no han leído Edgardo H. Berg (como es mi caso) se nos presenta un reto, que no hace más que sumar a la experiencia del libro: adivinar quién es esta persona (de la que se está hablando en el momento) y su relación con Berg, mientras estás intentando hilar quién es Berg y qué sucede en el momento de la narración. Son cuentos los que componen la novela y dan cuenta de un pasado alterno y este futuro que, en realidad, funciona como reflejo del presente o el futuro como una forma de ver el presente desde otra perspectiva.
No es lo mismo vivir la realidad universitaria del presente desde la primera persona (mientras cada noticiero saca un titular distinto, el Presidente insulta a la oposición por tercera vez en la semana y en las carreras se cierran turnos y los salarios no alcanzan), a leer cómo el gobierno de la Argentina de Futuro Berg las cierra por ser una “amenaza a los valores”. Entonces, los lectores, entramos en este juego de rompecabezas o “dime ¿quién soy yo?” en el futuro de un pasado distinto, con muchas similitudes a nuestro presente, que te tiene atento a cada detalle, en busca de entender quién es quién (y quién es Berg). Es esa atención permanente la que te permite crear y entender estas comparaciones con el presente. Los cuentos pueden leerse por aparte, en otro orden al escrito y, cada uno, se siente como un ensayo, con sus fundamentos en forma de historia y, en medio, aparecen cuestiones filosóficas. Hasta se le proponen imágenes, al lector, que, en lo personal, se sienten poéticas.
Soberón presenta personajes sumamente fascinantes, de los que uno quisiera saber más, y al mismo tiempo se sienten hechos para que uno los descubra así, a través de un relato parecido a un chimento que te cuenta alguien que vos ni siquiera conoces. Esta forma de narrar fácilmente podría sentirse forzada. A muchas personas que intentan hacer este licuado de la historia con elementos importantes de esta totalmente cambiados y un narrador subjetivo les sale mal. Por ejemplo: Quentin Tarantino. No es intrigante, ni te deja con ganas de más, simplemente es una historia pastosa y llena de estereotipos. No es el caso de Futuro Berg, donde los sucesos y la forma se sienten muy orgánicos. Es en este ámbito donde cabe destacar una faceta maravillosa del libro: se habla también de una resistencia, y no de una resistencia heroica de unos pocos super-hombres musculosos. Más bien de una resistencia colectiva y de personas que no están hechas para resistir, no tienen la fuerza o la organización para formar una resistencia y, aún así, resisten a este futuro.
Otro aspecto destacable es la ciencia ficción del libro. No es una ciencia ficción basada en tecnología superadora, el futuro no se marca con avances de investigación vanguardistas, no hay androides, ni cohetes y no necesita autos voladores para que sea ciencia ficción.
Fabián Soberón, como lector y como profesor de historia (del cine, y no por ello menos historia), entiende que el futuro es resultado de los procesos que se están dando ahora y, estos mismos, son resultado de procesos del pasado. Y nos lo demuestra de la mejor forma. En Futuro Berg, nada sucede o pasa porque sí, sino que todo en realidad se viene construyendo, aunque no lo veamos ahora mismo. Es entonces que se pone en evidencia el conocimiento del autor sobre cómo se construye la historia en su escritura. Construye un pasado que hace posible esta distopía, pero en ese pasado también se ven y se entienden los procesos que han llevado a este presente. Y Soberón lo acomoda de tal forma que ese futuro nos parece sórdido e incómodo. Porque es incómodo leer un futuro que se presenta como distópico cuando este es similar a nuestro presente. El relato está basado en hechos reales de la historia de nuestro país. Y, sobre todo, con base en una serie de sucesos que se sienten reales. Aunque sintamos que estamos muy lejos del estado de sitio, y de que se cierren universidades para defender los valores cristianos, como en el libro, y de ser vigilados todo el tiempo. Realmente esto está sucediendo y lo que hace el libro es tomar los procesos que nos han llevado acá, pero los pone de tal forma que se siente posible una presencia y una vigilancia física constante. Aunque ahora parezca loquísima, esa realidad no está tan lejos. Futuro Berg, al igual que las mejores obras de ciencia ficción, cumple grandemente con su historia y narración y a la vez funciona como advertencia.