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A partir de una reciente declaración realizada en Londres que apunta a las abejas como los seres vivos más importantes de la Tierra, desde La Nota conversamos con Verónica Albarracín y Karen Escalante, quienes dirigen sus inquietudes profesionales al estudio y preservación de las abejas melíferas en Tucumán. Ambas destacaron la contaminación ambiental y el uso de agroquímicos como principales amenazas.
Después de un duro debate por parte de la Sociedad Geográfica Real de Londres, desde el Instituto Watch, declararon a las abejas como la especie más valiosa del mundo entero. Sin embargo, la situación de estos insectos es ciertamente delicada en la mayor parte de los territorios que habitan.
Es lógico que resulte extraño señalar a una especie como la más importante de todas, pero si esto se hace en función de analizar qué especies, a partir de su interacción con el mundo, son capaces de privilegiar y beneficiar a las otras especies vivas, el asunto se torna algo más comprensible.
Las abejas melíferas (o abejas productoras de miel), a pesar de ser una de las especies de abejas más populares, representan sólo un pequeño porcentaje de las especies de abejas que circulan a nuestro alrededor. Para que produzcan miel, éstas consumen tanto el polen como el néctar de las flores; alimentos naturales puros y ricos de nutrientes esenciales para la vida. Sin embargo, el reconocimiento hacia las abejas no se debe únicamente a la producción de las melíferas, puesto que se ocupan de una tarea algo más urgente para la vida y es la polinización de la mayor parte del reino vegetal. “Las abejas melíferas -y otras especies de insectos polinizadores-, juegan un papel fundamental para la naturaleza, porque aseguran la proyección de la biodiversidad en el mundo”, dijo la ingeniera zootecnista, Verónica Albarracín, que desarrolla su doctorado sobre la sanidad de las abejas.
“Las especies vegetales fueron -antiguamente- gimnospermas y con el tiempo pasaron a ser angiospermas. Este cambio significa que cada flor pasó de tener uno de los gametos sexuales (masculino y femenino), a tener ambos. Es decir, que evolucionaron hasta facilitar la llegada de los gametos masculinos hacia los femeninos”, explicó Albarracín, quien hizo un posgrado apícola en la UNESPI de Botucatu, São Paulo, Brasil.
Vital importancia
“Entre el 80 y 84 por ciento de los alimentos que las personas consumimos depende del rol de las especies polinizadoras. Desde 2011 la abeja ha sido reconocida a nivel internacional como un indicador de contaminación ambiental. Existen colmenas centinelas en zonas donde se encuentran centros atómicos, de uso de metales pesados y todo tipo de industrias altamente contaminantes, para indicar sus niveles de contaminación. Por ejemplo, alrededor del Centro Atómico de Ezeiza existen apiarios vigías, centinelas, que son monitoreadas por especialistas para dar cuenta de los niveles de toxicidad del ambiente. Las abejas son insectos sumamente sensibles y para sobrevivir necesitan de un ambiente saludable, equilibrado, de un aporte natural de alimento y libre de contaminantes”, indicó la ingeniera.
“Los requisitos de sanidad ambiental de las abejas exceden ampliamente a los que las personas podemos detectar, por ejemplo, los cauces de agua donde van a brevar deben estar libres de contaminación, de lo contrario no sobreviven”, subrayó Albarracín.
Contaminación directa e indirecta
“Podemos clasificar un tipo de contaminación indirecta de diferentes efluentes y que van a nutrir, a su vez, a las plantas que van a traslocar esos contaminates al néctar de las flores de las cuales las abejas se nutrirán”, alertó.
“Desde 1990 aparecieron en el mercado agrícola, una nueva generación de productos agroquímicos, tanto insecticidas como herbicidas, que fueron agravando y contaminando el ambiente natural de las abejas, impactando negativamente en sus colonias. Si bien los herbicidas no impactan de forma directa sobre las abejas, sí lo hacen de modo indirecto, puesto que disminuyen la oferta de plantas, por lo tanto de sus fuentes alimenticias que son el néctar y polen de las flores”, explicó.
“A modern agriculture company”
“La aparición de glifosato condujo a que se desarrollen especies resistentes al mismo y van en detrimento de la sobrevida de las colmenas. Si sumamos el uso de otros pesticidas como los neonicotinoides, éstos afectan de un modo más directo a las abejas, debido a que destruye su sistema nervioso.
Los factores detallados conducen a una mayor mortandad de las abejas y a colapsos de las colmenas, provocando hasta el momento la desaparición de un altísimo porcentaje, casi del 46% a nivel mundial. Este valor, año a año, se actualiza mediante encuestas realizadas por todas las organizaciones y grupos de investigadores a nivel mundial para testear la situación de las abejas”, informó.
Panorama local
Karen Escalante es estudiante de la Licenciatura en Ciencias Biológicas de la Facultad de Ciencias Naturales e IML de la UNT y forma parte de un grupo de trabajo que monitorea la salud de las abejas en distintas partes de Argentina. “En Tucumán existe un centro de investigación, ubicado en la escuela de Agricultura (Horco Molle) y a cargo del Dr. Alberto Galindo, que funciona articuladamente con la Fundación Miguel Lillo, Conicet, el Instituto de Ecología Regional y el INTA de Castelar. Trabajamos en conjunto con todos ellos”, dijo Escalante para La Nota. “Pusimos en marcha algunos proyectos con el fin de proteger a las abejas melíferas, que son las polinizadoras más conocidas y se enmarcan tanto en Tucumán como en Buenos Aires. Precisamente, en estos momentos estoy en Buenos Aires estudiando la genética de las abejas en un laboratorio que de depende del INTA, en Castelar”, detalló.
Entre los objetivos del grupo de investigación mencionado por la estudiante, también se destaca conocer qué especies habitan en todo el territorio argentino. “Estamos rastreando y clasificando a los ectoparásitos que afectan a las abejas, tanto en los apiarios (conjuntos de colmenas) como en los sitios de reproducción. Uno de ellos, llamado varroa (un ectoparásito), es un causante de mortandad de las abejas”, explicó Karen.
“Respecto a la situación de las abejas en Tucumán, nosotros podemos dar cuenta de las que habitan la zona de las yungas y del chaco seco del este de la provincia. Éste último está bastante degradado por las plantaciones de soja, ante el uso de agroquímicos que afectan a los insectos polinizadores, para lo cual tenemos un proyecto de colmenas centinelas”, dijo Karen, las cuales funcionan como indicadoras de los niveles de contaminación, tal como anticipó Verónica Albarracín. “Las visitamos periódicamente para evaluar su estado y analizar los niveles de toxicidad presente”, agregó Karen.
Rescate de colmenas en Tucumán
“Hace 4 años capacitamos desde la facultad a los 12 cuerpos de Bomberos Voluntarios de Tucumán, con el objetivo de que ellos operen desde el rescate, pero por falta de presupuesto, fueron muy pocos los equipos que pudieron abastecerse del instrumental apícola necesario para abordar los rescates de colmenas”, explicó Verónica Albarracín.
“De todos los enjambres que encontramos sólo algunos pueden salvarse correctamente, debido a que se trata de un trabajo artesanal y minuisioso, mas no costoso. Sí se trata de un proceso lento, porque el rescate no culmina con librar a las abejas del enjambre y del foco del lugar, sino en ver qué se hace con ellas luego”, detalló.
Por su lado, Karen confirmó que la situación de su grupo de invetsigación es similar. “Por el momento no estamos haciendo rescate de colmenas. Fundamentalmente, porque no contamos con los fondos económicos que nos permitan abastecernos de un equipo propio y específico para llevarlos a cabo”, explicó Karen.
Ante los recortes presupuestarios de los fondos destinados a la investigación de parte del Estado en todas sus jurisdicciones, el panorama para las organizaciones que se dedican a la investigación en general es bastante crítico y, en este sentido, la recuperación sistemática de las colmenas y de todo el trabajo orientado a la preservación de las abejas en peligro, seguirá en remojo y se verá limitada a la buena voluntad de las organizaciones y profesionales afines, quienes además le hacen frente a la contaminación y envenenamiento por el uso de herbicidas como el que comercializa la multinacional Monsanto. “Durante 2013 varios pesticidas fueron prohibidos en algunos países de Europa, como Francia, y desde este año se lanzó una campaña que procura erradicar su uso de manera definitiva en todo el mundo. Lograrlo será una dura contienda”, advirtió Albarracín.